En octubre de 1966 Neil Armstrong no sabía que iba a ser el primer hombre en pisar la Luna. Ese año, las misiones Gémini de la Administración Nacional de la Aeronáutica y del Espacio (NASA) proyectaban el camino hacia el satélite natural de la Tierra.
El primer hombre que pisó la Luna visitó Paraguay poco menos de tres años antes de la misión Apollo 11, que cumple este sábado 20 de julio 50 años.
A finales de setiembre de 1966, la NASA decidió enviar a dos astronautas a una “misión de buena voluntad” a América Latina: Neil Armstrong, del Gémini 8, y Dick Gordon, del Gemini 11.
Armstrong había sido el piloto comandante de la misión Gémini 8, que entre el 16 y 17 de marzo de 1966 orbitó nuestro planeta, y Gordon lo había hecho en el Gémini 11 entre el 12 y el 15 de setiembre de ese mismo año. Podría decirse que Gordon acababa de bajar de la cápsula espacial.
Eran tiempos de Guerra Fría y la imagen de Estados Unidos para con los países de occidente, en especial los de América Latina, claves para el predominio geopolítico de EE.UU. contra la Unión Soviética, debía ser buena.
En 2005 el escritor James R. Hansen publicó un libro sobre la vida de Neil Armstrong titulado First Man: The Life of Neil A. Armstrong –que por cierto sirvió para base de la película First Man, de 2018– en donde se detallan aspectos de esta “misión de buena voluntad”. Hansen escribió que ambos astronautas necesitaban unas vacaciones y que la NASA decidió recompensarles con un viaje a 11 países en donde visitarían 14 ciudades, entre ellas Asunción.
Una comitiva de la NASA se trasladó primero desde Washington DC hasta Caracas, Venezuela, a inicios de octubre de 1966. Ambos astronautas viajaban con sus esposas Janet Armstrong y Bárbara Gordon, además de otros altos funcionarios de la agencia espacial estadounidense entre los que destacó, por ejemplo, el Dr. George Low, exdirector adjunto de vuelos tripulados de la NASA, que acababa de ser nombrado jefe de aplicaciones del nuevo proyecto Apollo en el Manned Spacecraft Center (MSC), o centro de naves espaciales tripuladas, de la NASA.
El avión en el que se transportaban era un Convair 580, del gobierno de los Estados Unidos. El libro recuerda, en base al diario del Dr. Low, que el vuelo desde Estados Unidos a Venezuela fue turbulento: “Desde el inicio con el Convair del Gobierno hubo turbulencias desde Dulles (Washington DC) hasta Caracas, una que elevó a Dick Gordon a los cielos, removió los equipajes y derramó todo el Bloody Mary de los pasajeros en el suelo. Ese comienzo para nada auspicioso no fue nada comparado con el salvaje viaje a Asunción, Paraguay”, escribió Hansen.
En este punto citaron los recuerdos de Neil Armstrong, que no ocultó su miedo en el vuelo desde San Pablo, Brasil, a Paraguay, el sábado 22 de octubre de 1966.
“Los pilotos estaban con la radio (...) bueno, el tiempo en Asunción se estaba poniendo un poco inestable. Pasaron dos horas y seguíamos entre las nubes. Bajábamos más y más para tratar de tener una visual. Finalmente, cuando la conseguimos, las montañas nos rodeaban. Teníamos a un amigo paraguayo volando con nosotros desde San Pablo para que nos oriente culturalmente, pero ¡no se suponía que él esté allí para pilotar el avión! Mirando a través de la ventana, vio un lago que reconoció y dijo '¡conozco ese lugar!’ La tripulación lo usó para que nos dirija”, escribió Armstrong en sus memorias que fueron citadas en el libro de Hansen.
Así, el hombre que viajó al espacio meses antes y que lo haría a la Luna años después, tuvo miedo al aterrizar en Paraguay, en donde la conexión con la torre solo se hizo por radio, sin radar.
24 horas en Paraguay
En efecto, las crónicas de los periódicos de ese día, el 22 de octubre de 1969, cuentan que fue una jornada con muy mal tiempo y mucha lluvia. El aterrizaje del avión, que estaba programado para las 09:30, tuvo una considerable demora por las precipitaciones.
Los astronautas tenían programado ir desde el aeropuerto internacional de Luque, llamado entonces “General Stroessner”, a la embajada de los Estados Unidos, en Mariscal López y Kubitschek. Allí abordarían un automóvil con el cual harían un recorrido por Mariscal López hasta el Panteón de los Héroes, donde depositaron finalmente una ofrenda floral.
Las crónicas de los diarios Patria (del Partido Colorado) y La Tribuna recordaron que, pese a la lluvia, miles de personas se agolparon a las calles para saludar a los astronautas, una situación que se dio en repetidas ocasiones en otras ciudades de América Latina.
“La gente era espontánea, amigable y extremadamente cálida. En Brasil, Paraguay y Uruguay casi no hubo seguridad militar, pero una escolta policial contenía a la multitud”, recordó el doctor Low, que acompañó a los astronautas. En otros países como Brasil y Uruguay — se quejó Low — manifestantes les gritaban “asesinos” y que “salgan de Vietnam”. Esta situación no se dio en Paraguay.
Después de salir del Panteón de los Héroes, los astronautas fueron recibidos en Palacio de López por el canciller Raúl Sapena Pastor y luego por el dictador Alfredo Stroessner. Les acompañó el embajador de los EE.UU. en ese entonces, William P. Snow. El dictador les dijo a los astronautas que siguió los pormenores de sus logros en el espacio a través de la prensa y los felicitó.
“El astronauta Armstrong dijo que no encontraba palabras para describir a nuestro gobernante las bellezas que brindaba el globo terráqueo desde las alturas en las que se hallaba la nave espacial. A este respecto, obsequió al Presidente una hermosa fotografía en colores tomada desde la cápsula espacial y en la que se aprecia el gran Chaco. También se obsequió al Presidente una fotografía de una de las cápsulas en pleno vuelo”, recordó la edición de Patria del día siguiente, el domingo 23 de octubre de 1966.
El embajador Snow entregó al dictador una carta del entonces presidente de los EE.UU., Lyndon Johnson, en donde se reafirmaba la amistad entre Estados Unidos y Paraguay.
Dick Gordon, por su parte, entregó una bandera paraguaya que había viajado al espacio a bordo del Gémini 11 a Stroessner.
“Los astronautas se mostraron desde un primer momento cordiales, espontáneos, comunicativos, dispuestos a prolongar la entrevista por tiempo indeterminado, dando a la reunión el ambiente grato de un encuentro entre viejos amigos”, recuerda Patria.
“Armstrong saludó a las autoridades locales con algunas pocas palabras en su lengua natal, el guaraní, una lengua de tribus antiguas. Las palabras que musitó Armstrong fueron Ro-voo-ah ro-zhoo-a-guari para-guay-pay, que significaba simplemente estamos felices de estar en Paraguay”, recordó Hansen en First Man.
Se puede entender así que cuando Armstrong saludó, dijo Rovy’asyry Paraguáipe, es decir, estamos felices en Paraguay.
Almuerzo y conferencia
Casi sin descanso, la delegación pasó del Palacio de López a la embajada de los Estados Unidos, donde almorzaron todos. Por la tarde, a las 17:00, dieron una conferencia de prensa en el Hotel Guaraní y, una hora después, una presentación científica en uno de los auditorios del Ministerio de Obras Públicas y Comunicaciones en donde asistieron varios científicos e intelectuales de nuestro país, según las crónicas.
La delegación de la NASA exhibió en el Cine Teatro del Hotel una película sobre las misiones de la agencia y mostró los trajes espaciales que usaban en ellas.
Posteriormente, los astronautas fueron nuevamente hasta Palacio de López, en donde fueron de vuelta recibidos por el canciller Sapena Pastor y por el dictador Stroessner. Ambos fueron galardonados con la Condecoración Nacional del Mérito en el Grado de Comendador. En los diarios fueron calificados como intrépidos, triunfadores, hombres del espacio y que recibieron la medalla de honor paraguaya en sus pechos victoriosos.
Al día siguiente, la delegación se despidió de los funcionarios de la embajada de los EE.UU. por la mañana y ese domingo 23 emprendieron vuelo hacia Uruguay, donde continuaron su gira. Poco más de dos años y medio después, Armstrong –quien falleció en 2012 (Gordon en 2017)– haría historia con un paso que fue pequeño para el hombre, pero gigante para la humanidad.