La muestra cuenta con la selección y expografía de Carlo Spatuzza, con quien la artista compartió talleres del maestro Livio Abramo; y el montaje de Roberto Álvarez.
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Con respecto a las obras, la escritora y crítica de arte Adriana Almada detalló: “Manchas y pinceladas son la huella de una traza monumental y prolongada, antigua, muy antigua. Una traza que se autosostiene, que se alimenta a sí misma de su propio movimiento, de su propio deseo de consumarse y consumirse en su propio fuego”.
“Una traza reiterada, que asume la carnadura del color y, otras veces, estalla apresurada en la gravedad del negro, del vacío, del silencio”, añade el texto, que acompaña al catálogo de la muestra.
Por su parte, Vargas Peña detalló que su encuentro con la pintura se dio ya en su niñez, pero fue con Livio Abramo donde abrazó la técnica del expresionismo abstracto. “Ahí descubrí un mundo donde yo hice lo que quería, donde tenía total libertad, allí encontré mi lenguaje y el negro siempre fue mi constante. Siempre usé un estricto negro y también colores con mucha fuerza”, expresó.
En cuanto a su regreso a la pintura, señaló que en las últimas dos décadas estuvo encerrada en su “monasterio, en el campo”. “Lo bueno de pintar es que uno puede ser completamente libre y siempre, siempre vuelve a pintar”, afirmó.
En este sentido, la artista reivindicó la importancia de exponer para darle sentido a las obras. La muestra estará habilitada hasta el próximo 30 de abril.