“Jubentú”, el tercer largometraje de producción nacional que se estrena este año en las salas de cine, resultó ser una agradable sorpresa. Con un lenguaje coloquial y recurriendo al narrador protagonista, un recurso que hasta ahora casi no se ha utilizado en el cine de ficción local, la película sitúa al público en un barrio del área metropolitana, en un contexto de familias de clase media-baja.
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Ale, un papel interpretado sólidamente por Morínigo, cumple 30 años y se da cuenta que pese a haber estudiado, se encuentra desempleado y sin recursos para poder iniciar su proyecto para producir mermelada de mango. La relación con su padre es un poco áspera, ya que este lleva más de tres décadas de trabajo en una fábrica, sin ningún tipo de reconocimiento a su labor
En medio de la desesperación, Ale comienza a pensar en la posibilidad de asaltar un surtidor, pero para hacerlo necesita la complicidad de su amigo Juanse (Paulo Metello). Este también está desempleado, luego de que la fábrica de cerveza en la que trabajó por diez años tuvo que realizar una reducción de personal; por lo que su esposa, que trabaja en un supermercado, busca un ascenso laboral pero se encuentra con el acoso de su jefe.
La tercera historia es la de Coco, un adolescente enamorado, dispuesto a arriesgarse para recuperar la cadenita de su novia y un celular que les arrebataron los barrabravas del barrio. El miedo al embarazo, la violencia en las calles y las drogas, son otros condimentos de esta tercera trama.
Ya desde los créditos del principio, la película logra arrancar una sonrisa al espectador, para luego entretener con algunas frases o términos que rayan el absurdo. La ciudad de Ñemby albergó al rodaje, que se realizó de manera cooperativa y a puro pulmón. Si bien la fotografía y otros aspectos técnicos podrían ser mejores, las actuaciones resultan convincentes y la trama entretiene al espectador con su ritmo ágil y los giros que va tomando cada historia. La película también aprovecha ciertos momentos para criticar al sistema educativo, al prebendarismo y al mal funcionamiento de las instituciones.
Drama, comedia, acción se conjugan en esta producción que bien podría enmarcarse en el género conocido como “coming of age”, en el que se refleja el paso de la juventud a la adultez. También podría ser una suerte de contraparte de “Universo servilleta” (2010), de Luis Aguirre, que reflejaba diferentes situaciones vividas por jóvenes de la clase media-alta de Asunción.