“Spider-Man: Sin camino a casa”

Un ejercicio de apelación desvergonzada a la nostalgia que sorprendentemente también se acuerda de ser una buena película del Hombre-Araña.

Tom Holland en "Spider-Man: Sin camino a casa", en cartelera en cines de Paraguay.Matt Kennedy / Sony Pictures/Marvel Studios
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Cada rumor, cada nuevo tráiler oficial o filtración pirata sobre Spider-Man: Sin camino a casa en los meses previos a su estreno era en igual medida intrigante y algo preocupante.

Toda esa información vendía la película como desesperadamente enfocada en satisfacer a los fans usando la excusa del “multiverso” para traer a viejos conocidos de las películas del Hombre-Araña pre-Tom Holland y surfear la ola de nostalgia hacia unas recaudaciones taquilleras predeciblemente aplastantes.

Basar opiniones en tráilers es insensato, pero al mismo tiempo inevitable al menos en cierta medida, y el aroma que emanaba de esos avances de Sin camino a casa que nos hostigaban en redes sociales y se proyectaban en casi cada función de casi cada película en casi todos los cines desde hace meses parecía indicar una película con poco que ofrecer más allá de mostrarnos cosas que reconocemos de películas mejores del pasado.

Y la verdad es que Spider-Man: Sin camino a casa es precisamente eso, un desvergonzado tour de nostalgia diseñado para hacer que los fans salten en sus asientos con cada personaje del pasado que aparece.

Pero afortunadamente los realizadores también se acordaron de hacer una buena película de Spider-Man, una que presta de la trilogía de Sam Raimi no solo algunos personajes, sino también un profundo entendimiento de por qué Spider-Man es un personaje que cala tan hondo en los corazones de quienes leen sus cómics o ven sus series o películas.

Sin camino a casa comienza inmediatamente después de los eventos de Spider-Man: Lejos de casa. Como un acto final de venganza desde ultratumba, Mysterio ha revelado al mundo que Peter Parker (Tom Holland) es Spider-Man, y predeciblemente su vida y la de sus seres queridos comienza a sufrir consecuencias.

Por eso, Peter acude al Doctor Strange (Benedict Cumberbatch), quien le propone un hechizo para borrar de la memoria de todo el mundo que Peter es Spider-Man. Sin embargo, el hechizo sale mal – por culpa de Peter – y abre una grieta entre dimensiones que hace que enemigos de los Hombres-Araña de otros universos comiencen a entrar.

Nunca vimos la historia de origen de esta versión de Spider-Man, lo que tiene sentido desde el punto de vista de los realizadores: ya vimos lo de la mordida de la araña radiactiva, la muerte del tío Ben y “un gran poder conlleva una gran responsabilidad” en dos películas anteriores sobre dos versiones distintas del Hombre-Araña, por lo que pasar de eso y presentarnos a un Spider-Man novato pero ya establecido como hicieron los guionistas de Capitán América: Civil War tiene perfecto sentido.

Pero a consecuencia de eso, la versión de Holland de Spider-Man siempre se sintió algo incompleta en relación a la versión de Tobey Maguire o incluso la de Andrew Garfield. El Spider-Man de Holland se definía más por el universo que lo rodea, por su relación con Tony Stark y los Vengadores o los eventos a gran escala del “universo cinematográfico Marvel” que por su propia personalidad o filosofía.

Entonces resulta sorprendente darse cuenta, cuando uno está viendo Sin camino a casa, que los realizadores hicieron que esta sea la “película de origen” del Spider-Man Holland.

Es esta la película en la que Peter aprende que a la frase “un gran poder conlleva una gran responsabilidad” siempre le faltó una parte implícita: gran poder trae gran responsabilidad y gran sacrificio.

Los problemas que enfrenta en la película nacen de su comprensible incapacidad de aceptar esos sacrificios, y aunque la película da mil volteretas con su argumento sobre dimensiones alternativas, magia y referencias nostálgicas, la columna dramática que sostiene la película es sorprendentemente sólida; por primera vez desde su aparición en Civil War, el Peter de Holland tiene una película en la que auténticamente evoluciona, y es ese viaje de principio a fin el que ilustra por qué Spider-Man ha logrado capturar de forma tan absoluta tantos corazones a lo largo de 60 años de existencia.

En Sin camino a casa, el Spider-Man de Tom Holland pasa de ser el protegido de un millonario a ser el héroe “del pueblo” que siempre fue el personaje, uno que comprende que a pesar de lo mucho que tiene que sacrificar para ser un héroe, lo hace simplemente porque es incapaz de no hacerlo, incapaz de mirar a otro lado si alguien sufre, incapaz de no arriesgarse a morir para salvar a los pasajeros de un tren fuera de control.

Sin camino a casa es también un muy efectivo homenaje a las versiones anteriores de Spider-Man en el cine, tanto de forma intencional como accidental.

Algunos de los villanos que regresan como el Sandman de Thomas Haden Church – un personaje muy interesante que por segunda ocasión se ve relegado a una parte menor de una historia sobrecargada, y por lo tanto es desperdiciado – o el olvidable Lagarto de Rhys Ifans son poco más que extras, y el Electro de Jamie Foxx es básicamente un personaje totalmente nuevo con poco en común con su aparición en El sorprendente Hombre-Araña 2.

Pero la película se luce con su interpretación de los villanos más clásicos de la “era Raimi”, el Norman Osborn de Willem Dafoe y el doctor Octavius de Alfred Molina, ambos villanos trágicos cuya dualidad los hacía enormemente fascinantes y que sus excelentes actores supieron explotar de forma maravillosa en Spider-Man 1 y 2.

En especial Dafoe, un actor que parece físicamente incapaz de no dar el 100% de su talento a todos los papeles que interpreta, se roba la película tomando la naturaleza de “Dr. Jekill y Mr. Hyde” de su Norman Osborn y subiéndole la intensidad hasta convertirse en un personaje tan trágico y aterrador como lo era hace 19 años.

Algunas de las otras incorporaciones de películas anteriores – que no van a ser mencionadas para evitar spoilers específicos - no tienen el mismo impacto, aunque la calidez general de la película hace que incluso los elementos que no terminan de funcionar de todo sean tolerables o incluso disfrutables.

Sin embargo, donde la película pierde puntos importantes en comparación con los filmes de Sam Raimi o incluso los de Marc Webb es en la calidad de sus secuencias de acción, caótica hasta el punto de ser ilegibles.

La mejor escena de acción de la película es por defecto la primera, el muy publicitado enfrentamiento con Octavius en la autopista, simplemente por el hecho de que trascurre de día y es ligeramente más fácil de seguir que las otras secuencias que trascurren de noche y por una combinación de tomas demasiado rápidas con cámara sacudida - además de una iluminación insuficiente del proyector de la sala de cine en la función que me tocó - hacen que la acción sea por momentos incomprensible.

Comparar la acción de Sin camino a casa con algo como la espectacular pelea entre Spider-Man y Octavius en la torre y el tren de Spider-Man 2 sería injusto porque Spider-Man 2 es una película prácticamente perfecta. Pero incluso bajando un poco la barra a la relativamente inferior Spider-Man 3 e incluso la terrible El sorprendente Hombre-Araña 2, Sin camino a casa aún sale perdiendo.

La secuencia de acción final de Spider-Man 3 es similar a la de Sin camino a casa en locación y cantidad de personajes involucrados, incluso también trascurre de noche, pero en cada toma de esa batalla Raimi muestra gran cuidado al detalle y al flujo de la acción, manteniendo claridad y consistencia a pesar del gran despliegue de efectos especiales.

Teniendo en cuenta los avances de los efectos especiales desde la época en que Raimi hacía sus películas, resulta impresionante que una película con tantos recursos como Sin camino a casa se quede tan corta en la calidad de su espectáculo.

Pero aunque técnicamente deja mucho qué desear, Spider-Man: Sin camino a casa carga el suficiente corazón y espíritu para hacer justicia al Hombre-Araña.

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<b>SPIDER-MAN: SIN CAMINO A CASA (Spider-Man: No Way Home)</b>

Dirigida por Jon Watts

Escrita por Chris McKenna y Erik Sommers (basada en personajes creados por Stan Lee y Steve Ditko)

Producida por Kevin Feige y Amy Pascal

Edición por Leigh Folsom Boyd y Jeffrey Ford

Dirección de fotografía por Mauro Fiore

Banda sonora compuesta por Michael Giacchino

Elenco: Tom Holland, Zendaya, Benedict Cumberbatch, Jacob Batalon, Marisa Tomei, Alfred Molina, Willem Dafoe, Jamie Foxx, Jon Favreau, J.K. Simmons, Thomas Haden Church, Rhys Ifans, Tony Revolori, Benedict Wong, Angourie Rice, Hannibal Buress

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