Ballet de Alto Rendimiento: soñando con la frente en alto

La bailarina clásica Tatiana Mersán tenía solo 17 años cuando emprendió su vuelo al exterior. Se destacó en el Ballet Nacional del Sodre de Montevideo, siendo dirigida por Julio Bocca. Motivada por su experiencia, por todo lo que sintió que le faltó que le digan a ella antes de empezar su carrera y viendo el potencial que hay en Paraguay, volvió para apostar todas sus fichas al talento nacional. Una de sus mejores cosechas es el Ballet de Alto Rendimiento, que inauguró este año, que ya exportó bailarinas y se prepara para seguir haciéndolo.

Ocho bailarinas integrantes del Ballet de Alto Rendimiento de Tatiana Mersán, quienes viajarán el año próximo a formarse profesionalmente en una compañía española.gentileza
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- ¿Qué sos?

- Bailarina.

- Ah. Pero ¿a qué te dedicás?

“Acá no se ve esto como una profesión”, es lo primero que dice Tatiana Mersán, destacada bailarina y maestra paraguaya, ahora productora y también coach, tras ejemplificar una conversación que tuvo miles de veces o que incluso escuchó que otros hayan tenido.

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“Esta es mi profesión”, afirmó la artista quien motivada por su visión de que en nuestro país hay talento de exportación decidió crear el Ballet de Alto Rendimiento. Explicó que se trata de un programa de formación integral para bailarines que tienen las metas bien claras, ya sea audicionar para cursos en el extranjero como también aspirar a formar parte de una compañía profesional.

Con mucha pasión y arrojo las jóvenes ocho bailarinas se comieron el escenario para cerrar este año en Paraguay, antes de partir a España.

Fruto de este programa ya logró que varias bailarinas obtengan logros importantes. Las primeras fueron Cielo Ibarrola y Giovanna Abbate, ambas de 18 años. Ellas fueron seleccionadas para formar parte del Programa Pre Profesional de las Escuelas del Miami City Ballet y en el Houston Ballet, respectivamente.

Por otro lado, Rebekka Duerksen, Jazmín Causarano, Bárbara Weil, Micaela Jiménez, María Laura Berdén, Mara Espínola, Alanis López y Selene Fischer, también tendrán su chance internacional en la Escuela José Antonio Checa Ballet, en Madrid, España. Además, ellas acaban de presentar este diciembre tres funciones del espectáculo “Ser. Mi cuerpo es mi casa”, como parte del desarrollo de su carrera como parte del programa, en el Teatro de las Américas.

Danza clásica, contemporánea y neoclásica fue lo que hicieron lucir en la gala "Ser".

Con la mira en la meta

Mersán volvió a Paraguay hace tres años y abrió su estudio más enfocado en entrenar bailarines con clases particulares para encaminarlos a una realidad profesional. Luego de probar con crear una compañía, lo cual no resultó “porque el mercado aquí es muy chico”, ideó el Ballet de Alto Rendimiento.

Tatiana Mersán junto Cielo Ibarrola y Giovanna Abbate, las primeras bailarinas del programa en conseguir oportunidades de formación en escuelas de prestigiosas compañías de Estados Unidos.

“Nunca imaginé que tenga resultados tan rápido”, afirmó, sorprendida pero también segura de que aquí hay material de exportación. Parte de su satisfacción radica en que ella está segura de estar otorgando a jóvenes cosas que ella no tuve en su formación temprana o a la hora de salir a enfrentar el mundo exterior.

“Nunca tuve asesoramiento a nivel nutricional, nunca me contaron sobre objetivos, metas, sobre ocuparte de vos como ser humano, de valores. Siempre me dieron toda la parte física, técnica, pero nunca se ocuparon de mí en la parte emocional y mental. Entonces dije: ‘les quiero dar todo, porque tenés que estar muy entero como ser humano para afrontar todo eso’. Todo bien con la técnica pero si acá (señala su cabeza) no estás bien no funciona. Vas a caer. Yo caí muchísimo, me costó”, indicó Mersán.

Bárbara Weil actuó con suma profundidad y carácter.

Las bailarinas que integran este programa tienen así consultas con nutricionistas, clases de pilates, clases de variaciones, repertorio y puntas. Además, Tatiana confirma lo importante de que el bailarín salga a escena, por lo que también ofrece sus propios espectáculos. “El escenario te da un plus que necesitas para hacer la transformación profesional”, aseguró.

Si bien cada uno tiene su propia decisión profesional, Tatiana observó además que la mayoría de los bailarines que se van, no vuelven. “Yo volví por esto. Quiero gritar todo lo que tengo para contar porque pasé por tantas cosas. Tuve la oportunidad de salir y al volver veo las carencias, el súper talento, las ganas y pienso en cómo puedo yo aportar. Necesito poder crear, dar y creo que este programa se adapta a la necesidad”, enfatizó.

Rebekka Duerksen emergió sublime en el escenario, con suma delicadeza.

Si mucha gente no entiende, entre risas, comparó esto con el fútbol, un deporte en el que forman talentos, los entrenan, los preparan física y psicológicamente para luego insertarlos en las grandes ligas. “Es lo mismo acá. Es la misma calidad de trabajo”, indicó.

En ese sentido observó que algo que en este país cuesta mucho cambiar es la mentalidad, ya que tenemos muy “instalado” el “así nomás”. “No saben lo que es trabajar al máximo, dar todo, estar enfocado, y tenés que cuidar el cuerpo, usar tu cabeza, es trabajar todos los días para ser ese atleta. O si no es un constante círculo de frustración”, sentenció.

Del esfuerzo al éxito

Cielo Ibarrola y Giovanna Abbate, dos jóvenes que acaban de terminar el colegio, son de las primeras pruebas del éxito del programa. Esa pasión y decisión que transmite Tatiana se ve muy reflejada en ellas, quienes hicieron una pausa en su entrenamiento para contar sus expectativas sobre los viajes que, actualmente, ya están viviendo.

Cielo Ibarrola y Giovanna Abbate cumplieron un exigente cronograma para lograr las metas de caminos que recién comienzan.

Ambas tienen el componente común del apoyo de sus padres, algo fundamental y sin lo que sería muy difícil poder entender el sentido de este entrenamiento. El sueño de ambas también cobró fuerza justo en medio de la pandemia, pero estaban tan seguras que ni dudaron en tomar clases virtuales.

“Yo sabía que quería ser bailarina profesional y que tenía que seguir practicando. Yo quiero bailar en Estados Unidos o Europa, en compañías. Entonces hice el curso de verano del Houston Ballet por cinco semanas, al final hice la audición y cuando entré me puse re feliz porque se cumplió mi sueño”, mencionó “Gio”, a quien le faltan unos meses para completar todo su programa ya en los Estados Unidos.

Cielo Ibarrola y Giovanna Abbate ya viven sus sueños habiendo sido seleccionadas para importantes programas de ballet en los Estados Unidos.

Cielo también hizo un curso de cinco semanas, por Zoom. Al final fue igualmente seleccionada. “Me gusta donde estoy y también pienso otras opciones como Europa, entrar a alguna compañía y grande y ser solista”, subrayó ella con mucha seguridad. A ello Giovanna agregó que “siempre” le gustaron las cosas difíciles y desafiantes. “Es indescriptible el sentimiento cuando uno baila, además de divertido”, añadió.

A lo que Mersán sumó que estas compañías estadounidenses son “demasiado reconocidas” y que ellas ya puedan tener estas experiencias es algo significativo. “Es demasiado difícil entrar a estos lugares y ellas lo lograron. Como son compañías que tienen sus escuelas, la idea es que puedan dar el salto a la compañía”, aseguró.

La práctica, el estudio y el cuidado es una constante para las vidas de estas bailarinas.

“Ser”

Mersán coronó además el año con el espectáculo ya mencionado “Ser. Mi cuerpo es mi casa”, donde actuaron las bailarinas que irán a España. También subieron a escena los maestros del programa: Hugo Rojas y Agustina Torres, la misma Tatiana junto al invitado Juan José Núñez. Destacaron además al staff que se completa con Belén Velázquez y Alejandra Díaz.

Jazmín Causarano conquistó con una cautivante Esmeralda.

El espectáculo fue una muestra de la gran versatilidad de las chicas, quienes demostraron el nivel conseguido tras horas y horas de entrenamiento. El espectáculo hizo gala de la plasticidad de todas al pasar de un estilo estrictamente clásico a lo contemporáneo, o incluso conjugar estos mundos en lo neoclásico.

Desde la suite de “Paquita”, pasando por variaciones de clásicos del repertorio del ballet vimos a personajes como Kitri, Esmeralda, Laurencia, Raymonda, que nos mostraron cómo la conjunción de técnica y emoción es no solo fundamental sino imprescindible para llegar a la gente y ellas lo logran.

Tatiana Mersán (centro) junto a Agus Torres y Hugo Rojas, en compañía de las integrantes del Ballet de Alto Rendimiento.

El amplio rango de las chicas se confirmó al verlas en coreografías como “Ellas”, “A vuelo raso” y “Beat”, donde predominó una búsqueda de encontrarse con el propio cuerpo para mostrar al público todas las posibilidades en cuanto a movimientos que podían lograr. Eso, sumado al sentir, hizo de estos cuadros momentos sumamente conmovedores.

Tatiana podría estar brillando como maestra en otro país pero decidió invertir tiempo, ganas, amor y pasión por su tierra. Sin dudas una quijotada, como lo que defienden muchos artistas que siguen resistiendo. Pero, realmente, es hora de que esto deje de ser visto como una “resistencia” porque el arte es sublime, constructivo y, además, una profesión seria.

Fotos de la gala: Álvar Fáñez.

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