Conectar desde las tradiciones

Ante el encierro por la pandemia, la gente buscó formas diversas de conectarse en todo sentido, ya sea para acortar distancias como para encontrarse en las cosas cotidianas. Pero hubo un grupo que halló una forma mágica para conectarse desde la tradición oral. En ese sentido, de forma completamente autogestionada, nació en Ypacaraí “Káso Ñemombe’u”, un proyecto multidisciplinario que conjuga literatura y artes visuales.

Estas son solo tres de las ilustraciones de tres de los diferentes cuentos, de los 17 en total, que ya han sido publicados dentro del proyecto “Káso Ñemombe’u” a través de Facebook.gentileza
Estas son solo tres de las ilustraciones de tres de los diferentes cuentos, de los 17 en total, que ya han sido publicados dentro del proyecto “Káso Ñemombe’u” a través de Facebook.gentileza
Estas son solo tres de las ilustraciones de tres de los diferentes cuentos, de los 17 en total, que ya han sido publicados dentro del proyecto “Káso Ñemombe’u” a través de Facebook.gentileza
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En búsqueda de “rescatar de la tradición oral anécdotas, personajes y hechos que marcaron a la ciudad”, es como se disparó la idea de desarrollar “Káso Ñemombe’u”, según cuenta Sahori Ayala, gestor cultural de la citada ciudad y director general del proyecto.

Él detalla que este se trata de un “proyecto multidisciplinario” donde publican un cuento a la semana, acompañado por una ilustración. “Tanto los textos como las ilustraciones están hechas por ypacaraienses”, dijo.

Las historias “están narradas en formato de ficción, que al mezclarse con datos y personajes reales dificultan al lector distinguir los límites entre lo real y la fantasía”, abundó. Algunos de los títulos son “Duelo con el diablo en el bar Totín”, “Ypacaraí y el crucificado del Cerro Perõ”, y muchos más.

Ayala indicó que la idea se materializó el año pasado “en el periodo más duro de la cuarentena, cuando casi todos los involucrados quedamos privados de realizar nuestras tareas normales y sentíamos la necesidad de mantener el contacto con el público”, señaló.

El evento disparador fue el primer premio obtenido por Fabián Biscotti en el Concurso Nacional de Artes Visuales “Saturio Ríos”, organizado por la Secretaría Nacional de Cultura por los 150 años de la Guerra Guasu. “El pintor ypacaraiense, cargado de entusiasmo, cuando lo felicité casualmente en la calle me propuso que realizáramos un proyecto conjunto para retribuir todo el aprecio que le demostró el pueblo en esos días, luego de la obtención del premio”, contó Sahori.

Luego de eso empezó la invitación a escritores también de la ciudad, como Juan Pastoriza, Gabriel Rodríguez y Facundo Prieto, al historiador Óscar Bogado, al dramaturgo Tito Chamorro; así como a otros referentes de las artes plásticas como el profesor Lino Careaga, Julio “Killer”, Lorenzo Borja y la fotógrafa Bianca López.

Ayala comentó que durante el 2020 presentaron el proyecto a varias convocatorias nacionales e internacionales o a empresas, en busca de financiación pero no obtuvieron retorno. Eso no les hizo claudicar, por lo que desde enero de este año lanzaron “Kaso Ñemombe’u” como una página en Facebook. “Tenemos un promedio mensual de 80.000 personas alcanzadas”, resaltó Sahori, además de señalar que atendiendo a ello ahora ya se crearon también una cuenta en Instagram.

“Hemos lanzado hasta ahora 17 cuentos”, detalló Sahori, para resaltar que diferentes escritores e ilustradores son los encargados de darles vida. “Hemos invitado hasta ahora a Ysanne Gayet, de Areguá, que también nos cedió un cuento con su ilustración, y el fin de semana pasado pasó lo mismo con artistas de Pirayú, lo que muestra que el trabajo está expandiéndose más allá de los límites físicos de la ciudad. Todos los sábados al mediodía la gente ya espera el próximo Káso Ñemombe’u, participa de los comentarios, y los programas de radio y TV locales le dedican espacios”, enfatizó.

Como parte de la buena repercusión del proyecto, durante la última semana de abril se realizó una muestra en el Paseo “Los Fundadores”, con las ilustraciones impresas, “como si fueran afiches de cine”.

A esta propuesta se sumó mucha gente, pero con eso las ideas no paran, ya que todo el impacto les empujó a realizar su propio programa de TV local “que fue seguido por miles de personas”, y ahora también ya están desarrollando una aplicación para celulares, “para hacer de ello un circuito cultural para que los turistas vengan a la ciudad”, sostuvo.

Fabián Biscotti posando al lado de sus ilustraciones, cuando se habilitó la muestra de los dibujos en formato póster.

El arte encuentra su camino

Sahori profundizó sobre el camino y los significados de llevar a cabo este proyecto de forma autogestiva. Consideró que “la falta de apoyo es un resultado matemático casi constante para los creadores independientes, son apenas instancias a la que se recurren de manera casi ritual para confirmar que estás solo. Salvo un puñado de gente consagrada o bien relacionada socialmente es la que accede a los escasos recursos disponibles, sean públicos o privados. Los fondos del estado para estas cosas son residuales y para las empresas son gasto social”, sentenció.

Pero para beneficio del proyecto, el equipo formado “que es interdisciplinario y generacional, había gente que entendía esta ecuación y planteó la idea de lanzarlo sin la seguridad de obtener alguna retribución”, precisó. En dicho sentido expresó que fue algo como diciendo a los más jóvenes: “¡Chicos! está bien su idea de hacer de esto algo rentable, pero estamos en el Paraguay, donde el mismo que te cerró las puertas después se saca fotos contigo cuando “la pegás”, refirió.

“Y así un día no nos aguantamos más lo que traíamos entre manos y empezamos a publicar desde una ‘fanpage’ para tirar pequeñas dosis de la idea, y quizás, que alguna de esas carpetas salga del cajón de algún potencial apoyo. La respuesta en pocas semanas fue más de lo que esperábamos, de hecho pensábamos que llegar a 5.000 o 6.000 personas ya sería un gran logro porque la lectura no parece un hábito popular y por suerte nos equivocamos feo, porque tenemos cuentos cuyos alcances superan las 30.000 o 40.000 personas. A veces somos muy duros para criticar a nuestra sociedad y sus gustos. Fue un grato descubrimiento verificar que la ficción escrita prende y puede volverse un producto popular” celebró.

Para el gestor cultural e impulsor del arte, el hecho de que un proyecto que combina literatura, ilustración y más, en torno a un imaginario colectivo, cale tan profundamente en las personas, significa “que estamos huérfanos de nosotros mismos”. Consideró que “históricamente nuestra sapiencia y la historia se han transmitido de forma oral, se ha escrito muy poco dentro del océano de anécdotas existentes y es una deuda pendiente de los escritores con la gente”, planteó.

Asimismo, expuso que “hoy en día los chicos saben hasta qué color de uniforme de educación física usa Harry Potter, pero desconocen hechos fantásticos y atrapantes que ocurrieron en su barrio; es porque entre las purpurinas y fuegos artificiales de Hollywood y ese kaso ñemombe’u tradicional que se daba alrededor de una fogata hay una diferencia abismal en el bombardeo mediático”, precisó.

Por ello, se propusieron a aportar su granito de arena “en revertir ese desfasaje de formatos entre lo existente y lo que consumen las nuevas generaciones al narrar nuestra historia, y que sea una más cercana, donde los lectores se sientan identificados con los lugares, los personajes y los hechos. Esa cercanía visibilizada con textos bien narrados y dibujos que reflejan lo mismo es lo que conmueve al lector de todas las edades, lo que se refleja en el nivel de participación de las personas participando en los comentarios, compartiendo y reaccionando”.

Muestra de las ilustraciones, en Ypacaraí.

Para Sahori, “es fundamental y necesario” que este tipo de proyectos cobren relevancia más aún en momentos como este. “Por un lado porque a medida que las generaciones anteriores se van, mucho se pierde parcial o definitivamente y por otro lado porque en los momentos de cambios sociales, tecnológicos y económicos tan drásticos es demasiado importante repensar todo y ver dónde estamos parados y qué beneficios podemos sacar a partir de esas mudanzas”, puntualizó.

Con satisfacción, afirmó que “cuando tenés un equipo de trabajo tan variado es más fácil interpretar esa nueva realidad porque están los mayores que anteriormente necesitaban imprimir miles de libros y enfrentar problemas como la distribución y complicadas estrategias logísticas, pero ves cómo se abren a lo que los más jóvenes les proponen, y luego tenemos los nativos digitales a los que todo lo que es el mundo digital les resulta natural”, explicó.

“La cuarentena en sí es desde todos los puntos de vista es un momento que exige innovar, tanto para la supervivencia individual como para repensar el contacto con el público, porque este necesita tener cosas a disposición para sobrellevar las lejanías y las tristezas; creemos que es ahí donde radica la magia de este proyecto, que hayamos tenido la serenidad colectiva de crear un nuevo lenguaje con amplias posibilidades de desarrollo, por su sencillez y por la inagotable fuente de insumos”, finalizó.

Sobre el proyecto:

Escritores: Juan Pastoriza, Gabriel Rodríguez “Scooby”, Facundo Prieto, Óscar Bogado (todos de Ypacaraí). Fueron invitados: Ysanne Gayet, de Areguá, y Richart Villasboa, de Pirayú. Se publicaron cuentos póstumos de Cacho Galeano y Franco Prieto. El editor jefe es Tito Chamorro.

Ilustradores: Fabian Biscotti, Julio “Killer”, Lorenzo Borja, Lino Careaga, Elvio Cohene, Bianca López, Juan Ángel Giménez. También fue publicada una ilustración de la fallecida Lena Pereira “Anel”.

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