Para fundar pueblos nuevos los “conquistadores“ tuvieron que talar muchos árboles, limpiar de yuyos los terrenos, poner sus fuertes y viviendas construidas con troncos.
Lea más: El jardín en otoño
En el Río de la Plata hacía un calor infernal. Se cobijaron bajo árboles frondosos y cargados de frutas, e inventaron la enramada que quizás sea el único aporte autóctono a la arquitectura. (¿Vieron que la arquitectura colonial usa tejas españolas y paredes francesas?)
Lea más: El agua en el jardín
Por aquel entonces los patios de las casas solo estaban limitados por la línea hasta donde alcanzaba la vista y todo era verde. O sea sus patios y jardines eran de estilo natural estrictamente.
Se trazaron calles, se distribuyeron espacios, se ubicaron las casas alrededor de las plazas centrales, rodeadas por los templos, la casa de las mujeres, la casa de indios y las salas de torturas.
Jardín del Edén
Hacia el norte los gringos se entretenían sacrificando bisontes y pieles rojas. Quemando tolderías armaban sus fuertes depredando bosques.
Solo unos siglos más tarde se dieron cuenta del desastre que se les venía encima, y se pusieron a replantar todo, convirtiendolo en un verdadero Jardín del Edén.
Un sueño americano, gracias al oro que sus pozos petrolíferos producían milagrosamente.
América del Sur se ufanaba de mostrar sus bellezas vegetales. Jazmines y madreselvas, sinesias y crotos, palmeras y cocoteros, lapachos, jacarandás y chivatos.
Jardín con flores
También flores de estación y plantas de flores duraderas, lantanas y jazmines del cielo, santarritas y malvecinos, combinaron sus virtudes conjugando camineros, veredas, murallas, pérgolas. Así como portones de hierro y madera, rejas coloniales y vallados dando origen a los jardines funcionales.
Se dividieron los espacios exteriores en jardines del frente y patios del fondo y allí estaban los patios de estar y los de servicio con los lavaderos y tendederos.
La arquitectura moderna descubría el aluminio, los vidrios, los hierros y el hormigón lanzándose a rascar el cielo. Y los jardines cada vez más ordenaditos, con manchas y estilos paisajísticos, tenían nuevos revolucionarios cultores.
Burle Marx (1909 -1994), artista plástico brasileño, armonizó magistralmente el diseño de islas verdes y manchas amebianas de brillantes colores, con caminos y veredas en fabulosos diseños de rectas y curvas, combinadas con apliques de artesanato y piedras en mosaico. Y espejos de agua con el mismo lenguaje.
Creó los jardines estilo Río de Janeiro llenos de curvas como las garotas de Ipanema.
¡Hasta pronto!!