La singularmente influyente saga de terror Evil Dead de Sam Raimi, que lanzó merecidamente a la fama a quien luego iría a dominar las taquillas mundiales con su trilogía de Spider-Man, ha estado en un estado semi-letárgico en la última década, con un sólido pero algo olvidado “reinicio” en 2013 y una continuación televisiva de las películas originales que fue aplaudida pero tuvo poco impacto en los ratings. La cosa podría cambiar ahora, sin embargo, porque el regreso de esta saga de posesiones infernales al cine es probablemente lo mejor de Evil Dead desde que Raimi dejó la silla de direccion.
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La premisa es básicamente la misma que la de la película original y el reinicio: un desafortunado grupo de personas encuentra un libro maldito que acaba invocando a espíritus inimaginablemente crueles para su sangriento tormento. Lo que cambia es la locación, pasando de las cabañas en bosques de las películas pasadas a un ruinoso edificio de apartamentos en Los Ángeles, donde Beth (Lily Sullivan) visita a su hermana Ellia (Alyssa Sutherland) y a los hijos de esta justo cuando un terremoto abre la tierra bajo el edificio y deja escapar el mal.
Evil Dead siempre ha tenido un tono muy único dentro del contexto del cine de terror, desde sus inicios en 1981 como una producción de presupuesto microscópico hasta su secuela de 1987, en la que Raimi define más claramente su lenguaje visual influencias intencionales no solo de los clásicos de terror de clase B sino de la comedia física de Los tres chiflados o los trabajos de animadores como Tex Avery, elementos que siempre formarían parte del lenguaje visual de Raimi para adelante, y que en Evil Dead 1 y 2 se traducían en una energía maniática con la que espíritus sádicos jugaban bromas sangrientas al desafortunado Ash Williams, un personaje que de por sí era una excelente contradicción hecha hombre, un bufón con físico de galán de cine al que Bruce Campbell dotaba de toda su habilidad para la actuación física.
El reinicio de 2013, por otro lado, tomaba el lenguaje más serio y pulido que otras remakes de clásicos de terror como La casa de cera o Viernes 13 pusieron de moda en la década del 2000, con una historia más centrada en drama y desarrollo de personajes y un lenguaje visual más sobrio que sin embargo no podía resistir el impulso de emular a Raimi de vez en cuando, en tomas que francamente desentonaban un poco con el resto del filme.
En El despertar, el director Lee Cronin halla un buen balance entre los dos extremos, un atractivo pero pulido producto de la era de la cinematografía digital que sin embargo logra transmitir un poco de esa energía juguetona y desastrosa de la trilogía original, con generosas dosis de sangre y demás fluidos corporales de dudosa procedencia, y usos diabólicamente creativos de objetos caseros para causar daño corporal; no es por nada que si uno busca el hashtag de la película en Twitter, el ícono que lo acompaña es un rallador de queso.
Aunque las ambiciones dramáticas de la película se quedan un poco cortas de su ejecución, insinuando un enfoque a los elementos tradicionales de Evil Dead desde una perspectiva sobre la maternidad – no muy distinto al de la película anterior de Cronin, la sólida pero algo olvidable El boque maldito –, el cineasta irlandés se amolda con facilidad al ritmo frenético de la saga, imprimiéndole un tempo demencial que no desacelera una vez que las palabras malditas del Libro de los Muertos son leídas y el baño de sangre comienza.
También juega a favor del filme el hecho de que, a diferencia de Fede Álvarez, director de la película de 2013, Cronin nunca hace intentos muy obvios de emular a Raimi, más allá de algunas tomas infaltables como la icónica perspectiva en primera persona de un espíritu maligno volando hacia sus víctimas y uno o dos momentos de homenaje más descarado. Pero por lo general la película se sostiene con sus propios argumentos.
Y aunque el drama no esté muy trabajado y los personajes no sean lo más profundo, tienen la suficiente dimensionalidad y están lo suficientemente bien actuados para ser inmediatamente entrañables. En particular destaca Alyssa Sutherland, quien interpreta a una gran antagonista como la Ellie poseída, y Morgan Davies y Gabrielle Echols también exhiben carisma y arrojo como los hijos mayores de Ellie, cada uno de los cuales protagoniza su buena cantidad de memorables escenas de horror corporal.
La joven debutante Nell Fisher es toda una revelación como Kassie, la hija menor de Ellie, y ella junto a Lily Sullivan proyectan una interesante energía a lo Newt y Ripley de Aliens, en particular hacia los compases finales de la película.
Evil Dead: El despertar no llega a las cumbres de calidad, locura y atrevimiento de las entregas originales de Raimi o de algunos de los ejemplos más destacados del cine de terror de estudio de los últimos años como The Empty Man, Maligno o Bárbaro, pero es una cita imperdible para cualquiera que disfrute de horror bien hech y no haga asco a la violencia bien gráfica.
Calificación: 3/5
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EVIL DEAD: EL DESPERTAR
Título original: Evil Dead Rise
Dirigida por Lee Cronin
Escrita por Lee Cronin
Producida por Rob Tapert
Edición por Bryan Shaw
Dirección de fotografía por Dave Garbett
Banda sonora compuesta por Stephen McKeon
Elenco: Lily Sullivan, Alyssa Sutherland, Morgan Davies, Gabrielle Echols, Nell Fisher, Richard Crouchley, Mirabai Pease, Anna-Maree Thomas, Jayden Daniels, Billy Reynolds-McCarthy, Tai Wano