A principios de la década del 2000, el meteórico salto a la fama del cineasta M. Night Shyamalan llevó a una memorable portada de la revista Newsweek que calificaba al director – que acababa de estrenar su tercer éxito consecutivo de taquilla y crítica, el magistral thriller de ciencia ficción Señales - como “el nuevo Spielberg”; luego de Señales, tras el pobre recibimiento de su ambiciosa e injustamente vilipendiada La aldea en 2004, Shyamalan entraría en un largo período de declive profesional del que solo saldría casi una década después.
No sería preciso llamar a Jordan Peele el “nuevo nuevo Spielberg” - principalmente porque Spielberg hay uno solo y porque cualquier cineasta que se precie tiene una voz creativa propia en vez de limitarse a imitar – o el “nuevo Shyamalan”, pero como el director de Señales, Peele está en una racha intachable, y con ¡Nop! como relevo de sus anteriores ¡Huye! y Nosotros, el director completa un triplete envidiable de películas de gran ambición temática y dramática presentadas con un magistral dominio del suspenso y un talento enorme para lo inquietante.
¡Nop! trascurre en un remoto rancho en California, propiedad de la familia Haywood, que se dedica a entrenar caballos para series de televisión, películas o comerciales. Un día, objetos aleatorios caen del cielo sobre el rancho como balas perdidas; una moneda penetra el cerebro del padre de familia, matándolo, y el rancho queda en manos de su hijo Otis Jr. (Daniel Kaluuya). Junto a su hermana Emerald (Keke Palmer), Otis Jr. descubre algo extraño en el cielo, un objeto imposible, un “milagro malo”, una nube que no se mueve, y ambos deciden intentar descubrir qué acecha el rancho y captarlo en vídeo.
Peele despliega un impresionante tapete de influencias que van desde ciencia ficción clásica hasta “sitcoms” de los ‘90, iconografía bíblica, westerns o anime, pero siempre mantiene una fuerte voz creativa que es suya y solo suya, uniendo todo ese caldo de referencias visuales y temáticas en una historia sobre lo que ocurre cuando miramos tan profundo y tan constantemente al abismo del espectáculo que el abismo cobra vida y amenaza con devorarnos.
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En una decisión que en principio parece errada pero que acaba teniendo perfecto sentido, Peele no se guarda por mucho tiempo la revelación de lo que acecha a los Haywood y a sus caballos, pivoteando la película de una historia de misterio a una en la que los Otis, Emerald y sus aliados intentan no solo sobrevivir al fenómeno que los atosiga sino también lograr documentarlo, en otra expresión por parte del guion de Peele sobre el instinto humano de convertir la tragedia en show y de domesticar lo desconocido en una prisión de posteridad a través del efecto normalizador de una cámara.
Eso mientras comenta, al mismo tiempo, sobre el legado afroamericano en la historia del cine. Otis y Em, que abren la película afirmando ser descendientes de un jinete negro anónimo que protagoniza una de las primeras series de fotografías jamás presentadas como imagen en en movimiento en la historia, no quieren ser relegados a ese mismo anonimato, con lo que el trepidante final de la película no solo es una lucha por la supervivencia sino una carrera contra el tiempo para lograr la primicia, la imagen perfecta, antes de que otros lleguen a ver, filmar y fotografiar lo que está ocurriendo.
Y hablando de filmar y fotografiar, luego de la escala relativamente compacta de sus dos primeras películas, Peele salta a un filme que se siente absolutamente enorme en lo visual. De la mano del director de fotografía habitual de Christopher Nolan, el gran Hoyte van Hoytema, la película envuelve al espectador en la enorme desolación del árido interior californiano, reduciendo a sus protagonistas al tamaño de hormigas ante las grandes expansiones de tierra plana bordeadas por colinas peladas sobre las que se cierne un cielo amenazante.
Es cierto que ir al cine está caro, y que una película tan buena como ¡Nop! vale la pena sin importar el tamaño de la pantalla en que se ve, pero al mismo tiempo esta es una de esas muy pocas películas que absolutamente aprovecha la enormidad de la pantalla del cine y el estremecedor sonido envolvente de una buena sala para crear una experiencia audiovisual de alto impacto.
La actuación de Daniel Kaluuya es retraída y estoica de una forma que, de nuevo, recuerda un poco a Señales y la emoción reprimida del protagonista interpretado por Mel Gibson. La enérgica y carismática presencia de Keke Palmer como la extrovertida Emerald hace buen contraste con ese trabajo más intencionalmente apagado de su co-estrella, como es también el caso con las más excéntricas presencias de Steven Yeun como un exactor infantil atrapado por un trauma del pasado, convertido en dueño de un parque de diversiones; o Michael Wincott como un intimidante documentalista.
Parafraseando la crítica del inmortal Roger Ebert a Señales, ¡Nop! es obra de un cineasta nato. Es un verdadero goce atestiguar en pantalla cómo un realizador de cine llega a la plenitud de sus habilidades. Esta es una de esas películas que inmediatamente se sienten como nuevos clásicos, y es absolutamente imperdible.
Calificación: 5/5
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¡NOP!
Título original: Nope
Dirigida por Jordan Peele
Escrita por Jordan Peele
Producida por Jordan Peele e Ian Cooper
Edición por Nicholas Monsour
Dirección de fotografía por Hoyte van Hoytema
Banda sonora compuesta por Michael Abels
Elenco: Daniel Kaluuya, Keke Palmer, Steven Yeun, Brandon Perea, Michael Wincott, Wrenn Schmidt, Keith David, Donna Mills, Osgood Perkins, Barbie Ferreira, Devon Graye, Terry Notary, Sophia Coto, Andrew Patrick Ralston, Jacob Kim, Jennifer Lafleur