“Mi nombre es Dolemite”, un vibrante regreso de Eddie Murphy

“Mi nombre es Dolemite” es una grandiosa alabanza a un genio poco convencional y su influyente arte, impulsado por una energía y alegría inagotables y una actuación sublime de Eddie Murphy.

"Mi nombre es Dolemite" está disponible vía Netflix.Netflix
audima

Hablando de forma personal y subjetiva, el principal atractivo de las películas biográficas sobre artistas –más allá de la apreciación superficial de la capacidad del actor o actriz de turno de imitar los manerismos, el acento u otras características únicas de tal o cual artista– es la emoción de ver el proceso creativo en acción.

Parte del mismo entusiasmo y sensación de adrenalina que genera ver otro tipo de hazañas que están fuera del alcance de uno, como ver a Sherlock Holmes aplicar la lógica detectivesca para resolver un misterio indescifrable, u observar cómo Jackie Chan convierte una escalera en un arma para defenderse de siete matones a la vez.

Mi nombre es Dolemite retrata al comediante Rudy Ray Moore (Eddie Murphy) con una reverencia que lo convierte en una fantasía comparable con el genio investigador o el artista marcial: un superhéroe de la cultura afroamericana cuyo superpoder es un ingenio incontrolable, un olfato superdesarrollado para las oportunidades y una resistencia sobrehumana a oír un no como respuesta a sus ambiciones.

Eddie Murphy como Rudy Ray Moore en "Mi nombre es Dolemite".

Protagonizada por un Eddie Murphy magistral, que venía con un perfil bastante bajo en los últimos años y aquí expone exactamente por qué fue una de las figuras clave de la comedia estadounidense –con un trabajo que sería justamente recompensado con, como mínimo, una nominación a un Óscar–, la película sigue a Rudy Ray Moore desde sus años como un comediante y músico frustrado, relegado a rutinas de “stand up” de cinco minutos en un pequeño club en Los Ángeles.

De las historias de un indigente, basadas en personajes del folklore afroamericano, Rudy inventa el personaje de Dolemite y lo adopta como su persona, adaptando los cuentos en rutinas de comedia de lenguaje extremadamente soez y rimas ingeniosas que lo acaban lanzando al estrellato, pero pronto decide poner toda su fortuna recién adquirida en la línea para apuntar más alto y producir una película sobre Dolemite.

Desde el primer segundo de película hasta la última línea del obligatorio texto informativo que sirve de epílogo a toda “biopic” hollywoodense, Mi nombre es Dolemite vibra con una energía y un humor que rara vez se permiten este tipo de películas, a menudo entorpecidas por una solemnidad y reverencia casi religiosa por el artista y su arte que gustan a la Academia pero que también hacen que muchas “biopics” artísticas caigan dentro de una fórmula que las hace predecibles y blanco fácil de despiadadas parodias como la excelente Walk Hard, que básicamente condenó a la obsolecencia al género más allá de contadas excepciones que optaron por enfoques más únicos a sus biografías, como Love & Mercy o Straight Outta Compton.

Como esas películas, Dolemite hace reverencia a su artista no centrándose exclusivamente en su luchas internas o en la actuación del intérprete protagonista, relegando el arte en sí al trasfondo o la banda sonora, sino que se centra directamente en la creación de ese arte para contarnos quién es Rudy Ray Moore y qué lo hizo extraordinario.

No es coincidencia que Craig Brewer, el director de Dolemite, haya sido también el realizador del aclamado drama musical de 2005 Hustle & Flow, que también ponía mucho énfasis en cómo su protagonista creaba su arte y qué ese arte decía de él.

Da'Vine Joy Randolph como Lady Reed.

Por momentos, con las tácticas inusuales de Rudy para financiar su película y conseguir un equipo de producción, pasando por su amplio elenco de personajes coloridos e interesantes –entre los que destacan Da’Vine Joy Randolph como la cantante y comediante Lady Reed y Wesley Snipes, que también hace un regreso sorprendente como el director y actor D’Urville Martin, demostrando una aptitud para la comedia que tomará desprevenidos a aquellos que conocen al actor solo como Blade–, por momentos la película recuerda a películas como La Gran Estafa, en las que un grupo de individuos con sus talentos únicos unen fuerzas para ir debajo del radar, escabulléndose para lograr un objetivo casi imposible que los lleve a ganar una fortuna.

Ciertamente tiene la energía, la vibrante atmósfera de celebración, música y alegría con la tensión de una apuesta atemorizante que hacen que esas películas sean tan emocionante.

Wesley Snipes interpreta al actor y director D'Urville Martin.

Es, sin embargo, el tipo de película que se disfruta mejor con conocimiento del idioma inglés, porque, a pesar de los valerosos esfuerzos de los encargados de los subtítulos de Netflix de adaptar las rimas y expresiones al español, mucho acaba perdiéndose en la traducción. No es nada que afecte demasiado la calidad de la película, pero es un pequeño detalle a tener en cuenta.

Me atrevo a decir que Mi nombre es Dolemite es uno de los puntos altos de lo que va del año en cine, además de un bienvenido regreso de una de las grandes estrellas de cine de los ’80 y ’90 a una película digna de sus considerables talentos y carisma.

------------------------------------------------------------------------

MI NOMBRE ES DOLEMITE (Dolemite is my Name)

Dirigida por Craig Brewer

Escrita por Scott Alexander y Larry Karaszewski

Producida por Eddie Murphy, John Davis y John Fox

Edición por Billy Fox

Dirección de fotografía por Eric Steelberg

Banda sonora compuesta por Scott Bomar

Elenco: Eddie Murphy, Keegan-Michael Key, Tituss Burgess, Mike Epps, Craig Robinson, Da’Vine Joy Randolp, Wesley Snipes, Luenell, Kodi Smit-McPhee, Tip “T.I.” Harris, Ron Cephas Jones, Aleksandar Filimonović, Chris Rock, Tommie Earl Jenkins, Snoop Dogg, Bob Odenkirk, Gerald Downey

Lo
más leído
del día