“La obra muestra en escena el profundo impacto que ha ocasionado la pandemia a nuestra entonces ‘normal’ manera de vivir la vida. El tango se ha visto forzado a sobrevivir bajo estrictas normas de aislamiento poniendo en jaque al abrazo que nos mantenía unidos y volviéndonos dependientes de la tecnología para permanecer en contacto con su magia”, refiere la explicación de la puesta.
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“Tanto nosotros como el baile hemos sido espectadores y partícipes de una pandemia que ha llevado suspiros como bocanada de aire vacía y que nos ha enseñado un nuevo concepto de libertad: entendimos al abrazo como significado de vivir”, señala el texto.
“La idea del confinamiento, el aislamiento, la censura y las consecuencias de todo ello también están representados en escena mediante pequeños bloques que combinan a Piazzolla, teatro y danza. “Ruptura” es un espectáculo que nos cuenta la historia que hemos vivido, y el tango es uno de los personajes principales en esta cruda y no ajena realidad”, detalla.
La obra es interpretada por los argentinos Max Van de Voorde y Giselle Bogado, y la compañía Más Tango, integrada por Vicky Arditi, Christian Fleytas, Fernanda Vargas, Joaquín Barrios, Elías Miranda, Mercedes Vallena, Auxi Barrios, Laura Almada, con la participación especial de Techi Román, Ale Méndez, Óscar Arévalos, Gustavo Lara (violín) y Francis Leonor (voz).
Del Chaco a Japón
Este espectáculo es credo por Max en un momento especial de una carrera que empezó cuando era muy pequeño, ya que se acercó al tango en su Resistencia (Chaco) natal casi como una excusa para ver a una compañera que le gustaba, según contó con mucha picardía en una entrevista con ABC.
Al cumplir la mayoría de edad llegó la famosa decisión de qué hacer con su vida. “Mi mamá me dijo que obviamente tango no y mi papá me dijo ‘bueno, si es lo que querés’”, recordó sobre ese momento. Por suerte para él llegó una señal. Surgió una posibilidad para trabajar afuera del país, específicamente en Japón. “Por suerte, porque era o ser militar o psicólogo, nada que ver una cosa con la otra”, señaló.
“Del Chaco pasé directamente a Japón, un cambio rotundo. Eso fue para mí como una clara señal de que era por ahí el camino. Ahí decidí dedicarme de lleno”, afirmó el artista. Allí pudo ahorrar e invertir ese dinero en formarse.
“De todos modos no fue fácil. No es fácil la vida del artista porque los primeros trabajos que yo conseguía no eran estables, de a poquito me mantuve, luché hasta el último segundo viendo, comprobando si era lo que quería, porque si vos querés hacer algo y le ponés esfuerzo, voluntad y te manejás correctamente las cosas se dan. El arte no es fácil pero las personas que elegimos hacer arte nos sentimos bastante llenos al realizar nuestro trabajo”, subrayó Max.
El fenómeno del tango a nivel mundial
A partir de ahí Max conoció el mundo, dando un salto significativo. Este recorrido le permitió también tener una visión de cómo el tango impactó a nivel mundial, donde cobraba mucha fuerza gracias a festivales. Explicó que si bien en Buenos Aires el tango siguió latente, no fue tanto así en provincias del Norte, donde el folclore “había acaparado la escena cultural”.
“Tuve la suerte de ir a islas de Grecia o a países como Sudáfrica, China, Malasia, lugares en los cuales me sorprende que el tango llegó, pero por suerte”, señaló. En ese sentido, rememoró que cuando tenía 16 vino a Paraguay iniciando su relación con la compañía de Vicky Arditi, y notó que aquí el tango estaba más latente que incluso en su propia provincia.
“Aquí conocí a Vicky, Christian Fleytas, y al grupo de tango de Asunción quienes lo mantuvieron y lo mantienen latente al tango. Son afortunados de contar con estas personas que mantienen algo tan lindo y que es de todos, con tanta fuerza”, refirió.
El momento de la “Ruptura”
Max recuerda haberse dicho varias veces que nunca iba a escribir o dirigir una obra, “pero después pasan los años y creo que inconscientemente vas necesitando canalizar y poder expresar cosas que te pasan”, dijo al respecto. Fue así que la pandemia lo movilizó en todo sentido sobre todo a la hora de pensar que fue un evento mundial que nos puso a todos en la misma situación.
Estando en Rumania primero todo comenzó como una muestra de alumnos. Se dio cuenta que no quería subir solamente gente al escenario sin contar una historia. Cuando se puso a pensar en eso, se dio cuenta que todo pasamos “por esta necesidad del abrazo, porque lamentablemente el covid se llevó no solo nuestra libertad sino a muchas personas que no pudimos abrazar en un contexto dramático. Nos tocó a todos en un lado personal, profesional y sentimental”, remarcó.
Eso lo ligó al tango y su necesidad de abrazar para poder bailarlo. Allí pensó también que el tango le podía permitir tocar estos temas delicados para crear una obra. “El tango es el medio y una herramienta por la cual contamos la historia de la que fuimos partícipes todos”, dijo.
Aquí también hablo Vicky Arditi, directora de la compañía Más Tango, confirmando que ese “parate” de la pandemia fue “demasiado grande, con todo lo que conllevaba el encierro y la imposibilidad de estar en comunicación o sentir los abrazos que tanto nos unen a nosotros los tangueros”.
Para poder transmitir esas diferentes sensaciones, el creador también tuvo que saber elegir las obras. Recordó que una vez le preguntaron cuál era su orquesta favorita, a lo que respondió que dependía mucho de su estado de ánimo. Eso le hizo notar que podía asociar diferentes canciones a los momentos de la historia que cuenta en la obra. “Creo que esa es la riqueza del tango, independientemente de la situación que atravesas en tu vida personal el tango va a encajar en cualquier momento”, observó.
Hablando el idioma del tango
A la hora de pensar en cómo crear la obra dancística, Max explicó que para él lo primero es el sentimiento. “Hoy encaro mis coreografías o las cosas que preparo para el resto de las personas desde la parte emotiva. Mi búsqueda no comienza en el movimiento, comienzo en la emoción. Mi manera de encarar hoy en día la coreografía es desde lo que me pasa y tratar de meter al espectador dentro de mi mundo, de lo que está pasando en la pista”, detalló.
Asimismo, pensando en los tecnicismos de la forma de bailar, hoy en día apuesta por el sentimiento. “Ahora tengo 33 y ya pasé la etapa donde el virtuosismo era lo que más me importaba o lo que más quería hacer, creo que es un poco madurativa esa cuestión”, planteó.
Una enriquecedora relación con Paraguay
Max ha venido desde los 16 y en adelante en varias ocasiones, por lo que para él llegar de nuevo pero con esta obra es enriquecedor. “Trabajar en Asunción es bastante relajado en el sentido de que conozco la calidad de bailarines, el esfuerzo y lo detallistas que son para trabajar, lo cual para mí es sumamente gratificante, además trabajar con gente que entiende mi idioma y con quienes manejamos las mismas maneras de expresar emociones, es un plus”, resaltó.
Arditi, por su parte, mencionó que “más que un maestro, bailarín y coreógrafo, Max es un hijo de la casa porque así lo quiero”. Resaltó además “no solamente su cualidad artística sino como ser humano y como docente, porque a pesar de su juventud es un maestro extraordinario, logra compenetrarse, comunicarse de una manera tan sencilla y fácil que es un placer hablar con él”.
Asimismo, la directora afirmó que esta oportunidad representa para su compañía “años de crecimiento” ya que “no es fácil irse a capacitarse afuera”.
Al respecto, Max añadió que le gusta empujar a la gente a que salgan de la zona de confort para ver hasta dónde pueden llegar y ver “qué se puede rescatar de ese caos”. Vicky sumó al respecto que “no fue fácil este desafío porque acá había que ser no solamente un buen intérprete de un tango, sino ser bastante actores, entonces nos sacó a la fuerza de la zona de confort”.
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Un vínculo más allá del arte
Max vendrá aquí con su actual pareja de baile Giselle Bogado, con quien se conoce desde los 15 años pero con quien baila desde el año pasado, ya que su anterior dupla, Solange Acosta (con quienes fueron campeones mundiales de Tango Escenario en 2011) fue a vivir a Costa Rica.
“Con Gise nos llevamos genial porque respeto mucho su criterio y visión artística porque tiene pasión en muchas cosas. Es una chica súper disciplinada y profesional. Empatizamos un montón en nuestra manera de ser. En lo profesional es como cada uno conoce al otro y sabe que tiene que relajarse porque va a dar lo máximo. Este producto está más orientado a lo emocional”, indicó.
En esa línea, el artista invitó al público a vivir “un espectáculo de tango sin que sea el prototipo que más conocen todos que es contar la historia desde la antigüedad a la actualidad”. En ese sentido destacó cómo toda la compañía, e incluso aquellos que no fueron bailarines toda su vida, se subieron al desafío. “Lo lindo es que tenemos bailarines de milonga, tango social, que accedieron y se sumaron a este equipo para expresarse”.
Arditi remarcó que esta será “una propuesta diferente pero con una impronta muy actual porque todos vivimos todos la pandemia. Contamos un momento que nos tocó de una manera hasta brutal porque perdimos seres queridos, pasamos por la enfermedad (yo tuve dos veces) contada también con su cuota de humor por los diálogos, los audios y por la actuación de gente profesional y no profesional”, dijo.
“La invitación sería para que vengan a reírse y a quizás llorar por cosas que a todos nos tocaron. Ver un espectáculo de una historia de la que todos fuimos parte”, cerró Max.
Las entradas siguen en venta a través de Red UTS a G. 100.000.