La idea surgió tras un pedido de la comunidad europea en el año 2017, ya que existe una demanda importante de este tipo de soja, y en Paraguay nadie se animaba a hacer, relató Servián. Luego fueron varios los actores que participaron (y lo hacen hasta hoy), entre ellos, los 15 productores de soja convencional ubicados entre Hohenau y Carlos Antonio López, el Silo Apolo 11 como acopiador, CW Trading que actuó como asesor logístico, técnico y comercial, y Sodrugestvo Paraguay, comprador y exportador.
Servián dijo que cada eslabón de la cadena es complejo. “A mí me tocó la parte del silo y el proceso operativo. Nadie quiere meterse en un dolor de cabeza por requisitos; las semillas las conseguimos con unos productores alemanes nostálgicos de nuestro grupo, que seguían sembrando todos los años la soja convencional, y llegamos a 1.200 ha”, contó. En Paraguay, el 100% de los silos son utilizados para guardar semillas transgénicas, de soja, maíz, trigo, girasol o canola, y este grupo se vio obligado a construir un silo nuevo para guardar la soja, y costó US$ 400.000 dólares, en la zona Sur de Itapúa, Km. 90 de la Ruta PY-06. “La soja no debe recibir ningún tipo de contaminación o juntarse con soja transgénica; por eso tuvimos que hacer la inversión”, añadió.
Nuestro entrevistado explicó que cuando se llegó a la etapa de cosecha, las cosechadoras debían estar desinfectadas, así como los cachapé y los camiones que debían trasladar el producto hasta el silo.
Puerto en cuarentena
La firma Sodrugestvo se encargó de todo lo referente a la desinfección del Puerto Paredón en Hohenau. Según los datos, se paralizó por una semana para que se pudieran cargar las barcazas, todo con inocuidad absoluta.
Embarque
Un dato no menor señalado por nuestra fuente tiene que ver con la cantidad de soja cosechada y exportada, pues se llegó a 3.000 toneladas; sin embargo, una barcaza debe trasladar 8.000, por lo que hubo un “peso muerto” de 5.000 toneladas que fue asumido por Sodrugestvo, demostrando así predisposición para este negocio. “Embarcamos la soja, que fue hasta el puerto de Palmira, en Uruguay, y de ahí a Kaliningrado, Rusia”, explicó.
Rentabilidad y más pedidos
Los productores lograron una rentabilidad de US$ 30 más por tonelada (por la soja transgénica se les paga US$ 300/ton, y por la convencional, US$ 330/ton). Hoy tenemos un pedido de 15.000 toneladas a cubrir, y no hay suficientes semillas en el Paraguay. Estamos buscando en Argentina y Brasil, que ya están trabajando con este tipo de semillas.
El paquete tecnológico utilizado con la soja convencional ayuda a un mejor uso de agroquímicos, gracias a la resistencia que tienen estos cultivos convencionales. “Nosotros no venimos a hablar mal de la soja transgénica, solo presentamos como opción la soja no transgénica”, finalizó.
NO CONFUNDIR CON ORGÁNICA
Es importante aclarar que la soja no transgénica, soja no OGM (organismo genéticamente modificado), soja sin eventos genéticos o soja convencional, son la misma cosa. Y reciben aplicaciones de agroquímicos, pero su manejo desde la cosecha hasta el destino final deben ser totalmente inocuos, o sea, sin restos de residuos.
La soja orgánica está en otro eslabón: no debe recibir ningún tipo de aplicación de productos químicos durante todo su desarrollo hasta llegar a la mesa del consumidor, en la forma que sea.
El rendimiento promedio obtenido en esta zafra de soja no transgénica estuvo entre 2.800 y 4.000 kilos por hectárea.