La venta de diarios les dejó grandes enseñanzas, que hoy comparten

El papel diario tiene un gran significado para muchas familias que lograron cumplir sus sueños a través de la venta de ejemplares matutinos. Algunos de ellos cuentan en esta nota de qué manera ser canillitas les dejó enseñanzas. Hoy, como cada Navidad, todo lo recaudado de la venta de diarios será netamente ganancia de los canillitas, quienes de lunes a lunes y contra cualquier adversidad realizan su labor con mucho sacrificio.

Don Pedro Insaurralde expresó su emoción al recordar el día en que su hijo se recibió como subteniente de pilotaje de aviación. Afirma que vender diarios es una manera de ganarse la vida de manera digna y que todo tiene un propósito en esta vida.
El doctor Agustín Saldívar, hoy especialista en trasplantes, cuenta sus anécdotas de cuando fue canillita. Afirma que no se arrepiente de haber recorrido las calles porque ese camino permitió que llegara a su meta.
Cristóbal Lezcano afirma que la venta de diarios dejó un gran legado en él. El comercio se aprende desde abajo y de manera empírica, comenta.
Édgar Mendoza sigue comprando el diario porque sabe que detrás de esta labor hay muchas familias que están luchando por sus sueños. Expresa que los jóvenes deben aprender a trabajar y no sentir vergüenza si ese empleo implica salir a las calles.
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Su hijo vendía diarios y hoy es subteniente de pilotaje

Pedro Insaurralde llegó hasta Luque hace 24 años desde Fulgencio Yegros. Para sacar adelante a su familia se volcó primeramente a la albañilería, pero luego optó por otros trabajos. Uno de los hijos, Roberto Insaurralde, empezó a ayudarlo y se dedicó a la venta de diarios. Fue así que recorriendo la zona de Luque conoció la Escuela de Formación de Suboficiales de la Fuerza Aérea Paraguaya, donde ingresó y se destacó como alumno.

Para que pudiera seguir la carrera en el Colegio Militar, Don Pedro eligió también ser canillita y con los ingresos ayudó a que su hijo se recibiera y con honores como subteniente de pilotaje de aviación. “Mi hijo es mi gran orgullo y un ejemplo de superación. Juntos vendíamos diario y él puso su empeño para lograr su meta”, expresa.

Emocionado, Don Pedro asegura que ver a su hijo trabajando en lo que le apasiona representa mucho para él. “Significa que valió la pena el esfuerzo”, asegura.

Acota que los sueños de los hijos deben ser prioridad y todo esfuerzo dedicado a ellos tarde o temprano da sus frutos. “Me levanto a las 5:00 de la mañana, preparo mi mate y luego ya salgo a vender los diarios. Compensa cuando hay mucha venta, siempre hay que ponerse una meta. No darse por vencido y no tener vergüenza en ser vendedor de la calle. Todos los hacemos por un objetivo”, indica.

“Me acerco a los canillitas y les cuento mi historia”

Agustín Saldívar es actualmente el director general del Hospital del Trauma, cirujano vascular de este centro y de otros hospitales, docente instructor en técnicas quirúrgicas y ocupa además otras funciones. En medio de sus quehaceres, se hace de tiempo para hacer servicios sociales y sobre todo dar consejos a los vendedores de diarios. “Me acerco a ellos y les cuento mi historia”, dice.

Detalla que entre los 11 y 16 años de edad fue canillita en la ciudad de Fernando de la Mora, poco tiempo después de que su madre, Miguela Orrego, falleciera. Saldívar manifiesta que las calles le enseñaron el valor del trabajo, la puntualidad con los clientes, la disciplina y el fruto del esfuerzo.

“Llegué a entregar más de 200 ejemplares por día. Cuando eso, el diario costaba entre 7 y 10 guaraníes. Mi deseo desde pequeño fue ser médico, y sabía que llegar a mi meta significaba cumplir varias etapas. Una de ellas fue la de ser canillita, cuya experiencia dejó una gran huella en mí. Para las 8:00 de la mañana ya acomodaba todo”, rememora.

Remarca que repartía el diario en bicicleta, haga frío, calor o en días de lluvia y que solamente descansaba Viernes Santo y el primero de enero, días en que no sale el diario. “Cuando ingresé a la facultad, muchos de los que fueron mis clientes me regalaron libros. Realmente me dio mucho este trabajo”, subraya.

De vendedor de periódico a dueño de supermercados

Cristóbal Lezcano es actualmente propietario de una cadena de supermercados y varios otros centros comerciales de Asunción, además de una agroganadera ubicada en su ciudad natal en Cordillera.

Recuerda que a la edad de 13 años vino con su familia del interior del país, específicamente de Santa Elena, para salir adelante. Su padre, de nombre Justo, en ese entonces le salió de “garante” en una agencia de diarios, donde Cristóbal quiso retirar ejemplares a consignación y así tener su primer empleo. Según rememora, durante un año se desempeñó como canillita en el Mercado Municipal N° 4, donde aprendió más de lo que él esperaba.

Este recorrido diario y desde tempranas horas forjó en él disciplina y pasión por las ventas que hasta ahora las mantiene. “Cuando eso vendía 50 ejemplares, tanto de La Tribuna como ABC Color. Era a pie y descalzo en los primeros días. Cuando tuve mis primeras ganancias compré un termo para vender helado, la otra parte le daba a mi familia y una parte siempre ahorraba”, comenta.

Cuando cumplió un año como canillita tuvo un accidente y se dejó de las calles. “Un guarda me expulsó de una línea (de bus) y luego ya no pude seguir”, manifiesta y agrega que el buen comercio se aprende desde las lecciones y labores más pequeñas y que uno debe poner empeño en todo.

“De esta labor rescaté la disciplina y el compromiso”

Édgar Darío Mendoza Pereira es oriundo de San Juan Bautista, donde en el 2016 juró como abogado. Durante 13 años se dedicó a la venta de diarios en las calles de su ciudad, primero a pie, luego en una bicicleta y finalmente en moto. Según relató, la experiencia de trabajar en la calle, conocer gente, informarse y manejar dinero, formaron parte de las grandes enseñanzas que le dejó el trabajo de canillita.

“De esta labor rescaté además la importancia de la disciplina, la responsabilidad y compromiso”, expresa. Cuenta además, que para honrar su trabajo y también sus estudios, pidió cambiar de turno en el colegio para lograr vender más diarios.

Durante esos años, Édgar logró ayudar a su familia a través de estas salidas mañaneras, además pudo solventar sus estudios y ahorrar. En la actualidad, ejerce su profesión e insta a los jóvenes a que no tengan vergüenza de tomar un empleo sacrificado como lo es el de canillita. En su caso, relata que se levantaba entre las 4:00 y 5:00 de la madrugada y luego salía a buscar su paquete de diarios. Para el mediodía, ya tenía colocados todos sus ejemplares.

“Cuando empecé, el diario ABC se vendía a 3.500. De lo que gané, que era de la venta de 40 ejemplares, lo junté y le di a mi familia. Es gratificante cuando uno ve el resultado”, afirma Édgar.

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