La huida masiva fue detectada aproximadamente a las 04:00, cuando la Policía recibió la alerta de parte de los agentes penitenciarios del penal que queda a 2.000 metros de la Ruta PY05 y 5.000 metros antes de llegar al centro de Pedro Juan Caballero y la línea fronteriza con Brasil.
Supuestamente, los reos abandonaron la prisión a través de un túnel de 15 metros de longitud que cavaron en el baño de la celda 13 del pabellón B de la planta baja. La excavación sale justo al lado del muro perimetral que da a la calle Naciones Unidas, a 50 pasos de la garita de seguridad instalada sobre la muralla y 100 metros de donde estaba el fuerte de los centinelas militares.
Cuando los primeros policías llegaron al lugar, atraparon a un convicto que acababa de salir del túnel y que no tuvo tiempo de recuperar su libertad.
Al ingresar al presidio, los policías hallaron una escena escandalosa, ya que se percataron de que casi todas las celdas del mencionado pabellón, así como del pabellón de la planta alta, estaban totalmente abiertos y sin los candados de seguridad como en teoría deberían haber amanecido.
Pero lo más indignante que hallaron los uniformados fueron unas 200 bolsas con la tierra que se sacó del túnel y que estaban correctamente apilonadas en otras dos celdas contiguas.
Prácticamente todo ese sector estaba sucio con la tierra roja y las herramientas utilizadas, algo que los guardiacárceles necesariamente tuvieron que haber visto si es que efectuaban simples controles de rutina.
En total, se evadieron 76 presos, de los cuales 50 eran de la planta alta y 26 de la planta baja.
Los de la planta alta, por ejemplo, tuvieron que bajar a la planta baja a través de un portón que solamente los celadores controlaban.
La mayoría de los fugados son miembros de la facción criminal Primer Comando da Capital (PCC).
De hecho, los tres principales cabecillas de este grupo que se fueron son David Timoteo Ferreira y Laurindo de Souza Neto, condenados hace un mes luego de ser detenidos juntos hace tres años, y Osvaldo Rodrigo Pagiotto, apresado en 2012.
Sin embargo, también ganaron su pase a la libertad los seis sicarios que operaban para el capo brasileño apodado Minotauro y que, de hecho, ya estuvieron a punto de salir con arresto domiciliario una semana antes gracias a un fallo de un juez, que después fue anulado por la Corte. De estos seis, el más importante es el brasileño Julio César Gomes, señalado como el asesino de la abogada Laura Casuso.
Apresan al director y a 30 guardiacárceles
La primera acción tomada por las autoridades tras la fuga fue la detención del director del penal Christian González y 30 guardiacárceles, de los cuales cuatro son mujeres; todos ellos serían imputados por frustración de la persecución y la ejecución penal, liberación de presos y asociación criminal, según la fiscal Reinalda Palacios.