Marcelo Martinessi dirige a Ana Brun y Natalia Cálcena en obra sobre la vida de Branislava Susnik

El cineasta paraguayo Marcelo Martinessi se lanza a la aventura de escribir y dirigir para teatro, luego de muchos años dedicados al cine. En este primer acercamiento presentará “MemoriaBranka (y el fuego)”, una puesta dedicada a la científica Branislava Susnik y que tendrá como escenario el lugar donde ella vivió durante 45 años: el Museo Etnográfico Andrés Barbero.

Arriba Ana Brun, galardonada actriz paraguaya, quien encarnará a la científica Branislava Susnik.gentileza
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“MemoriaBranka (y el fuego)” se denomina la puesta teatral acerca de la vida y obra de Branislava Susnik, antropóloga esloveno-paraguaya que destaca como una de las cientistas sociales más importantes en el estudio de los pueblos originarios de Sudamérica.

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Con dramaturgia y dirección de Marcelo Martinessi, la obra es protagonizada por las actrices Ana Brun y Natalia Cálcena. Además de marcar el regreso de Ana Brun a las tablas tras más de una década, se trata también de la primera pieza de Martinessi en el teatro.

El equipo lo conforman además otros artistas y profesionales de trayectoria como Carlo Spatuzza, Gabriela Zuccolillo y un grupo de jóvenes creadores musicales.

Sobre la puesta

La obra se basa en la producción académica de Susnik, sus cartas y anotadores, así como en estudios y narraciones posteriores de investigadores y colaboradores.

La obra llegará al público desde hoy 28 de abril en el Museo Etnográfico Andrés Barbero (España y Mompox), lugar en el que vivió Susnik durante 45 años. Las funciones, que serán a las 20:00, se extenderán hasta el 8 de mayo y el aforo es limitado a 40 personas por función. El costo de las entradas es de G. 100.000 y las mismas se venden a través del (0982) 839489.

Parte del gran equipo que hizo que la obra “MemoriaBranka (y el fuego)” llegue al público.

Una historia necesaria

Con el pedido de la realización de un documental sobre Susnik es como Marcelo Martinessi se adentró en el vasto mundo de la científica. Pero ante “la cantidad” de material que había sobre y de ella, el cineasta no creyó poder hacer un trabajo rápido. No obstante, desde allí empezó a trabajar en un “acercamiento dramático” a la vida de Branislava.

“Nunca había hecho teatro”, reafirmó Martinessi, sumando a su confesión que en aquel entonces había terminado con su galardonada película “Las Herederas” y “no quería saber nada del cine por un tiempo” ya que es un trabajo “agotador”.

El año 2020 sería el elegido porque se cumplían los 100 años del nacimiento de Susnik. Llamó a Ana Brun quien enseguida aceptó el desafío pero llegó la pandemia. “Entonces el tiempo nos regaló cosas maravillosas, nos regaló que Nati pueda hacer la obra con nosotros como también el lanzamiento del Suplemento Antropológico que es realmente increíble, con un montón de autores hablando de Susnik”, expresó el director.

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También destacó el apoyo de la gente del museo como Adelina Pusineri y Raquel Zalazar quienes ordenaron y catalogaron el trabajo de Susnik. “Tuve además muchísimas charlas con Gabi Zuccolillo que hizo una línea de tiempo que recomiendo verla (en el museo)”, remarcó Marcelo.

“Así pudimos construir una obra que, con este equipo grande de gente, puede hacer honor a una persona que se merece un lugar mucho más importante en la historia de Paraguay, porque dedicó su vida a poder mostrarnos que no somos esa historia oficial que nos cuentan en el colegio, sino que la cosa es mucho más compleja”, señaló.

“Susnik tuvo una vida muy dura. Huyó prácticamente de Europa en el año 47 a la Argentina después de cárcel, tortura, de haber presenciado la muerte de su padre, y llega a Paraguay en el 51. Tuvo una vida de entrega”, añadió.

Vivir en la mentira

Lo interesante de Susnik es que “propone otra historia, no impone, porque lo que nos hizo el sistema de educación fue imponernos un modelo de Paraguay, un tipo de Paraguay que realmente está basado en mentiras que se fueron convirtiendo en verdades a partir de la historia oficial, y es la historia de los historiadores oficiales que hacían ideología”, planteó el director.

En ese sentido, Susnik propone “otra mirada de Paraguay en la que los pueblos indios son mucho más relevantes, que nosotros vemos un montón de actitudes no solo de los Guaraníes sino de la diversidad de indios que habitan Paraguay y eso nos vuelve una nación mucho más rica de lo que somos”.

El regreso de Ana Brun y el desafío de Natalia

“Le dije que sí rápidamente. Me gustó mucho el personaje de entrada. Yo no la conocía a ella y no tenía mucha información sobre ella. Al principio dije: ‘es un personaje tan austero, tan difícil, no creo que a la gente le guste’ y yo no sabía cómo iba a encararlo. Me asusté un poco, reconozco”, dijo a su turno Ana Brun, la actriz paraguaya que recibió en 2018 el Oso de Plata a mejor actriz en la Berlinale por su interpretación en “Las Herederas”.

Pero a medida que conocía a Branislava, Ana le fue tomando amor, cariño hasta llegar a identificarse con ella. “Tanto sufrió en su pasado como acá en Paraguay donde no la querían reconocer en la época de Stroessner. Me sigue siendo muy difícil representar porque es fuerte”, dijo.

Hacer de Branislava Susnik a Ana Brun le deja “una gran enseñanza”. “Nunca es tarde para aprender porque yo la conocía poco, y al ver todo lo que hizo con todas las dificultades, frustraciones, con todos los obstáculos que tuvo, quiere decir que uno debe aprender”, consideró.

Natalia Cálcena, por su parte, quien tiene un personaje clave pero del que no se puede develar mucho para no anticipar qué hará en la obra, afirmó que “da mucho gusto hacer teatro sobre alguien, sobre una personalidad de Paraguay porque te obliga a conocer otras cosas”.

“Lo que te da es medio una cachetada, porque vos te quejas de esto, de lo otro, de la vida, de hoy, que no se puede actuar porque no hay presupuesto, te pasas llenando de excusas tu carente producción y te encontras con un personaje que no tenía nada e hizo todo. Es una cachetadita linda. Ella dormía en un sillón y nunca fue excusa para hacer todo lo que hizo”, sentenció Cálcena.

Natalia Cálcena.

El trabajo de la mujer científica

A la hora de pensar en el trabajo de las mujeres en la ciencia y más aún en nuestro país, Martinessi consideró que “hay muchas mujeres científicas que están trabajando mucho”. En ese sentido dijo que “con la obra también podemos acercar a una de esas mujeres, una pionera en demasiados sentidos y de repente inspirar”.

“Muchas veces el trabajo científico es muy silencioso, difícil, es muy poco reconocido y por ahí a partir de una mujer como ella, que tampoco fue en vida muy reconocida (le dieron el Premio Nacional de Ciencias al final de su vida), pero pasó muchos momentos muy difíciles, podemos inspirar”, planteó.

En esa línea, continuó: “Yo siempre pienso que el premio es una cosa que dura media hora. Te vas, te dan el premio y salís. Los 30 o 40 años que estuviste para tener ese momento nadie tiene en cuenta. Y son ratos de soledad, de pobreza, de dolor, de dificultad, de cuestionamiento, y me parece que la ciencia tiene un poco eso. Creo que me encanta que también podamos hacer la obra hoy en un momento en que la ciencia tiene otro lugar en el mundo después de la pandemia, porque nos nos salvó la ciencia. Nos da como una posibilidad más de repensar el valor de la ciencia. En Paraguay por ahí la ciencia no tiene el apoyo que merece dentro de las políticas públicas pero hay muchas mujeres que están trabajando en ella”, remarcó.

Ana Brun.

Aprender desde cerca

Parte protagonista del desarrollo de esta obra fueron también la directora del Museo Etnográfico “Andrés Barbero”, Adelina Pusineri; y la vicedirectora Raquel Zalazar. Incluso la primera, llegó a vivir de cerca la realidad de Susnik.

“El día a día con ella era muy emocionante y también una incógnita en el sentido de que no sabías cuándo ella iba a estar”, dijo Adelina, en un momento de la entrevista. Pusineri añadió que Branislava tenía días en que era “totalmente accesible” y otros “se retraía, pero no porque fuera de mal carácter ni nada de eso que la mayoría de la gente cree, pero a veces tenía días muy intensos”, aclaró.

La directora indicó que “Branka” solía pasar 18 a 20 horas al día produciendo. “Nosotros abríamos el museo a las 7 y ella ya estaba ahí con su café, con su té, yo me sentaba a su lado y comentábamos las noticias del día para después buscar los libros que me pedía”, recordó Adelina, quien fue alumna de Susnik.

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Ella confirmó que Branislava vivió, sobre todo en sus últimos años, una vida muy intensa. “Escribía horas y horas aunque ya se le veía un poco enferma. Pero llegó a sacar prácticamente más de un libro por año aquí”, dijo. Asimismo, pensó en que Susnik no hablaba de la soledad que sentía porque “ella vivía para su trabajo”.

Raquel Zalazar, a su vez, entró a trabajar al museo un tiempo después de la partida de Branislava, pero afirmó que hasta ahora “está su estela”. “Me tocó reordenar sus libros, porque quedaron manuscritos, papeles”, citó.

“Yo creo que es la mujer más prolífica en Paraguay en cuanto a publicaciones porque no son solamente artículos. Son también libros que conllevaban mucha investigación. No hay un solo día en que no la recordemos”, reconoció Zalazar.

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