La primera fecha del colectivo Lava conjugará movimiento, performance y música, con la sinergia como motor. Con su evento Festival Lava buscan ser un nuevo espacio en el que cada fiesta tiene su lugar y donde confluyen distintos géneros y expresiones, como el house, disco, techno, baile funk brasileño, latin club, electro, bass, breaks, Leftfield, drum ‘n’ bass, industrial, entre otros.
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El objetivo es presentar un showcase de cada uno de los ciclos que componen el colectivo, celebrando la resistencia y singularidad de cada uno. En esta ocasión se presentarán Amoral, Black Jesus, Doggy Style, Izela, Rey Caniche y Wasabi. Las entradas siguen en venta a G. 20.000, a través de Tuti.
Este grupo nace así desde la visión de todos sus integrantes de mejorar las condiciones laborales, de presentar la diversidad de estilos que abrazan, como también de generar un espacio seguro para personas de la comunidad LGBTI, que “no siempre son tenidas en cuenta en la escena mainstream”, expresó la DJ Izela.
Al Colectivo Lava, según contó, los une que “todo el grupo pertenece al grupo LGBTI, hay personas trans, no binarias, gays, lesbianas, bisexuales”. “Todo esto surgió también porque tenemos esta urgencia de querer mostrar nuestro laburo, y la mayoría, por cuestión de identidad o alcance, no tiene los medios para mostrarlo”.
Todos los responsables ven con muy buenos ojos cómo va creciendo la escena de la música electrónica pero, al mismo tiempo, notan con un poco de pesar que esto no es tenido en cuenta en el país. “Lo que pasa en Paraguay con la fiesta electrónica es algo muy sólido, pero no hay una visibilización desde lo estatal. Tampoco entra en medios de cultura, y eso que tenemos productores de calidad, DJs que ya hicieron tours mundiales, pero no hay registro de esto que nos permita renovar el público”, explicó la artista.
“Al final del día no tenemos muchas alternativas si no son en espacios autogestionados como La Serafina, La Chispa, el Juan de Salazar, Café Consulado, esos son nuestros escenarios constantes. Todos estamos buscando la manera de sobrevivir con nuestro arte”, refirió.
Crecer seguros y contenidos
La seguridad es también algo primordial para el Colectivo Lava, que tiene como gran referencia a la escena electrónica LGBTI de Brasil. “La movida allá es un sueño, inclusive tienen apoyo gubernamental, porque también la gente tiene otra mentalidad. Acá la mayoría de las personas del colectivo buscan espacios de disfrute, de soltura, si bien hay espacios que brindan seguridad, no se da en lo electrónico, por eso creamos este espacio”.
Algo que también este grupo quiere enseñar a la gente es a no demonizar a las escenas, a demostrar que estos espacios son seguros e incentivar a tomar decisiones saludables. “Nada en este país está regulado, por ende la información es nula, a diferencia de otros países. Acá hay un miedo de hablar de eso, entonces nosotros queremos incluir espacios de reducción de daños, para que la gente vaya a disfrutar de forma consciente”, expresó.
Un colectivo para respirar
Pero contra todo eso, la lava se expande y busca transformar todo a su paso. Incluso ellos entendieron que la unión es sinónimo de crecer y la comunidad es la clave para avanzar. “Otra problemática acá es que todo es muy pequeño y la gente toma al otro como competencia. Si hacés algo diferente, peor. Aquí está todo muy homogeneizado entre techno y house, y todos los que conformamos este grupo tocamos géneros alternativos a lo mainstream o a lo que más vende, reduciendo nuestra posibilidad de tener espacios”, dijo con honestidad.
Pero ellos están seguros del camino elegido, porque entienden que hacer lo que a uno le apasiona es lo correcto. “Elegimos ser un colectivo para sobrepasar esos miedos e inseguridad de: si gana mi compañero yo me quedo atrás, porque no es así”, aseguró.
Izela pensó también que parte de esta construcción es entender que “la comunidad es también dialogar con el conflicto, algo sano si sabemos sobrellevarlo, pero al ser todo tan chico aquí a veces no sabemos lidiar y el espacio de vulnerabilidad que tenemos con la exposición es gigante”.
“Queremos que el conflicto sea transitado con cuidado. Ese peso de la crítica externa es horrible, entonces esto es también autocuidado, porque si dejamos que las voces externas ganen, vamos a dejar de hacer todo esto que costó muchísimo tiempo: reclamar espacios que antes eran dominados solo por hombres. Si necesitamos sobrevivir tenemos que unirnos”, sentenció.
A la hora de parar a reflexionar sobre el camino transitado hasta ahora y si son conscientes de que han logrado mucho, dijo que es fundamental parar a observar eso. “Cada tanto tenemos esos momentos de pausa donde vemos lo que estamos construyendo, ahí viene el alivio. Todes, de alguna manera u otra, por más que tengamos muchas otras responsabilidades recurrimos a estos espacios para vulnerabilizarnos, más allá de producir o entrar en la máquina, es un espacio de respiro. Nos estamos permitiendo sentir y tenemos este espacio para apoyarnos, ya que todo está difícil afuera”, señaló.
El cuidado y la contención entre los integrantes es lo más imprescindible, según su visión. “Yo me animaría a decir por todos que es un respiro y un recordatorio constante de saber que podemos permitirnos reprogramarnos, cambiar de planes”.
Además, confirmó que espacios como este resultan ideales para “encontrar fuerza, ya que fuera de esto no encontramos”. Si bien no pueden ver el futuro ni estar seguros de qué cosas se vayan a lograr, Izela compartió su pensamiento de que están construyendo un camino.
“Agradezco que haya sido con estas personas, porque desde sus vivencias individuales han pasado mucho, como la cuestión identitaria y otras cosas. Esas diferencias de contexto traen un significado más a lo que hacemos, podemos armar así un rompecabezas y eso lo hace bastante esperanzador dentro de todo”, cerró.