Los paraguayos estuvimos casi siempre listos para la lucha en el pasado, aunque hoy pareciera estar ausente ese amor a esta patria, no hay que engañarse. Basta con cavar un poco la superficie de esta tierra con las manos para que rebrote la esencia de este pueblo eternamente relegado en sus intereses.
Quiero recordarles a mis compatriotas que nadie, ni el más optimista hubiera creído que el Paraguay iba a sobrevivir después del 1 de marzo de 1870. Acepto que, en la posguerra, con el primer experimento democrático, estuvimos plagados de políticos muchas veces corruptos; así como también después de la última dictadura de 1989, pero NO ACEPTO que me digan que este pueblo no es heroico porque aún en el presente, como antes, es capaz de aguantar los embates del dengue o de cualquier otro tipo de virus; así como el embate feroz de políticos corruptos y hasta el de narcotraficantes asesinos. ¿Y me dicen que no es heroico?
Los restos de los dos Mariscales en el Panteón Nacional de los Héroes representan la muerte y la resurrección de una nación heroica. Bien sé que para muchos intelectuales a quienes conozco (escépticos por naturaleza) consideran mejor dejar la historia nuestra enterrada en el pasado, pero yo prefiero pensar que una nación tiene identidad gracias a ese pasado que no ha muerto y no ha sido olvidado. Al contrario, sigue cada vez más presente en la misma esencia de este pueblo. Es por eso por lo que vale la pena recordar este 1 de marzo de 2020 quienes somos y de dónde venimos.
*Médico Especialista Diplomado del Consejo Americano de Psiquiatría y Neurología
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