Unas 27 promociones de exalumnos, exdirectores y exdocentes de la escuela General Díaz se juntaron para trabajar en la refacción de un pabellón de la institución que, luego de 100 años de uso, estaba por derrumbarse. También repararon la biblioteca, cuyo techo tenía goteras y estaba tomado por las termitas. La intervención se dio ante la inacción del Ministerio de Educación y Ciencias (MEC), a cargo de Eduardo Petta, que lejos de apoyarlos, el año pasado intentó frenarlos.
El ingeniero Sergio Aguilera contó que para apoyar a la escuela formaron un movimiento integrado por egresados de todas las promociones, desde 1950 en adelante, junto con exdirectores y exdocentes. En 2018, este grupo realizó distintas actividades para recolectar G. 25 millones, utilizados en la reparación total de la biblioteca. “Hicimos reparaciones, porque había kupi’i (termitas), goteras, el techo estaba por caerse. Intervinimos y ahora la biblioteca está utilizable totalmente”, señaló el ingeniero.
Posteriormente, los voluntarios realizaron comilonas y recolectaron unos G. 140 millones, con los que ahora están refaccionando un histórico pabellón.
Aguilera explicó que el edificio data de 1919 aproximadamente. En los años 60 había más estudiantes que espacio, entonces a los pasillos de este pabellón le colocaron paredes, convirtiéndolo en aulas, detalló el ingeniero. Con los fondos recaudados, hace unos 8 meses comenzaron las obras de refacción del edificio, que “se iba a caer, porque los pilares estaban desaplomados”, indicó el ingeniero.
Actualmente los trabajos llegan a la mitad del pabellón. Lejos de apoyar, Aguilera afirmó que el año pasado, el MEC intentó parar los trabajos en tres oportunidades. “Cuando nosotros ya teníamos todo asegurado, vino el MEC y dijo que esto se estaba por caer”, puntualizó.
La escuela tenía otros dos pabellones, que se derribaron en los años 80.
El reencuentro
El sábado, los “exas” se encontraron en la escuela papara ver el avance de las obras. La reunión estuvo marcada de emociones. La exprofesora Victoria Viadiu, de más de 90 años, les acompañó. “Fue la profesora de mi mamá, y después fue mi profesora”, contaba lagrimeando la voluntaria Sara García Hornung.