Berta Rojas en concierto: de esas noches de magia y esperanza

“¿Cómo agradecer?”. Es lo primero que expresó Berta Rojas, nuestra máxima embajadora de la guitarra en el mundo, anoche antes de empezar el concierto con el que presentó obras de su disco “Legado”. Emocionada, ella se preguntaba cómo agradecer tanto cariño de un público que agotó entradas para verla llenando así el Teatro Municipal “Ignacio A. Pane”. Pero en el fondo, ella sabe que su agradecimiento es su excelencia musical y sus emocionales interpretaciones, ingredientes que sobraron en esa noche llena de magia.

Berta Rojas envuelta en un altar de luces, donde ella fue el faro más resplandeciente.Pedro Gonzalez
audima

El Teatro Municipal, anoche, fue como un oasis exuberante. Un lugar en el tiempo y en el espacio que se tornó único para las almas que llenaron cada espacio. Afuera, la vida nocturna seguía con su rutina, pero ahí adentro brotó la belleza y afloraron un sinnúmero de emociones. La causa: Berta Rojas presentando su flamante nuevo disco “Legado” y otras obras universales.

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“¿Cómo agradecer?” decía, siendo ella quien más emocionada se veía ante tanto reconocimiento. Afirmó que era un día de muchas emociones y que no podía ocultarlas. “Después de una pandemia podemos encontrarnos para hacer música juntos, porque lo que se hace desde un escenario es compartir un mensaje de música que ustedes reciben y me devuelven a mí. Esa es la magia de este arte que hacemos todos juntos. Muchas gracias por estar aquí”, dijo antes de comenzar.

“Segovia”, de la francesa Ida Presti (1924-1967), una de las homenajeadas de la noche, fue la obra con la que Berta hizo desplegar las alas de su guitarra. Y esta pieza era también un tributo de Presti al español Andrés Segovia.

Desde el “vamos” los dedos de Berta iban y venían, abriéndose cual racimo que florece colorido, oloroso y con vigor en primavera. O como esas raíces que se contagian y hacen proliferar diferentes tipos de hojas, de varios colores, tamaños y texturas, sacando así también esa variedad sonora de su guitarra.

Las luces del escenario servían para iluminar y resaltar aún más el sentir onírico que emanaba del escenario.

“¿Por qué si ellas fueron parte de la historia de la guitarra sus nombres raras veces aparecen? Ellas que también compusieron, arreglaron, tocaron conciertos por todo el mundo. Sin embargo, pareciera que fue un mundo solo de los hombres. Por eso me pareció importante hacer este homenaje, para traerlas a la conversación”, expresó Rojas luego, para presentar “Idylle pour Ida”, tributo del británico John Duarte a Presti.

En ese mismo espíritu de homenajes, algo que reinó en la noche, interpretó luego la divertida y juguetona “Danse Rythmique”, que Ida Presti dedicó a su esposo y dúo de guitarra Alexandre Lagoya, con quien viajó por el globo.

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Cerrando este tramo trajo de nuevo a Segovia a la conversación, contando que este comisionó al español Federico Moreno Torroba la Sonatina en tres movimientos que interpretaría, y que según contó Presti la tocó a sus 13 años de edad, confirmando su calidad de prodigio. Esta obra no está en el disco, pero sirvió para retratarnos las inspiraciones musicales que atravesaron a Presti.

Celebrando a la región

La segunda parte estuvo dedicada a la figura de la argentina María Luisa Anido (1907-1996) y a compositores de nuestra región, como el brasileño Sergio Assad y al infaltable Agustín Barrios “Mangoré”.

“¿Dónde estaba la mujer en esos años?”, expresó Rojas al volver al escenario tras una breve pausa, y siguiendo con el concierto que era en parte como una gran clase magistral de historia e interpretación guitarrística. Empezó a narrar sobre la vida de María Luisa Anido, “gran virtuosa de su tiempo”.

En ese momento invitó a la gente a imaginar que Anido “tiene que esperar a que sus padres mueran para poder aceptar invitaciones que llegaban hasta ella y poder salir con su guitarra por el mundo”. Dijo que hay grabaciones donde podemos verla con el pelo ya entrecano brillando en grandes salas del mundo.

Berta Rojas puso mucho de emoción como también de fuerza, en una admirable mezcla con ternura y sensibilidad.

A Anido, Rojas la calificó como “rebelde” por dos cosas: por tocar la guitarra, “porque era más fácil tocar el piano, dibujar, pintar; tareas mejor vistas para una niña”, y porque escribía folclore, “supongo que sería mejor visto que escribiera música clásica, que también lo hizo maravillosamente”, dijo.

En clave de homenaje, nuevamente, Berta pasó a interpretar “Anido’s Portrait”, que Assad compusó exclusivamente para este álbum. En esta parte Rojas también sacó a relucir su destreza como docente, ya que se dirigió a su numeroso “alumnado” para explicar que Assad compone a través de criptogramas musicales, lo que significa que las letras del alfabeto se traducen en notas, creando una figura musical para el nombre de María Luisa. Y eso no es todo, porque la obra dividida en cuatro movimientos representa sonoramente diferentes regiones geográficas por las que Anido viajó.

Con el corazón amplificado

Luego, una divertida y pícara Berta, que como dijo no podía dejar de ocultar sus emociones, aprovechó la complicidad con la gente para invitar a un juego. Preguntó si se animaban a escuchar la siguiente obra sin la amplificación del micrófono, para probar la acústica del Teatro Municipal. Así sonaron las Tres Danzas Paraguayas, de Mangoré, con el sonido prístino de La Rojita.

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Lo que se amplificó en ese momento fue esa magia con la que Berta ya venía regando toda la noche. El sonido limpio y puro salió volando desde la primera hasta la última fila, desde el primer palco hasta “paraíso”. La gala se transformó en una reunión como en una casa, porque Rojas hizo que la cercanía sea completa. Sí, el teatro tiene una acústica asombrosa y La Rojita emanó su fuerza inclaudicable.

“Quiero cerrar este concierto con la obra maestra de Agustín Barrios”, dijo casi al final la artista, para presentar “La Catedral” con sus tres movimientos. Resaltó el primero llamado “Saudade” para hablar de ese sentimiento que ella y muchos paraguayos conocen al partir.

En muchos tramos del concierto la concertista conversó con el público, contando cosas, enseñando otras y también agradeciendo.

En ese momento recordó también a “un paraguayo increíble que no solo soñó un Paraguay mejor sino ayudó a construirlo”, mencionando al periodista Humberto Rubin, fallecido recientemente, y con quien en ese mismo escenario hizo el espectáculo “Las cartas de Barrios” en el año 2007. “Indefectiblemente pienso en él tocando Barrios en este teatro”, indicó.

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La guitarrista se retiró del escenario ovacionada por un público que saltó instantáneamente de sus asientos ante la última nota del allegro de “La Catedral”. Pero ese acuerdo tácito de una obra más, fuera de programa, tenía que cumplirse, porque la gente no quería irse aún. Quería seguir con ese intercambio de gratitud a través de la música.

Así volvió la artista para recordar una leyenda. “No sé si es cierta, pero me encanta contarla porque ayuda a pensar lo que habrán sido los últimos días de Barrios en El Salvador”, expresó para luego relatar la historia que envuelve a “El último canto” o “Una limosna por el amor de Dios”. Se cuenta que una anciana golpea la puerta de Mangoré y le pide una limosnita, y que después de que él fallezca sus alumnos encuentran esta obra en su casa.

Antes, y nuevamente enseñando, explica que para esta pieza Barrios desarrolló la técnica del trémolo, con el que una nota suena sostenida por la rápida sucesión de la mano derecha. “Yo tenía un trémolo muy malo”, dijo Berta y todos rieron. Reconoció que practicó mucho en sus clases. “Este es mi homenaje a Agustín Barrios y este trémolo que espero sea digno de este público maravilloso. Muchísimas gracias”, dijo para cerrar una de las noches más memorables que tuvo el Paraguay en lo que va del año.

Berta Rojas: cálida y amorosa, se desdobló en agradecimientos a su público.

Así se fue una gala en la que Berta tocó todo un concierto con personalidad, ténica, virtuosismo, sensibilidad, fuerza y un notable amor. Su mirada, a veces, se alzaba hasta el cielo de luces que seguro ella visualizaba en ese momento. Por momentos cerraba los ojos, acompañando la ejecución con leves movimientos de su cuerpo. Respirando en los instantes necesarios y soltando todo el aire en notas brillantes.

Una noche en la que rindió homenajes a dos pioneras de la guitarra clásica y en la que abogó por seguir descubriendo y estudiando voces. Una noche en que recordó a sus héroes de la guitarra y del Paraguay. Un momento en ese oasis en el que el tiempo fue solo de Berta y su público. Creyentes o no, esa noche la magia existió y se hizo música, se hizo aplausos, encuentro, amor. Esa noche la magia se hizo esperanza.

Berta Rojas se despide hoy del Teatro Municipal de Asunción, a las 20:30. Aún quedan entradas en venta a través de Ticketea. La gira, que emprendió para presentar su álbum “Legado”, proseguirá en Buenos Aires y Encarnación.

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