Luego de haber conquistado el mundo con Frozen en 2013, la venerable casa de animación de Disney, aún el corazón latiente del cada vez más hinchado cuerpo corporativo que es la casa de Mickey Mouse, vuelve al mundo de Arendelle con la que probablemente es su película más ambiciosa de la década.
La historia de esta secuela trascurre unos años después de que Elsa (Idina Menzel) aprendiera a controlar sus poderes de hielo y, con su hermana Anna (Kristen Bell) salvara al reino de Arendelle. Desde entonces, el reino ha prosperado, pero Elsa comienza a escuchar una voz misteriosa que la llama desde lo lejos, y accidentalmente acaba despertando espíritus elementales que obligan a evacuar Arendelle.
Para salvar a su reino, Elsa, Anna, Kristoff (Jonathan Groff) y el muñeco de nieve Olaf (Josh Gad) deben viajar a un bosque encantado donde esperan encontrar no solo la explicación de la ira de los espíritus, sino respuestas sobre el pasado de los padres de Elsa y Anna, y el origen de los poderes de la joven reina.
Frozen II se siente como un resumen y una conclusión de la envidiable década que tuvo Disney Animation.
La escala de la película, tanto en la narrativa como en lo visual, hace que la la primera Frozen – y todo lo demás hecho por Disney desde 2010, con la posible excepción de Moana –, se sienta diminuta, parándose en los hombros de esos filmes anteriores y sus avances tecnológicos con resultados más mágicos que nunca.
Al igual que Zootopia usa su fantasía como una interesante – y sorprendentemente sutil – alegoría de problemas del mundo real, en este caso el imperialismo; y se sumerge mucho más en conceptos de alta fantasía que cualquera de los esfuerzos de Disney en el género en esta década.
Pero esa ambición le resta precisión al guión de Jennifer Lee – co-directora de la película con Chris Buck, el mismo dúo del filme original –, y como resultado la primera mitad de la película se siente algo carente de dirección, estableciendo misterios, motivaciones y personajes nuevos que nunca tienen la oportunidad de brillar y pesar tanto como el reducido elenco y la trama en comparación limitada de la primera Frozen.
Esa primera mitad aún es disfrutable gracias al encanto de los personajes, el esplendor visual del trabajo de años de la gente de Disney Animation y un nuevo repertorio de bellas canciones de Robert Lopez y Kristen Anderson-Lopez, pero la mayor parte de esa primera parte se siente como que la película está corriendo sin moverse y haciendo malabares con demasiados platos, tratando darles a Olaf y Kristoff – que tiene la canción más prescindible de toda la película - cosas que hacer y sacrificando tiempo que quizá hubiera sido mejor empleado profundizando aún más en la relación de amor intenso y miedo a la pérdida que ata a Elsa y Anna.
Sin embargo, llega cierto punto en la película – lo reconocerán cuando vean un barco – en que el tono del filme cambia, el guión se centra en los personajes que verdaderamente importan y deja de lado todo lo demás para centrarse en brindar un espectáculo de catarsis que resulta en algunas de las secuencias de fantasía más impresionantes del año, la mejor canción de Disney de toda la década – el grandioso himno Show Yourself (Muéstrate) que golpea como un meteorito antes del clímax de la película – y termina de armar el rompecabezas de Elsa y Anna como personajes individuales y su relación de una forma hermosa.
Frozen II, aún con sus defectos, es un cierre excelente para una década espectacular de los estudios de animación de Disney.
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FROZEN II
Dirigida por Chris Buck y Jennifer Lee
Escrita por Jennifer Lee
Producida por Peter Del Vecho
Edición por Jeff Draheim
Banda sonora compuesta por Christophe Beck
Canciones originales compuestas por Kristen Anderson-Lopez y Robert Lopez
Elenco: Idina Menzel, Kristen Bell, Jonathan Groff, Josh Gad, Sterling K. Brown, Martha Plimpton, Evan Rachel Wood, Alfred Molina, Jason Ritter, Rachel Matthews, Ciarán Hinds, Jeremy Sisto