Estíbaliz Urresola: "En el debate trans se nos olvida que en el centro hay personas"

Laura ZornozaBruselas, 14 ene (EFE).- A cuatro semanas de los premios Goya en los que su "20.000 especies de abejas" llega como el debut más nominado en estos galardones, Estíbaliz Urresola (Álava, 1984) está tranquila: nada en la gala mejorará el momento en el que le dijeron que optaban a 15 estatuillas.

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La cinta, que narra un verano en el País Vasco de una niña trans de ocho años que no entiende por qué su familia le llama Aitor, aspira también al Premio del Público al Cine Europeo LUX de 2024.

Desde su inspiración en el suicidio de un adolescente vizcaíno por no recibir el tratamiento necesario para transicionar en 2018 y pasando por entrevistas a decenas de familias de menores trans en el País Vasco, en el centro de su relato está la persona trans, a menudo olvidada en un debate "muy ideológico y politizado", dice.

Pregunta: Es conmovedora la historia que te lleva a concebir '20.000 especies de abejas', la del suicidio de Ekai. ¿La película nace como un homenaje o como un aviso de que esto está sucediendo?

Respuesta: La película tiene más de aviso de que para que no suceda lo de Ekai tenemos que poder reaccionar, aceptar y acompañar a estos niños y niñas cuanto antes mejor. Está comprobado que, cuando son aceptados en el seno de la familia, los índices de ansiedad se reducen muchísimo y empiezan ya a desarrollarse en facetas diversas, no sólo en las que tienen que ver con lo identitario. Esto a la larga produce mayor autoestima y menor incidencia en intentos de suicidio. También quiere brindar a la audiencia la oportunidad de conocer a toda la familia que rodea a la niña y vivirlo de tú a tú, a la altura de la mirada de todos ellos. El debate en torno a las temáticas trans se ha convertido en algo muy discursivo, muy ideológico y muy politizado. Se nos olvida siempre que hay personas en el centro.

P. ¿Cuál fue la principal lección que sacaste de la Asociación de Familias de Menores Trans del País Vasco para la película?

R. Una es que el tránsito que emprenden las personas trans en realidad lo vive toda la familia. No son los niños y las niñas los que cambian, ellos han sido siempre quienes eran, lo que ha cambiado es la mirada de los demás hacia estas criaturas. Esta idea me pareció fundamental, porque habla también sobre cómo nos construimos a través de la mirada del otro y cómo la identidad es una negociación constante entre eso que somos y la mirada del otro y de la sociedad.

La otra era que estamos muy acostumbradas a que el relato en torno a las identidades trans sea en términos conflictivos, estigmatizantes, pero justamente muchas de estas familias me decían que había sido un regalo. Un regalo lleno de dudas, confusión, sufrimiento, pero que a la larga y con perspectiva ha implicado unos cambios sustanciales y unido a la familia. (...) Eso me parecía algo nuevo en 2018, que una familia me lo relatara en esos términos, y me parecía importante poder trasladar esa idea a la película para fomentar hablar sobre las transidentidades como un valor que aporta.

P. Y el film se acaba estrenando en Berlín con escasos días de diferencia con la aprobación de la ley trans en España.

R. En 2018, cuando comienzo a idear la película, siento que el tema es completamente desconocido y que antes de empezar a contar la historia tengo que explicar muchas cosas alrededor de la cuestión de las infancias trans. Al final, que yo comenzara a hacerla también es el resultado de un momento histórico donde se están produciendo cambios. Lo paralelo del proceso me hace sentir que la película llega en un momento donde el contexto está más preparado para recibirla.

P. Vienes a un Parlamento Europeo en el que en las próximas elecciones podrían ganar fuerza partidos que niegan la realidad de niñas como Lucía. ¿Cómo se puede seguir peleando por su protección desde la cultura?

R. Cuando desconocemos algo, lo más probable es que nos dé miedo y nos provoque una sensación de amenaza de nuestra estabilidad. Pero cuando nos acercamos con voluntad de conocer y de comprender, que es lo que nos ofrece la experiencia cinematográfica, comprobamos que ni son tan diferentes, ni son amenazantes. Desde la cultura podemos hacer frente a estos discursos que se basan en el odio y en el miedo.

P. ¿Cómo afrontas ser la película más nominada en esta edición de los premios Goya?

R. Con muchísima alegría y mucho agradecimiento, porque las nominaciones vienen de la industria y reconforta muchísimo sentir ese respaldo. Es un honor tener estas 15 nominaciones y yo creo que más mayor felicidad que la del día de saber las nominaciones no va a haber porque es imposible que obtengamos 15 Goyas. Con esa alegría gigante de ver el trabajo de todos los departamentos de la película reconocido, saber que vamos a celebrarlo todas juntas en Valladolid es insuperable. Todo lo que pueda pasar después será un regalo.

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