Juan Bautista Cantero aún conserva el uniforme verde oliva y su notificación de baja militar, que dan cuenta de sus años como combatiente en la Guerra del Chaco. Además de estos elementos, su memoria es un testimonio vivo de aquellos tiempos.
El veterano puede pasar horas contando detalles de su experiencia durante los meses que pasó en la guerra, manteniendo una conversación coherente y afable. En cada ocasión especial aún viste su uniforme oliva.
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Dos momentos quedaron marcados en la vida de Cantero: el día en que decidió ir a la guerra y el aviso del fin de la contienda.
Cantero fue a la guerra siendo adolescente. Pese a que tuvo la opción de negarse, se ofreció para defender a su país. Le tocó pelear en la etapa final de la contienda.
“Me fui cuando tenía 15 años, cuando estaba por terminar la guerra. Mi hermano se fue a los ocho meses de haber iniciado la contienda y volvió herido. Cuando mamá vio a la comitiva que hacía reclutamiento, ya se echó a llorar. Conseguimos probar que era menor de edad, pero yo me ofrecí. Quería saber qué era la guerra, fui a pelear”, relató.
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Los momentos más duros que vivió fueron relacionados a la falta de agua. Sin embargo, su grupo se encontró con una aguada que les dio nueva vida.
Otro momento que recuerda con emoción es el fin de la contienda. Relató que una medianoche escucharon una balacera que parecía interminable y pensaron que otro campamento había sido atacado por el enemigo. Sin embargo, poco después les llegó la noticia de que se había firmado el tratado de paz.
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Esa misma madrugada, fueron conducidos a la línea de combate y en medio de llantos de alegría fueron recibidos con abrazos por parte de los soldados bolivianos. Ese momento fue aprovechado para realizar un intercambio de trofeos, consistente en cambiar algunas pertenencias como caramañolas, banderas, armas y otros objetos.
Tres años después de regresar de la guerra, Cantero se casó, tuvo 11 hijos y actualmente tiene decenas de nietos. Reside en el distrito de Itakyry, en Alto Paraná.