Comer es necesario para mantenernos vivos ya que a través de los alimentos obtenemos los nutrientes necesarios para que nuestro organismo funcione y de forma adecuada.
Lea más: Alimentación: ¿Es un hambre real o emocional?
Pero según la nutricionista y estudiante del cuarto año de la carrera de psicología en la Universidad Católica (UC) Gianette Trotte, muchas veces el acto de comer está relacionado a nuestra vida personal.
“Diversos eventos como la pérdida de un familiar, un trabajo, discusiones familiares, con la pareja, etc. nos pueden generar estrés, ansiedad, depresión, enojo, tristeza; lo que a su vez nos lleva, entre otras cosas, a dejar de comer o comer en exceso, teniendo por consecuencia subir de peso, y a esos kilos ganados se le suele llamar por los especialistas en el tema como “emocionales”.
Y es que los pensamientos, emociones y creencias tienen un impacto directo sobre la digestión, las hormonas del metabolismo, la absorción de nutrientes, la quema de calorías y cómo acumulamos grasa”.
Sentimiento de culpa
Gianette Trotte dice que “cuando se tienen emociones negativas hacia lo que se está comiendo, se explora el sentimiento de culpa, te comes una hamburguesa o postre y después te sentís culpable o te juzgas por habértelo comido, por lo tanto, tu cerebro va a registrar esa señal negativa y mandara esas señales a las fibras de tu sistema nervioso autónomo”
La profesional agrega que “esto va a activar las señales inhibitorias en tu aparato digestivo, lo que significa que el proceso de metabolizar lo que estas consumiendo no será del todo completa, por lo tanto, cuando dichas señales inhibitorias disminuyen, también disminuye un tanto la capacidad de quema calórica”.
“Toda culpa en relación a la comida o negatividad que proyectas acerca de tu imagen corporal causa reacciones bioquímicas que aumentan la producción de toxinas y disminuyen tu capacidad metabólica, así como de tus procesos digestivos”, señala la nutricionista.
Por otro lado, Gianette Trotte afirma que cuando se tienen emociones negativas hacia la comida, se genera un estado de estrés crónico en tu cuerpo, y esto también afecta a tu metabolismo y bioquímica porque tu estado natural de sanación se interrumpe y como resultado tu metabolismo se altera.
Lea más: Ama tu cuerpo por lo que es y por lo que hace por vos
Comer algo “denso”
“Podes estar comiendo un plato que se considera que “engorda” o es “denso” como se dice ahora, pero si tu cabeza está tranquila y estás viviendo desde un centro de paz y disfrutando de los momentos con tus seres queridos, el poder nutritivo de ese platillo se verá totalmente aumentado. De la misma manera, podes estar comiendo ese mismo plato con sentimientos de ansiedad y culpa y como consecuencia se depositará como grasa corporal mucho más fácilmente”, explica la profesional.
Así mismo, puntualiza Gianette que cada kilo también guarda desesperanza y frustración al ir de intento en intento sin lograr un peso saludable. “De miedo y resistencias porque no es fácil romper con un hábito construido en años. De estrés y ansiedad que no sabemos manejar de una forma saludable y de presión social llena de saboteadores que ponen a prueba constante nuestra fuerza de voluntad”.
“Nuestro peso dice más de nosotros de lo que pensamos, “comemos lo que somos” y cuando nos ponemos a dieta también ponemos al descubierto todo esto que se esconde detrás de nuestra forma de comer, tal vez impulsiva o desmedida. Ponernos a dieta no funcionará si solo pensamos en los kilos que queremos perder, el error está en querer cambiar solo el cuerpo, y no a nosotros”, puntualiza la nutricionista clínica.