El presidente Mario Abdo Benítez anunció una flexibilización de las restricciones a la circulación de la gente, dando fin a la cuarentena total, aunque mantiene la emergencia sanitaria que limita la circulación en horas de la noche.
El anuncio presidencial despertó la reacción inmediata del gremio de los galenos, pues el Círculo Paraguayo de Médicos emitió un comunicado de fuerte protesta contra la flexibilización de las restricciones vigentes. Los médicos apoyan plenamente el trabajo que viene realizando el Ministerio de Salud Pública, en coordinación con los organismos sanitarios y centros asistenciales del país. A criterio del gremio, no tiene ninguna justificación ni explicación científica la decisión de levantar la cuarentena obligatoria porque, reafirma, el aislamiento es, por ahora, la única vacuna válida ante la agresividad del covid-19. Los médicos sostienen que flexibilizar las restricciones pondrá en peligro la vida de miles de compatriotas cuando las posibles muertes todavía pueden ser evitadas.
Ante tan fuerte reacción, ayer Marito dio un paso atrás y resolvió seguir manteniendo la cuarentena total hasta el 12 de abril y pidió “un esfuerzo más a todos”.
¿Por qué el Gobierno pensó suavizar las medidas restrictivas de circulación y aglomeración de personas en sus puestos de trabajo? Por una fuerte presión que proviene de diferentes direcciones, tanto del empresariado como de los propios trabajadores.
La mitad de la población económicamente activa trabaja en la informalidad, en negro, sin un sueldo fijo ni seguro social que le garantice salario y atención de su salud. Son unas 1.500.000 personas que si no trabajan, no comen. Millares de albañiles, mozos, vendedores ambulantes, jardineros, personal de tiendas, empleadas domésticas, etc. no pueden permanecer en sus casas porque el hambre no espera.
Asimismo, centenares de industrias y comercios no pueden seguir cerrados porque deben hacer frente a créditos, gastos fijos, salarios, deudas con proveedores, etc.
Ahí está planteado el dilema: cuidar bien la salud de la población demanda guardar la cuarentena total y todos deben quedarse en casa, pero ¿quién se encarga de darnos de comer? Si gran parte de la población vuelve al trabajo, aumentará notoriamente el número de personas infectadas por el virus, podría subir bruscamente la cantidad de casos y, entonces, habrá que decretar de nuevo la cuarentena obligatoria. Un círculo vicioso a detectarse con facilidad pero cuya solución, por ahora, no se vislumbra.
Algunos presidentes como Bolsonaro y Trump optaron por no darle mucha bola al tema y alentaron a la gente a ir a trabajar. El virus no respeta órdenes presidenciales, y miles de estadounidenses y brasileños están pagando con sus vidas la falta de prevenciones adecuadas para frenarla enfermedad. ¿Quedamos en casa o nos bolsonarizamos?