¿De qué sirve el entrenamiento de sueño para bebés?

Catharina Seifer (su nombre fue modificado) todavía se acuerda de las vueltas de hasta tres horas que daba con su hijo en el coche. Anton, en ese entonces de pocos meses, se dormía así. “Le encantaba el movimiento”, recuerda Seifer. Dormirse en la cuna no era una opción.

Cuando el sueño del bebé se convierte en un tema de estrés persistente para los padres, puede ser útil recurrir al entrenamiento para dormir.Andrea Warnecke
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Para los Seifer, el sueño de su hijo era un motivo de estrés. Sin embargo, esto cambió el día que la alemana Catharina Seifer leyó en un grupo de Facebook acerca del entrenamiento para dormir.

“El coaching para dormir ofrece ayuda y está dirigido a familias que no están satisfechas con la situación del sueño de sus hijos”, explica Annika Gallinger. Esta pedagoga alemana trabaja desde 2017 como consultora especializada en sueño infantil.

Acuden a ella padres cuyos hijos no paran de llorar cuando los quieren poner a dormir o que apenas duermen una hora de corrido. Los Seifer también acudieron a ella en busca de ayuda.

La idea del entrenamiento es transmitir conocimiento

El entrenamiento de sueño es todo lo contrario a un programa rígido con el que los padres deben cumplir. “Se trata más bien de transmitirles a las familias un conocimiento para que puedan entender lo que está pasando con el sueño de sus hijos”, explica Gallinger.

Muchos padres se sienten completamente impotentes cuando se trata del sueño nocturno. Si bien la mayoría de los pediatras preguntan por el sueño del niño en la consulta, les suele faltar el tiempo para brindar apoyo individualmente a los padres.

“Por eso, el entrenamiento de sueño puede ser muy útil”, afirma el pediatra alemán Burkhard Lawrenz.

Pero, ¿cómo es un entrenamiento de sueño? Primero, el consultor conversa con los padres para que estos le describan el problema y puedan descubrir juntos, con el entrenador, cómo abordar el problema.

Llevar un protocolo a lo largo del día

Los padres deben llevar un protocolo. En primer lugar, deben anotar durante una semana cómo es la rutina de su hijo, desde las horas de sueño y las comidas hasta las etapas de juego. “Para tener una visión amplia del sueño hay que ver qué pasa durante el día”, explica Gallinger.

En un próximo paso, el consultor y la familia fijan un objetivo. Gallinger señala que las expectativas deben ser realistas. “Que un bebé de cuatro meses duerma 12 horas seguidas, por ejemplo, no es algo acorde a su edad”, indica.

Las apps distraen

Gallinger asesoró a varias familias que tenían los mismos problemas que los Seifer. “Es normal que los padres quieran ayudar a sus hijos a dormirse”, explica.

Según cuenta, hay varios productos para esto: mecedoras, cajas de música, apps con sonidos. El problema, en su opinión, es que con estas herramientas los niños se duermen, pero por distracción o sobreestimulación, no porque se relajen.

En su opinión, es mucho mejor que los padres aprendan a acompañar a sus hijos emocionalmente en el proceso de dormirse. Una forma de hacerlo, para ella, es registrar el comportamiento del niño -llanto o inquietud- y tratar de responder a sus necesidades.

Considera que, de esta forma, el niño se siente seguro y es más fácil que pueda tener un sueño reparador.

Una vez que hay un objetivo, hay que tratar de desarrollar soluciones y probarlas. Para la familia Seifer, esto significó crear una estructura y reducir los estímulos.

Con el apoyo de Annika Gallinger desarrollaron una rutina de sueño para Anton. ¿La última amamantada antes de dormirse? En el sillón. ¿La canción para dormirse? Siempre la misma, cantada bien bajo.

Ya pasaron algunos meses desde el entrenamiento y la rutina para el sueño de Anton pudo ser instalada. Sin embargo, la familia de Anton está atenta a que no vuelvan a repetirse los malos hábitos. Por eso, entre otras cosas, los Seifer intentan no estar en el auto cuando a Anton le toca dormir, por ejemplo.

Qué tener en cuenta a la hora de elegir un consultor

“Dormir es algo muy individual y debe ser contemplado de forma individual. La variedad de necesidades de sueño es muy grande, también en niños”, afirma Lawrenz. Sin embargo, cree que cuando se promete éxito con un método o programa, hay que desconfiar.

Por otro lado, puede pasar que las familias contraten una oferta de entrenamiento que no funciona para ellas. “Si la situación no mejora aunque sea un poco después de cuatro semanas de entrenamiento y si no se alcanzó el objetivo deseado después de tres meses, hay que poner fin o buscar a otro consultor”, dice Lawrenz.

dpa

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