El responsable técnico de la ANDE también aprovechó la ocasión para corregir el primer “diagnóstico” del problema, que la caída del servicio de la línea de 500 kV entre la subestación de Ayolas y Villa Hayes no fue el origen del problema, sino una consecuencia.
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En lo concerniente a la anomalía que causó la “gran perturbación”, Báez dijo que un conductor de la línea de 220 kV entre las subestaciones de Puerto Botánico y Parque Caballero, detrás de la Chacarita, “se soltó”, hecho que hizo que automáticamente reaccionara el sistema de protección del sistema.
Se refirió también a las repercusiones del percance en la subestación de Villa Hayes, a la separación dentro del sistema hoy interconectado; que descansó sobre Itaipú, otro sobre Yacyretá.
Agregó que la baja tensión obligó a desconectar el 80% de la carga del sistema. Por carga, cabe especificar, entendemos el polo consumidor demandante del servicio eléctrico.
La ANDE derrochó su credibilidad
No obstante, si contabilizamos las reacciones de rechazo de estas explicaciones, también de otras anteriores en situaciones igualmente incómodas y hasta peligrosas, no solo para la actividad económica, sino también para la salud de sus usuarios, la falta de credibilidad, la desconfianza hacia la ANDE es otra de las aristas en la que deben trabajar sus actuales y futuros responsables.
Ampliar, extender e inclusive profundizar la capacidad del Sistema Interconectado Nacional (SIN) está bien, pero queda pendiente otra tarea igualmente relevante, el sinceramiento total con sus usuarios y, aunque parezca redundante, la capacitación de sus técnicos y responsables de turno, hasta alcanzar niveles óptimos inclusive.
Si un pequeño problema interrumpe el 80% del servicio eléctrico interno, cabría preguntar cómo haría el país, sus autoridades de turno, para recuperar nuestra soberanía en Itaipú y Yacyretá.