Pablo Sosa junto con sus compañeros de trabajo acudieron al tinglado del Club 3 de Febrero para demostrar apoyo a su patrón Antonio “Pele” Aranda, quien tenía la concesión del Casino Acaray. Nadie pensaba que sería protagonista de la peor tragedia de Alto Paraná.
Era jueves 4 de septiembre de 1997 y Aranda cerraba su campaña como precandidato por el Movimiento Reconciliación Colorada a gobernador de Alto Paraná para el período 1998-2003.
Alrededor de 4.000 personas asistieron al mitin político, que incluía presentaciones artísticas como estrategia para atraer una multitud para la demostración de la fuerza de convocatoria.
El clima estaba inestable, con luces fugaces de los relámpagos iluminando el cielo para anunciar una tormenta y como un presagio siniestro.
“Se me quedó grabado cuando una señora de Presidente Franco en su discurso dijo: Tou la tiempo vai, tou la ama; Antonio Aranda gobernador ra (Que venga el clima feo, que venga la lluvia; Aranda será gobernador)”, expuso Sosa que en aquella época tenía 31 años.
Arnaldo Maciel trabajaba en aquel entonces como camarógrafo de un canal local y recuerda que filmó el discurso de la mujer, que desafiaba al fenómeno meteorológico sin imaginarse lo que iba a ocurrir. “Poco antes de la tragedia salí del lugar para ir al canal para enviar las imágenes a Asunción”, agregó.
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En el cierre de campaña también estaba prevista la presencia del precandidato a la presidencia y líder de Reconciliación Colorada, el ahora fallecido Luis María Argaña. Pero su viaje desde Asunción se suspendió a raíz de las condiciones climáticas desfavorables.
El entonces precandidato a la senaduría Juan Carlos Galaverna fue uno de los principales oradores de la clausura de actos proselitistas en Ciudad del Este.
Varios testigos relataron a nuestra redacción que la tragedia se produjo poco después del discurso de Galaverna. “Che ndahaiva Ka’acupépe porque la Virgen isai hovy. Ha el día jajupi, jambosai pytãta pea lomitã (Yo no voy a Caacupé porque la Virgen tiene vestido azul. Cuando gobernemos vamos a colocarle un vestido rojo)”, habría dicho el veterano legislador a las 22:30 aproximadamente.
Sosa se encontraba en medio del tinglado cuando Galaverna terminó su discurso. “Ahí se apagó la luz, resplandecían los relámpagos. Un fuerte viento generaba una melodía en los adornos de la cantina. Entre las luces de los relámpagos, vi cuando caía el tinglado e intenté correr, pero tropecé por otras personas ya caídas”, rememora.
Vientos huracanados derribaron las columnas de 50 metros y el tejado metálico que medía 60 metros de largo y 40 metros de ancho. La caída de la estructura del tinglado sepultó a gran parte de la concurrencia. Al menos 38 personas fallecieron y casi 200 resultaron heridas.
Cuatro niños murieron aplastados por la multitud, que empezó a correr para salvarse de la tragedia, según publicaciones periodísticas de aquel tiempo.
Sosa milagrosamente se salvó de la tragedia, aunque sufrió fractura en dos costillas y golpe en la cabeza.
Aranda y Galaverna, igualmente, sortearon la muerte y quedaron atrapados en un hueco debajo del escenario.
“Aranda era mi patrón y lo buscamos con mi hermano. Cuando eso le saqué de un hoyo a Aranda y a Galaverna. Se rompió el escenario, cayeron al hueco y se quedaron con lesiones en la cara”, comentó Sosa. Aunque, la tristeza sería ineludible para Sosa con la muerte de tres compañeros de trabajo.
“Sólo recuerdo que terminé de hablar y entonces se apagaron las luces y el escenario se partió en dos. Caímos al suelo. Los médicos dicen que perdí como quince dientes y me fracturé el tobillo derecho”, había dicho Galaverna en la prensa en los días posteriores a la desgracia.
Fautos contratiempos
Reinaldo Núñez Rojas estaba invitado junto con una pareja de artistas para participar del cierre de campaña del Movimiento Reconciliación Colorada, pero por un contratiempo no asistió al evento.
“No vino la persona que nos iba a buscar. Estábamos con criaturas”, mencionó Núñez Rojas que residía a unas diez cuadras de la sede del Club 3 de Febrero.
No obstante, cuando sucedió el desastre se encontraba a solo una cuadra del tinglado. Había acompañado a un amigo chileno hasta la terminal de buses.
Ramón López también se zafó de la tragedia de forma milagrosa. Estaba en el tinglado con dos amigos con quienes planearon asistir al mitin político durante la jornada laboral en el microcentro esteño.
“Mientras daba su discurso Galaverna, me fui con un amigo detrás de dos chicas hacia afuera. Al salir del local no encontré a las muchachas y en ese momento se cayó todo. Lastimosamente mi amigo Francisco se quedó dentro y murió”, refirió.
Impactantes escenas
El derrumbe del tinglado significó para Ciudad del Este la peor tragedia de su historia. El colapso de la estructura dio lugar a impactantes escenas que se asemejan a sitios bombardeados.
Las imágenes de los cuerpos aplastados y desmembrados no se borraron de la memoria de los sobrevivientes y testigos, a pesar de que pasaron más de dos décadas.
Núñez Rojas pasó de la terminal al lugar del siniestro y observó el trágico escenario. “Hubo muchos muertos, otros se quedaron sin miembros”.
En la madrugada del 5 de septiembre, Arnaldo Maciel regresó con su filmadora al club 3 de Febrero para captar las imágenes del desastre. “Nos fuimos y ya encontramos todo para abajo. La gente atrapada debajo de los tirantes que cayeron. En cada morgue había cuerpos esparcidos, parecía hospital de guerra”.
Las causas reales de la tragedia nunca fueron aclaradas por la Municipalidad local ni por la Fiscalía.
Según los datos de la Dirección de Meteorología divulgados en la época, la velocidad de los vientos no sobrepasaba los 50 kilómetros por hora en la zona este en el día de la desgracia.
El entonces director de Obras la Comuna Esteña Dionisio Rojas y el arquitecto Luis Venazza expusieron la hipótesis de que el techo del tinglado colapsó a raíz de una falla estructural. Coincidieron en que las ráfagas de vientos no tenían la fuerza necesaria para generar la tragedia.