“El abrazo representa el 100% del tango. Lo que nosotros hacemos es paliar una necesidad de la gente que quiere aprender, corregir, pero lo esencial es el contacto con el otro”, dice a la AFP Jonathan Villanueva, profesor de la academia de tango Estilo y elegancia, que ahora dicta sus clases de técnicas por Facebook.
Las milongas, tradicionales espacios de encuentro de aficionados a bailar tango, están cerradas por tiempo indeterminado. Algunos maestros dictan clases por las redes, ya sea para despuntar el vicio o para mantener un mínimo ingreso de dinero.
“Por la cuarentena, el tango se toma una pausa. Vamos a ver cuándo y cómo retomarlo. Para los profesores independientes, es muy traumático no saber cuándo vamos a volver a trabajar y a nuestra vida habitual”, admite Villanueva que confiesa “una situación económica muy mala” .
A sus 35 años y con dos décadas de bailarín, es la primera vez que da clases virtuales. Desde el patio cubierto de su casa en Buenos Aires, muestra los pasos y da indicaciones a los alumnos que no ve. Invita a utilizar una silla a modo de imaginaria pareja de danza, también suele recurrir a la pared o a un palo de escoba como elementos de respaldo.
Quien filma y transmite la clase es Jorge Vargas, su pareja de baile y también profesor. “Sin abrazo no habría tango pero como no nos podemos abrazar, vamos al siguiente escalón que es la técnica, así cuando nos volvamos a ver solamente nos abrazaremos y bailaremos”, sueña este tanguero de 27 años.
Karo Pizzo, autora de “Técnicas de tango para la mujer”, de 43 años, también dicta clases desde su casa en Benito Juárez, a 400 km de Buenos Aires. La siguen alumnos de varios lugares del planeta que perfeccionan distintos aspectos técnicos. “Al final de la clase, me agarra una especie de angustia. Extraño bailar”, dice.