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Con la nueva versión de Batman, el director Matt Reeves prueba que su talento para contar historias de fuerte impacto emocional, alta inteligencia y deslumbrante despliegue visual se extiende más allá de la ciencia ficción.
Esta nueva historia basada en el Hombre Murciélago de DC Cómics tiene una grandeza operática pero se mantiene anclada en un realismo temático y estético, un contraste que se manifiesta en una historia en la que elementos tétricos pero mundanos como asesinos seriales y mafiosos conviven armoniosamente con aspectos más “de cómic” como el personaje protagónico y una Ciudad Gótica que se siente moderna pero anacronística.
En esta historia, la cruzada enmascarada de Bruce Wayne (Robert Pattinson) ha trascurrido por dos años en los que Batman se ha convertido en una figura que inspira miedo en los criminales. Como narra Bruce al principio, la señal de Batman en los cielos perpetuamente nublados de Ciudad Gótica se ha convertido no solo en una llamada a la acción, sino en una advertencia para los criminales que la ven desde la calle y se preguntan si el Hombre Murciélago los está acechando desde las sombras.
En las vísperas de las elecciones municipales de la ciudad, el alcalde que buscaba la reelección es asesinado por un hombre enmascarado que se hace llamar el Acertijo, que anuncia que planea una serie de otros asesinatos con los que, según sus palabras, busca revelar y purgar la corrupción que infecta a las más altas instituciones de la ciudad.
La ciudad está enojada
Tradicionalmente en las mejores historias de Batman en todos los medios, Ciudad Gótica es un personaje en sí misma. Después de todo, Batman es un producto de su entorno, y algunas de las historias más memorables del Hombre Murciélago son sobre cómo su ciudad moldeó a Bruce Wayne y cómo la presencia disruptiva de Batman altera la atmósfera de la ciudad, para bien o para mal.
Y aunque en el cine Ciudad Gótica ha sido presentada en formas visualmente interesantes –como un gélido laberinto de asfalto y rascacielos en las películas de Tim Burton o un caleidoscopio de luces de neón y estatuas griegas gigantes en las de Joel Schumacher– y El Caballero de la Noche de Christopher Nolan centraba su conflicto en, como lo puso el Joker de Heath Ledger, un “duelo por el alma de la ciudad”; la verdad es que las Ciudades Góticas del cine nunca han tenido la textura y el alma que le imprimen Matt Reeves, su co-guionista Peter Craig y su director de fotografía, el gran Greig Fraser.
La Ciudad Gótica de este Batman es un lugar de atmósfera pesada, casi perpetuamente bañado por aguaceros y cruelmente segregado en zonas económicas; los ricos en sus torres, los pobres en los callejones, bajo los puentes, en decrépitas estaciones de metro donde están a merced de pandillas mientras los poderosos se codean con villanos en clubes nocturnos.
La ciudad es curiosamente atemporal, presentada casi como una versión exagerada y con tecnología moderna de la Nueva York infestada de basura y criminales que uno vería en películas de los ‘70 o las ciudades en tinieblas de thrillers más modernos como las excelentes Siete pecados capitales o Zodíaco de David Fincher, de las que Reeves claramente saca mucha inspiración.
La corrupción la ha dejado con un pie en el pasado, lastrada por las ruinas de edificios que nunca se terminaron de construir, orfanatos que cayeron en el abandono y almacenes donde la droga se mueve de forma clandestina. Una ciudad herida, enojada, como narra Bruce.
El nuevo Batman
En ese entorno, Reeves y Craig pintan a Batman y el Acertijo como dos caras opuestas de una misma moneda, en el sentido de que ambos a su manera se consideran agentes de la justicia y jinetes de la venganza: luego de moler a palos a un pandillero, Bruce declara “soy la venganza” a los aterrados cómplices de su oponente, como si cada criminal que golpeara fuera el hombre que mató a sus padres.
El Acertijo en esta versión es como una versión extrema y retorcida del propio Batman, en lo que Bruce podría haberse transformado tras la muerte de sus padres si no fuera un niño rico con un mayordomo paternal. Su visión de justicia es sangrienta y destructiva a un nivel indiscriminado, y aunque casi no comparten escenas juntos, el enfrentamiento entre él y Batman es fascinante por la forma en que constituye una especie de historia de origen para este nuevo Bruce Wayne, que a lo largo del filme es desarmado y reconstruido.
La segunda vez que la línea “soy la venganza” es dicha en la película, no es una declaración triunfal de amenaza sino un golpe en el estómago, y el excelente guion de Reeves y Craig sumado a la fantástica actuación de Pattinson convierten ese momento y los siguientes en algunos de los minutos más memorables y bellamente escritos del cine de superhéroes en mucho tiempo.
Grandes actuaciones y esplendor visual
La presentación de la película es impecable, como cabe esperar de un filme de esta envergadura. Greig Fraser, que en Duna creó imágenes vibrantes y de escala asombrosa, ricas en variedad a pesar de que esa película trascurría casi exclusivamente en desiertos grises, en Batman juega con las luces, la oscuridad y el enfoque de sus cámaras para crear imágenes hermosas o perturbadoras con igual eficiencia e impacto.
Y como ya viene demostrando desde Cloverfield, Reeves tiene un gran ojo para la acción, puntuando las fascinantes secuencias de investigación y deducción en las que Batman, Selina Kyle (Zoë Kravitz), Alfred (Andy Serkis) o Jim Gordon (Jeffrey Wright) indagan sobre el Acertijo y la mafia de Ciudad Gótica; con grandiosas secuencias de combate e incluso una tensa persecución de autos bajo la lluvia para lucir la nueva versión del Batimóvil, que termina en una toma sencillamente inolvidable de destrucción vehicular.
En cuanto al trabajo de Robert Pattinson, este actor se ha pasado la última década haciendo trabajos enormemente interesantes y variados que lo han definido como un actor curioso, intrépido y excéntrico, y esas cualidades le sientan bien a la hora de interpretar a un Bruce Wayne retraído, emocionalmente aturdido y obsesivamente centrado en su misión, que a pesar del impresionante físico de Pattinson parece perpetuamente enfermo, y que se pasa casi toda la película, con o sin máscara, con los ojos hundidos en maquillaje negro. Un auténtico héroe gótico moderno.
Jeffrey Wright como Gordon sigue probando que cualquier película sube varios puntos de calidad teniéndolo a él en el reparto, mientras que Zoë Kravitz es una heroína “noir” ideal como Selina la ladrona felina. La actuación de Paul Dano como el Acertijo es una de esas cosas que es mejor ver “a ciegas”, sin saber mucho de antemano, pero de más está decir que es extraordinaria.
Cabe resaltar, sin embargo, que aunque la película mantiene un tono sombrío y oscuro, no está desprovista de humor, pero es un humor menos ostentoso que al que Marvel y sus diálogos cargados de chistes nos tienen acostumbrados. El Acertijo demuestra un muy retorcido sentido del humor en sus rompecabezas, y hay un momento de comedia física y verbal que involucra a Colin Farrell –que interpreta a la nueva versión de el Pingüino– que debería arrancar una que otra carcajada en la sala.
Gran espectáculo y un muy elaborado guion hacen de la nueva transmutación cinematográfica de Batman una de las mejores propuestas que el cine de superhéroes ha producido en mucho tiempo.
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BATMAN (The Batman)
Dirigida por Matt Reeves
Escrita por Matt Reeves y Peter Craig (basada en personajes creados por Bob Kane y Bill Finger)
Producida por Matt Reeves y Dylan Clark
Edición por William Hoy y Tyler Nelson
Dirección de fotografía por Greig Fraser
Banda sonora compuesta por Michael Giacchino
Elenco: Robert Pattinson, Zoë Kravitz, Paul Dano, Jeffrey Wright, John Turturro, Colin Farrell, Andy Serkis, Peter Sarsgaard, Jayme Lawson, Gil Pérez-Abraham, Peter McDonald, Alex Ferns, Rupert Penry-Jones