El sexo, motor de la especie humana, hay del bueno y del que trasgrede las costumbres y culturas establecidas.
Ya no vivimos tiempos en que todas las mujeres se sonrojaban al hablar de sexo o si accidentalmente se les veía más allá de la ropa interior; hoy muchas de ellas presumen sus dotes sexuales en videos públicos, mientras varones, aunque más consumidores que protagonistas, comparten esas ideas exhibicionistas.
-¿Cómo mantener hoy a resguardo la sexualidad sin la presión de los medios y las personas que quieren mirarlo todo?
“Desde el punto de vista de los DD. HH, hay una perspectiva muy particular que tiene que ver con los valores universales –inicia el sexólogo Ariel González G-, dentro de los derechos sexuales está el de la privacidad. El concepto de la privacidad sexual es uno de los más vulnerados hoy día a través no solo de la inteligencia artificial sino de las redes sociales”
-¿Cómo se ejerce el poder para vulnerabilizar lo sexual?
En nuestra época hay profesionales que trabajan los big data (datos) sobre cada ser humano: edad, gusto, ubicación y demás, y con esa información pueden vender más productos, predecir comportamientos, todo eso monetizan y entonces tienen su impacto en la sociedad.
Por eso es que hay tantas legislaciones en torno a las redes sociales de todo el mundo, en algunos países las han bloqueado, en otras están en litigio, porque la privacidad se estaba desdibujando y la privacidad sexual más.
Sin embargo, los derechos sexuales siguen tan presentes y hay todo un movimiento por establecer el tema como algo que no deberíamos olvidar, siempre basándonos en los DD. HH.; pero no solo en el yo exijo, sino también en el yo respeto.
Socialmente hay que instalar el tema tanto del respeto a las decisiones de las personas que deseen exponer su privacidad como de las que promocionen el respeto a la intimidad. Para esto, hablar desde la perspectiva de derechos humanos y sexuales puede ser la estrategia.
-Por lo general, sobre las mujeres adultas pesan más los escraches por ser “anticuadas” respecto a lo innegociable de la intimidad sexual.
Clínicamente creo que lo de anticuado o no, tiene que ver con los cambios generacionales, esto cambios ocurren cada tanto.
No es lo mismo plena Guerra de Vietnam, cuando se decía “haz el amor y no la guerra” (la gente se dio permiso para libertades sexuales como tríos u orgías, pero también permitió que la gente se interese en la anticoncepción, el respeto a la diversidad sexual, etc.), que en generaciones posteriores.
Hay distintas especificaciones sobre cada cuánto ocurre un cambio generacional, para algunos es cada 5 años, otros dicen cada diez, otros dicen cada siglo, pero lo que sí sabemos es que después del 2000, ser anticuado o no, sí marca.
Cómo vencer ese mote, me preguntás, creo que es algo bastante subjetivo porque finalmente tiene que ver con los valores de cada persona, cómo se crió, qué piensa, qué cree, y de nuevo me parece que tiene que ver con el respeto y sobre todo la libertad de decidir de cada persona.
Lea más: Sexualidad sana
-En las redes, aumentan las mujeres que venden imágenes de su cuerpo como un distintivo de libertad o liberación.
A mí me tocó estudiar en algún momento con mujeres de países árabes, también en India y pude ver otro tipo de mujeres y cultura. En algunos casos, mientras menos piel se muestre es sinónimo de opresión y más piel es sinónimo de libertad.
El tema de la liberación tiene que ver en cómo se hace uso de la capacidad de expresarse, muchas mujeres cuando están demasiado oprimidas muestran más piel, ejemplo esos grupos del movimiento feminista que se levantan las remeras, se sacan los corpiños, fue así en Rusia, o allá en Afganistán se descubren el rostro.
En Occidente, y acordate que estamos muy saturados de Hollywood, creo que pasamos de la bikini de los años 60 al colaless de los 90 y principios del 2000. Hoy estamos en una época en que se quiere mostrar mucho.
-Mostrar, pero detrás de la pantalla
El problema ahora es que con esos filtros todo se muestra muy alterado. Pero creo que además de juzgar o no, si una mujer se muestra o no, tenemos que volver a qué es real y qué es virtual. Hay mujeres que usan cuerpos que no son los suyos, pero ponen su rostro.
Ahí hay una complejidad entre lo que es la libertad de expresarse y las ganas de pertenecer a un movimiento, fenómeno social de que todo debería ser observable.
Si te fijás, en Instagram y Tik Tok siguen los mismos patrones, gente viajando o gente bailando, incluso cambian su voz, relegan su propia identidad. Para decidir las personas tienen no solo que asumirse como son, sino entender todas las implicancias de esa identidad asumida.
-¿Cuándo dejo de ser libre y soy libertino?
Desde el concepto de derecho, “mi libertad empieza en mí mismo y termina cuando afecta al otro”. El libertinaje viene de abusar de ese derecho que tengo y desarrollo conductas donde no me hago cargo de las consecuencias.
Al principio se asoció mucho el libertinaje con conductas sexuales. En esencia soy libre cuando decido lo que quiero hacer y me responsabilizo de las consecuencias de lo que estoy haciendo, ¿cuándo es libertinaje? Cuando no me importan esas consecuencias y empiezo a afectar la libertad de otras personas.
-¿Ha desaparecido la insinuación sana, normal, cotidiana entre hombres y mujeres? ¿se ha suplantado por una provocación programada desde la pantalla?
Hoy en día sabemos en sexología que las generaciones actuales están teniendo menos relaciones sexuales que las anteriores.
No sabemos si tiene que ver con las redes sociales, con la contaminación, con la pandemia y todo lo que es el miedo al contacto por una posible infección; no veníamos solamente del COVID, sino también del VIH.
Esa libertad sexual que había en los 70, 80 desaparece con al VIH del 2000 y se vuelve a abrir con el tema de los antiretrovirales, pero después viene la viruela del mono, COVID y otras cosas que atemorizan a la gente y la hacer reprimir su sexualidad. Sea como sea, hay menos relaciones sexuales.
La gente se conecta más por las redes, hay gente que dice “no me importa que mi pareja ponga su estado civil, sino que ponga que está en una relación conmigo”, como que eso valida lo importante. Imaginate todo este contexto para hablar de la insinuación.
-La insinuación “de antes” se va perdiendo en el pasado…
Para las relaciones sexuales hay 3 instancias previas: la conquista, la seducción, el erotismo y posteriormente viene el acto sexual. Conquista es cuando busco qué me interesa y hago estrategias de “cacería”, digamos, es decir, conquistar, en un bar utilizo miradas, envío un trago, unas flores, en las redes un “me gusta” “me encanta”.
Seducción es cuando ya tengo la atención de una persona y me doy cuenta de que ella está centrada en mí como para que yo pueda seguir dando algún estimulo. Seduzco para acercarme a la sexualidad, pero todavía no hay una implicancia explícita. Seduzco mostrando algo de mi cuerpo, haciendo un comentario, etc.
Y erotismo es cuando ya seduje, algo sexual está pasando y quiero darle potencia a la sensación de placer que estamos teniendo, y viene todo el juego previo de caricias, etc. El acto sexual es cuando se termina, generalmente con la penetración.
Lea más: ¿Qué comer y qué ejercicios hacer para mejorar la vida sexual?
-Todo eso en un orden funcional
Cuando la seducción está teniendo problemas, no hay estrategia de conquista y hacen un intento de seducción bastante tosco, porque ni siquiera saben que han conquistado, ni si habrá una conducta sexual.
Volviendo a la mujer, serlo, en esta sociedad, es vulnerabilidad, las estadísticas lo dicen, no hay relaciones sexuales como antes, sin embargo, sigue habiendo situaciones de mucha violencia.
Para hacer un análisis de si mostrarse desnuda o no, hay gente que le da un toque comercial y otra sexual. Hay gente que seduce, hay otros que lo hacen por moda, a muchas adolescentes les preguntás por qué bailan sensualmente en Tik Tok y te dicen “está de moda”.
Para que exista libertad sexual se requiere capacidad de decidir y para eso tengo que estudiar, me tienen que enseñar, tengo que proteger mi derecho a esa educación.
Mi lectura es que hay mucha gente que quiere que el paraguayo/a siga siendo ignorante y no se invierte en la educación, y no solo me refiero a lo sexual sino a lo cívico, a todas las áreas.
-¿Existe el miedo al sexo, a madurar sexualmente?
Sí. Las fobias pueden ser diversas, pero la aversión al sexo que entra dentro de las fobias implica exposición de los genitales o contacto sexual, o sea el coito.
Existe y está estudiado, existe un criterio clínico para diagnosticarlo, y puede tratarse no solo en psicoterapia, a veces con la ayuda del psiquiatra. La maduración no es solo el desarrollo corporal sino la experiencia que se va ganando en la vida, por eso va acompañado de la madurez emocional.
La madurez sexual tiene una parte física que sí o sí nos llega a todos, tiene que ver con la pubertad, la espermarquia y la menarquia. A veces hay personas que no maduran por diferentes causas, puede ser falta de educación o miedo, los que viven violencia sexual, violencia sistemática no quieren madurar sexualmente por miedo a lo que va a pasar, es su instinto de supervivencia.
-¿Cómo ve las estrategias de conquista actualmente?
Como hay menos relaciones sexuales, hay menos estrategias de coqueteo. Tengo casos donde hice un curso básicamente para enseñar conquistas de seducción y erotismo, hay mucho desconocimiento, mucho miedo, no solo en mujeres, también en hombres hay un miedo al rechazo, a hacer el ridículo, a decir no sé.
Vivimos una época deficiente de conquista y flirteo, la gente está un poco más tosca. Tenemos más personas que se centran en su celular antes que en abrazarse o tomarse de la mano con alguien, le da más placer un “me encanta” que un sexo oral, entonces técnicamente algo está pasando.
Lea más: Parejas en la intimidad
-En el camino de expresarnos libremente, ¿cómo manejar nuestra reputación, sigue importando hoy?
Yo como sexólogo, psicólogo no puedo decirte esto es bueno o malo porque es criterio de valor y eso depende de cada familia, cada persona, tenemos criterios universales, pero en Paraguay, por ejemplo, es bueno que la mujer obedezca al hombre, es bueno que el hombre no exprese sus emociones, etc.
Más que bueno o malo te puedo decir qué es sano o no en términos de salud mental y sexual. Yo creo que es saludable que todo ser humano tenga la reputación que quiera tener, trabaje por ello y de esa manera se vincule a los demás. Si quiero que me conozcan como el psicólogo sexólogo hago cosas para que me conozcan como tal y no como el amante del barrio.
Ahora, hay personas que están cómodas con que se sepa, por ejemplo, que son trabajadoras sexuales, amantes, pareja abierta, etc. El tema de la reputación, sea hombre o mujer, es lo que cada quien decide que lo identifique.
El problema en nuestra sociedad en cuanto a la reputación es la doble moral, empezando por los políticos que hablan de la honestidad y trasparencia, pero al final no se dejan auditar, se enriquecen de manera ilícita. Hay demasiados hombres que tienen capillitas y una catedral, y demasiadas mujeres que rezan a Dios, pero después “morbosean” con el marido ajeno.
-De la fantasía a la realidad: ¿ha cambiado la emoción que se siente por la acción sexual piel con piel y entre 4 paredes frente a la sexualidad virtual que sucede a la distancia?
Vos sabés que sí, cambió mucho, hay personas que por un “me gusta” se deprimen, se producen cuadros ansiógenos, casos en los que por comentarios en redes se suicidan; antes no había suicidios por bullying en redes sociales.
Por otro lado, cuando el tema tiene que ver con fantasía, imagínate si la fantasía se ve monitoreada incluso por la inteligencia artificial, las personas están incorporando dentro de sus fantasías a las redes sociales, la virtualidad, cuando la fantasía en sí es “virtual”.
Teníamos 3 orientaciones sexuales: la heterosexualidad, la homosexualidad y la bisexualidad, y ahora sumamos una cuarta, la asexualidad. Al asexual básicamente le atrae el vínculo afectivo, no el erótico, no quiere un beso ni sexo oral, quiere un abrazo, una caricia, un diálogo.
Hoy en día, la asexualidad está tomando fuerza, la gente se identifica, (hay que tener cuidado que no sea un caso de depresión, trastorno de la personalidad u otra cuestión) y es muy feliz. Sus fantasías son diferentes a las tradicionales, creo que eso también, dentro de lo que es virtualidad, hace que las identidades, su forma de ver la sexualidad se vea afectada, modificada. Y ahí entramos en las nuevas fantasías, que es todo otro gran tema.