El lado atractivo de la revolución

Ni las revoluciones escaparon de la moda de las tarjetas postales que eran atesoradas por coleccionistas. El auge de estos cartones impresos se dio entre 1890 y 1930. Recorrían el mundo con imágenes cotidianas del país.

Contramarcha de soldados gubernistas frente al Palacio de López. Serie numerada de ocho postales editadas por la casa E. Bloch y Cía. Editores, en 1904.
Cañones Krupp de los soldados defensores del Gobierno apuntan hacia la bahía de Asunción para repeler algún ataque de los revolucionarios de 1904. El conflicto comenzó el 4 de agosto y finalizó el 19 de diciembre con la renuncia de Juan Antonio Escurra y la asunción presidencial de Juan Bautista Gaona.
Tropas leales al coronel Juan Antonio Escurra controlan la calle de acceso al Palacio de López. Tras meses de movilización, el militar firmó el “Pacto del Pilcomayo” que establecía su renuncia para el retorno de la paz a la sociedad paraguaya de la época
Un jinete de las fuerzas oficialistas posa sobre su caballo para esta postal editada en 1904, por el coleccionista Bartolomé Ferro.
Los cañonazos de la revolución del 2 de julio de 1908 alcanzaron al Teatro Nacional y a varios edificios de la zona. Esta serie de ocho postales con distintas perspectivas fue editada por Juan Quell.
En Villeta, los revolucionarios se embarcaron en el vapor “Patria” con destino a Asunción para asumir el nuevo Gobierno, en diciembre de 1904. Tarjeta postal editada por Guillermo de Grutter.
Destrozos ocasionados al Cuartel de Policía por los revolucionarios de 1908. Se destaca la figura del triunfador de la jornada, el entonces mayor Albino Jara.
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En 1904 se desató la primera de las varias revoluciones que se registraron en el Paraguay hasta mediados del siglo XX.

Se recuerdan, además, las de 1908, 1912, 1922 y 1947 como las que sacudieron el inestable ambiente político nacional. Pero fueron, principalmente, las dos primeras las que se vieron en el mundo a través de las tarjetas postales.

Estos cartones de uso epistolar, de 9 x 13 centímetros, estuvieron en auge entre 1890 y 1930. Eran enviados por correo y llevaban impresas vistas de paisajes, edificios emblemáticos, calles, escenas costumbristas, celebraciones importantes y hasta de revoluciones o conflictos armados.

Mediante las tarjetas postales se podían observar con los propios ojos interesantes detalles. ¿Quiénes eran los protagonistas? ¿Cómo vestían? ¿En qué se movilizaban? ¿Cuántos daños causaron? Las fotografías de época de las distintas revoluciones muestran la diversidad de factores que engloban los actos bélicos de esta naturaleza.

Las escenas captadas en los mismos campamentos indican la presencia de algún profesional de la cámara en el lugar de las acciones. Parece ser una moda de entonces que los combatientes posen distendidos en grupos de camaradas, exhibiendo armas y luciendo llamativos uniformes.

Firmadas por todos los retratados, tales imágenes tenían el propósito de ser enviadas como recuerdos a familiares y amigos. O quizás en función de propaganda a la causa. Existe infinidad de ejemplares que certifican dicha costumbre, especialmente en 1904.

Inclusive aparecen tarjetas postales, nacionales y extranjeras, autografiadas por los revolucionarios con dedicatorias sentimentales a alguna señorita de la sociedad.

Lejos de aquellos días de convulsión, estas vistas cobran importancia documental para la investigación histórica. A través de ellas se pueden descubrir los rostros de los personajes involucrados, los trajes que vestían, los caballos, barcos y hasta trenes en los que se movilizaban.

Es posible apreciar también los armamentos de los que disponían y medir su poderío bélico a través de los destrozos causados en los edificios atacados.

De paso, sirven como registros gráficos del aspecto que presentaban los escenarios –la ciudad y el campo– en donde se desarrollaban las acciones relacionadas a los conflictos.

Los intrépidos fotógrafos que actuaron con sus cámaras detrás de las líneas tomaron vistas de artilleros en formación, desfiles de caballería por las calles céntricas de Asunción, equipamientos de la sanidad, alimentación de las tropas y ejercicios de reclutas, de ambos bandos: gubernistas y revolucionarios.

Las colecciones más atractivas son de 1904 y 1908. Corresponden a la Casa Bloch y Cía. Editores, y al editor Juan Quell. También el alemán Guillermo de Grutter, quien llegó al Paraguay en 1893 y se afincó en Limpio, se ocupó de mandar imprimir en Alemania algunas de ellas.

El coleccionista de postales, Bartolomé Ferro igualmente mandó a Alemania, en 1904, una serie de imágenes para ser impresas como postales.

yubi@abc.com.py

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