Metas de Año Nuevo: ¿Por qué nos cuesta cumplir con nuestros propósitos?

Si antes se pedían deseos, hoy nos proponernos metas durante la “borrachera de esperanza” del brindis de Año Nuevo. Pero una vez pasada la euforia, lo más probable es que esas metas queden olvidadas o sean postergadas. ¿Por qué nos cuesta cumplir con nuestros propósitos?

Un nuevo año comienza con un nuevo día, así también de a poco, paso a paso se concretan las metas.Claudio Ocampo, ABC Color
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“Este año sí o sí bajo de peso”, “este año me caso”, “me voy de viaje”, “me compro un coche”, y del dicho al hecho, hay mucho trecho, dice un refrán inmortal. Después de la promesa, hay que concretar con planificación y trabajo.

“Las metas o decisiones que uno toma al empezar el año pueden ser específicas o bien idealistas. Quizás deberíamos pensar en no medirnos por el éxito o el fracaso, sino por la experiencia y aprendizaje que nos pueda dejar el aventurarnos a cumplir una meta.

Atreverse implica redefinirse a partir de uno mismo, sin modelos externos ni autoexigencias. Ponerse metas que nos “iluminen” para trascender mandatos que no nos pertenecen, es una forma interesante de empezar el año”, dice la Lic. Gabriela Casco Bachem, psicóloga.

"Las metas que nacen del mandato social, como la de la apariencia, no están mal, pero una meta que nos enriquece no tiene que ver con la competencia sino con nuestra superación personal", refiere la profesional.

-¿Por qué hay metas estereotipadas, tenemos deseos demasiado comunes?

Muchas personas se identifican con las mismas metas y objetivos, son empaquetados que más bien tienen que ver con el mandato social, que nos indica ser visibles y exitosos para los demás. Estas metas: adelgazar, ir al gym, tal aspecto físico, viajar, tener un auto o casa nueva, etc., no están mal, pero al conseguirse quizás no llenan nuestras expectativas personales y tampoco puedan sostenerse en el tiempo.

Si bien las metas estereotipadas pueden ayudarnos a desafiarnos, las metas que tienen que ver con nuestra propia superación no tienen que ver con la competencia. Aprender un idioma, un arte, un deporte; realizar un sueño por más ínfimo que sea puede abrirnos experiencias y conseguir algo que solo nos pertenece a nosotros, a nuestro interior y satisfacción individuales.

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-Muchos atribuyen los logros ajenos a la suerte.

Fundamentalmente es hacernos responsables, una verdadera meta lograda no es suerte. En el proceso de lograrla nos vamos diseñando día a día, y aprendemos a reconocer que necesitamos también un espacio para equivocarnos, para fracasar, que podemos permitirnos caer, las experiencias nos hacen más humanos.

La aceptación de nuestros errores no solo nos libera de culpas o exigencias, sino que nos dinamiza para cumplir lo que deseamos cumplir con más profundidad, plenitud y satisfacción.

El futbolista Lionel Messi festejando la llegada a su gran meta profesional y personal. "Hizo soñar a millones de personas con él. Lo vimos escalar sus desafíos, superar fracasos, equivocaciones y empezar de nuevo". remarca la psicólga.

-¿Qué tipo de personas inspiran metas posibles?

Siguiendo el furor del Mundial, Messi es un ejemplo que inspira a muchos. Porque lo vimos escalar sus desafíos, superar fracasos, equivocaciones y empezando de nuevo. Su sueño específico era ganar el Mundial y nos hizo soñar con él. Los deseos verdaderos tienen que ver con lo posible, con la realidad. Más allá de que el “universo” conspire a nuestro favor, las personas mismas, nuestra hinchada (familia, amigos, pareja) hace que visualicemos nuestros sueños y metas, siempre y cuando sepamos sostener lo que queremos con responsabilidad.

-Una meta nace: ¿de un fracaso, un sueño, un desafío…?

Las metas tienen que ver con la subjetividad, con algo que puede ser o no nuestro. Por ejemplo, a veces tenemos sueños contaminados por el deseo de nuestra madre o padre, y no tiene nada que ver con nosotros. Aunque estemos imbuidos de nuestra familia, si filtramos un poco, podríamos encontrar aquello que verdaderamente nos hace felices. Un ejemplo clásico es tener hijos, quizás no lo deseamos, pero nuestra madre siempre quiso ser abuela, y entonces cumplimos con su deseo confundiéndolo con el nuestro. O al revés, nosotros queremos ser madres, pero nuestra madre siempre nos quiso empresarias exitosas. Las metas o deseos tienen que ser analizados libremente, sin identificaciones, la mayoría de las veces se hacen sacrificios inconscientes.

-¿Cómo encaminarnos hacia un objetivo sin presiones?

Haciendo lo que “dicta el corazón”, avanzar, probar, hacer. Procastinar no nos va a salvar de que algo salga mal. Todos creemos que la mejor forma de decidir algo es pensando y analizando mucho sobre el tema, cayendo en la idea de que hay “algo correcto” que se tiene que hacer. Pero la verdad es que ninguna decisión es “la correcta”, lo más importante de tomar una decisión, incluso si nos equivocamos, es hacia dónde nos lleva esa experiencia. Una meta bien llevada, nos enseña a aprender, a tener una nueva percepción sobre la vida. Eso es lo importante.

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-¿Cuál es la mejor edad para ponernos metas?

Las metas imposibles o impuestas se dan a cualquier edad y son metas neuróticas. Por ejemplo, quiero ser esquiadora de nieve profesional en Paraguay, y no lo seré a menos que tenga el suficiente dinero o una beca para ir donde hay montañas nevadas.

Lo mismo pasa con los hijos, muchas veces los padres les imponen metas imposibles, neurotizantes. Si queremos que sea como Messi, pero practica dos veces por semana una hora por día, eso será frustrante para el niño. El talento, aunque se tenga, necesita disciplina, constancia, apoyo y acompañamiento. Messi tuvo el acompañamiento de su familia, no se hizo solo.

-¿Es preferible ponerse metas cortas o largas?

Las metas largas empiezan con metas cortas y medianas. Depende de nuestro objetivo. Una carrera de 100 metros empieza con un paso, varias caídas y nuevos comienzos.

-¿En qué se transformarán las autopromesas que no cumplimos?

Si cerrás el año con una mentalidad que polariza éxitos y fracasos, te estás encerrando en una de las dos opciones. En cambio, si ampliás la noción de lo bueno y lo malo, resignificando ambas cosas como complementos indivisibles, abrís posibilidades internas que pueden sanar heridas emocionales (quizás esas heridas están limitando nuestra creatividad).

Hay que saber ver al Año Nuevo como una oportunidad para el bienestar emocional, muchas enseñanzas y desafíos que sumarán para el aprendizaje de vivir.

A veces las metas no se cuentan, sino que la persona prefiere realizarlas en silencio y a su manera.

-¿Es bueno contar qué queremos lograr o es mejor trabajar por ello en silencio?

Cada uno tiene su forma de vivir sus metas y objetivos, y todos están bien. Algunos lo publican y necesitan esa exposición para sentirse observados y fiscalizados, porque solos no pueden, necesitan hinchada. Otros prefieren hacer su camino solos para no decepcionar a nadie. Y otros callan también por cábala: “si lo digo, no se cumple”.

Fin de año, fin de ciclos, despedidas

La psicóloga resume: “Esta época invita a los cuestionamientos, se cierran etapas, se abren otras. Exámenes finales, fin del ciclo escolar, colegial, universitario, fin de un trabajo, fin de un periodo de vida en una casa o simplemente un año más con sus recuerdos, impresiones y emociones. Es común vivir esta época en una atmósfera de despedida de aquellas situaciones que marcaron una edad, una etapa y es momento de reflexionar sobre los cambios, las pérdidas, las oportunidades, hagámoslo con agradecimiento y redimiendo posibles frustraciones.

El festejo, más que exterior, tiene que ser interior. Iniciemos el año livianos de prejuicios, apostando al riesgo de cambiar, de elegir metas posibles, actualizando la percepción de nuestras capacidades”.

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