La Congregación Misioneras Siervas del Espíritu Santo de la cual Beatriz Irene Barón, más conocida como Hermana Mariblanca, formaba parte, dio a conocer su fallecimiento este viernes, a los 81 años, en Asunción.
Los miembros de su congregación destacan su tenacidad y su lucha en la conquista de los derechos y dignidad de los indígenas Ava Guaraní.
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En el 2021 publicó el libro “Los Avá Guaraní Paranaenses. Un etnocidio sistemático”, luego de haber acompañado por cuatro décadas a los nativos. La obra habla de lo que pasó con los indígenas Avá Guaraní Paranaenses a causa de la represa de Itaipú. Y también algunos antecedentes del etnocidio de los indígenas ya antes de la construcción de la represa.
El libro fue resultado de 35 años de investigación, siendo el principal objetivo que los indígenas puedan recuperar al menos parte de su antiguo territorio.
Entre sus iniciativas se detalla el inicio de la escolarización, buscando el modo de fortalecer la educación propia de los Ava, trabajó en la elaboración de materiales educativos para que los Ava de esa zona inicien su escolarización, abrió escuelas indígenas incluida una escuela agrícola.
Recuperación de tierras
También inició el proceso de recuperación del territorio tradicional de dicho pueblo, hoy más de 30.000 hectáreas de tierra fueron recuperadas y con posesión indígena.
Asimismo trabajó en el fortalecimiento de la etnomedicina y su vínculo con la medicina no indígena, realizando cursos y reuniones entre líderes religiosos, promotores de salud y personal de blanco no indígena.
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Nació en Posadas, Argentina, se inició en la congregación datan del año 1961, mientras que hizo sus votos perpetuos en 1971. Sus primeros pasos por las sendas misioneras en Paraguay lo hizo en el colegio Espíritu Santo de Juan León Mallorquín como docente. Estando en esta comunidad tomó contacto con el padre Nicolás Acuña, misionero del Verbo Divino que se encontraba acompañando a los pueblos indígenas del Alto Paraná y Canindeyú.
El salesiano José Zanardino recordó a Mariblanca como una hermana que vivió el evangelio no solo en la palabra, sino sobre todo con acciones, principalmente en favor de los pueblos originarios.
En la época dura de la dictadura Mariblanca se convirtió en defensora de las reivindicaciones de los indígenas afectados por el embalse y dedicó toda su vida para reclamar un nuevo territorio para los nativos. Algunas comunidades indígenas aún no fueron reubicadas, según comentó el salesiano Zanardini.
No cedió ante intimidaciones
La hermana Irene hasta había sido amenazada de muerte a raíz de su tenacidad en defender las tierras ancestrales de los indígenas frente a terratenientes. No obstante, no cedió ante las intimidaciones y prosiguió con su misión de probidad hacia los aborígenes.
Mediante su ascendencia alemana consiguió alianzas con organizaciones religiosas de Alemania para implementar varios proyectos en las colectividades indígenas de Paraguay.
La hermana Irene fue impulsora de la construcción de escuelas enfocadas a indígenas; además, de obras como dispensarios en las comunidades nativas. Mariblanca igualmente ejerció la docencia en las comunidades indígenas y creó materiales didácticos adaptados al idioma y cultura de los nativos.