Más de 50 personas compartieron y participaron desde el escenario en cada función de “Las cosas maravillosas”, una obra dirigida por la argentina Mey Scápola, basada en un libreto de los ingleses Duncan Macmillan y Jonny Donahue.
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En este unipersonal, Lali González relata la historia de una mujer que, desde los 7 años, debe relacionarse de manera muy cercana con la depresión a través de su madre.
Como una manera de aliviar ese sufrimiento, decide hacer una lista de las cosas por las que vale la pena vivir. La gente se fue sumando a la obra pronunciando en voz alta algunas de las cosas que componen esa lista, escritas en unas tarjetas de cartulina que fueron entregadas antes del inicio de la función.
La actriz se planta en el escenario con aplomo, guiando al público a través de esta historia que ofrece emociones intensas, desde las lágrimas hasta las risas.
Romper la cuarta pared y generar la interacción con el público no es algo fácil, pero Lali sortea esto con mucha soltura y orienta al público para crear el clima necesario que cada momento de la obra requiere.
“Las cosas maravillosas” no precisa de pomposos vestuarios ni llamativas escenografías para cautivar al público. Es un texto que atrapa, que fue adaptado para el público argentino (pero que también sirve para el nuestro) y que conecta con lo más profundo de la experiencia humana.
Una obra que nos recuerda la importancia de la salud mental y de tener presentes las cosas maravillosas que tenemos en el día a día.