“Desencantada”: una secuela decepcionante de un cuento de hadas moderno

Como era de esperarse, Amy Adams vuelve a brillar en la secuela del querido musical de Disney “Encantada”, pero el buen trabajo de la actriz no alcanza para elevar una película que carece del encanto, el ingenio y el espectáculo de su predecesora.

Amy Adams en "Desencantada", estrenada la semana pasada en Disney+.Walt Disney Pictures
audima

(Disponible en Disney+)

Aunque no es lo peor que alguna de las varias cabezas de la hidra moderna de la cultura popular que es Disney ha producido en lo que va de este año - es una experiencia mucho menos dolorosa que Thor: Amor y trueno o la terrible “remake” de Pinocho de Robert Zemeckis –, esta secuela del entretenido musical de 2007 Encantada es poco más que otra expresión de la mediocridad en que se ha hundido recientemente el imperio que fundó Walt Disney.

Muchos años después de que la princesa Giselle de Andalasia (Amy Adams) llegara por accidente de su mundo de fantasía a Nueva York y se enamorara del abogado Robert (Patrick Dempsey), la pareja – ahora con un bebé pequeño - decide mudarse de la Gran Manzana al tranquilo suburbio de Monroeville, a pesar de lo poco que la idea parece agradar a la hija ya adolescente de Robert, Morgan (Gabriella Baldacchino). Sin embargo, la vida en su nuevo hogar acaba siendo más difícil de lo esperado, y Giselle utiliza un hechizo para transformar a Monroeville en algo más parecido a su vida de cuento de hadas, sin darse cuenta de las consecuencias de ese acto.

La película original de 2007 causó impacto no solo por sus excelentes canciones y la actuación reveladora de una Amy Adams que por entonces aún no había saltado a la fama internacional, sino por la postura satírica que tomaba hacia el esquema tradicional de películas basadas en cuentos de hadas sobre las que Disney cimentó su dominio del cine animado desde Blancanieves en 1937.

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Usando la presencia de personajes sacados directamente de un mundo que parece sacado de esos clásicos y trasplantándolos a la Nueva York moderna, la película se permitía burlarse afectuosamente de los clichés que Disney popularizó al mismo tiempo que hacía reverencia a esas tradiciones, de forma no muy distinta a lo que la saga Scream de Wes Craven hizo con el cine de terror “slasher”.

Ese tipo de humor “meta” iría, en los años siguientes, a convertirse en algo frecuente, algo a lo que la propia Disney volvería a recurrir, aunque de forma relativamente más sutil, en los argumentos de sus excelentes filmes animados Enredados y Frozen, y varias otras películas emplearían en sus propias parodias a sus respectivos géneros como La cabaña del terror o Deadpool. Podría decirse que la idea está algo gastada ahora, pero en 2007 se sentía fresca, y Encantada la combinaba con grandes actuaciones cómicas y musicales.

Desencantada, 15 años después, se siente totalmente carente de esa frescura y de la chispa creativa de la película original.

La película tiene una (1) idea creativa para darle un nuevo giro a su premisa de “cuento de hadas en el mundo real” (normalmente en este medio optamos por evitar los spoilers, pero este es realmente el único aspecto de interés en toda la película, así que no hay opción, así que esta es una advertencia de spoilers):

Giselle transforma Monroeville en un cuento de hadas y – en un efecto secundario existencialmente aterrador – cambia las personalidades de sus habitantes para encajar en ese contexto, sin pensar en que el cambio también la afectaría a ella. A consecuencia, por el hecho de que al casarse con Robert se convirtió en madrastra de Morgan, y teniendo en cuenta que en los cuentos de hadas las madrastras suelen ser malvadas, Giselle acaba convirtiéndose en una versión maligna de sí misma.

Es una gran idea, pero lastimosamente la película hace poco con ella más allá de darle una excusa a Amy Adams para darle un giro nuevo a su personaje y de nuevo ser lo mejor de toda la película, aunque con una vara mucho más baja. Toda la energía creativa parece agotada en esa premisa, y la película deambula arrastrando los pies hacia giros y conclusiones totalmente carentes de inspiración, entre antagonistas aburridos, subtramas insípidas y – lo más decepcionante de todo – canciones totalmente olvidables del generalmente incombustible Alan Menken.

Y visualmente la película realmente sufre en comparación a su predecesora por la mudanza de Nueva York a un suburbio genérico que luego se transforma en una aldea de cuento aún más genérica. La sensación de escala que los rascacielos de la Gran Manzana brindaban a la primera película desaparece reemplazada por... nada, realmente. El vestuario es bello, los números musicales tienen un montón de extras, pero esa intangible sensación de “superproducción” que la primera película tenía no está.

Desencantada es fiel al espíritu de la película original en una forma inesperada y ciertamente inintencionada: si la primera película era una parodia de los grandes clásicos animados de Disney, esta segunda parte tiene más en común con las secuelas de esos clásicos que Disney encargaba a estudios secundarios con una décima parte del presupuesto para lanzarlas directamente a vídeo o DVD.

Calificación: 2/5

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DESENCANTADA

Título original: Disenchanted

Dirigida por Adam Shankman

Escrita por Brigitte Hales

Producida por Amy Adams, Barry Josephson y Barry Sonnenfeld

Edición por Emma E. Hickox y Chris Lebenzon

Dirección de fotografía por Simon Duggan

Banda sonora compuesta por Alan Menken

Elenco: Amy Adams, Patrick Dempsey, Maya Rudolph, Gabriella Baldacchino, Jason Marsden, Idina Menzel, Yvette Nicole Brown, Jayma Mays, Griffin Newman, Óscar Núñez, Kolton Stewart, Alan Tudyk

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