La condena a varios años de prisión de Ramón González Daher y su hijo Rubén González Karjallo, previo fallecimiento del brazo político de este clan, Óscar González Daher, es la luz al final del túnel para cientos de familias prisioneras de la usura y extorsión.
Así lo indican innumerables historias que de a poco van conociéndose, con protagonistas que se animan a dejar de lado el temor de enfrentar a “los intocables”.
Padres de familia; fiscales; abogados; empresarios, algunos de ellos de muy buen pasar, cayeron en manos de uno de los mayores usureros de la región.
No había perdón para nadie. El poder económico crecía y crecía, sin escrúpulos ni contemplaciones.
¿Denunciarlos? No, eso era una utopía porque las historias tienen como denominador común ese poderío político, con su peso y buenos contactos, condimentos imposibles de contrarrestar en “el país de los amigos”.
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Otro jugador clave
También surgía un jugador clave en otro poder del Estado; nada más y nada menos que el Poder Judicial. Uno igualmente poderoso, igualmente venido a menos y “caído en desgracia” en los últimos tiempos: Antonio Fretes.
En el caso del hasta hace poco titular del Poder Judicial, más reciente y con final abierto aun, vale decir que fueron los laureles que servían de colchón al modus operandi, finalmente, los que jugaron una mala pasada.
Tras el exceso de confianza y una negociación fructífera en los papeles previos; una de tantas; simple; con resultado casi asegurado, pasó lo inesperado.
Le fallaron a un pez gordo, que devolvió el golpe.
El inicio del fin
Kassen Mahamad Hijazi pegó bien abajo. Ventiló la fallida transacción con Amílcar Fretes, hijo de Antonio Fretes, quien le había prometido que no sería extraditado a Estados Unidos, lo que después ocurrió.
Esto fue el inicio del fin para el clan: pedido de permiso en la presidencia de la Corte Suprema de Justicia; intento de juicio político en la Cámara de Diputados; pedido de renuncia de los demás ministros de la máxima esfera judicial; y más condimentos de una historia que todavía no conoce el final.
Fue así que dos clanes de gran poderío, leyendas en sus respectivos ámbitos, siempre al margen de la ley aunque parezca una broma si hablamos de un ministro del Poder Judicial, finalmente sucumbieron.
Auge y caída de verdaderos mitos a quienes les cayó la noche.