El trabajo que prepara el Viceministerio de Minas y Energía (MOPC), con un año de atraso, destaca que en 2021, el último ejercicio estudiado, el total de la oferta primaria de energía estuvo conformado por hidroelectricidad en un 35%, biomasa en 39%, que son nacionales, y 26% de derivados del petróleo, que son importados.
Si cotejamos estas cantidades con las del ejercicio precedente, o sea 2020, concluiremos que la oferta primaria de hidroelectricidad bajó al 35% del total, la de biomasa subió al 39%, en tanto que la oferta de los derivados del petróleo subieron al 26%.
En la vereda de enfrente, en la correspondiente al consumo final de energía, puede observarse que en 2021 la demanda de energía eléctrica abarcó apenas el 18% del total (en 2020 fue del 19%, en tanto que la biomasa redondeó el 41% luego de corresponderle en el año anterior el 43%.
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En lo concerniente a los combustibles derivados de hidrocarburos, puede observarse que su demanda se amplió del 38% al 41% en 2021.
Uso final de hidroeléctricidad se redujo 1%
La comparación permite concluir que la demanda final de energía eléctrica, en el país copropietario de Itaipú y Yacyretá, cuyos administradores de turno, con frecuencia, se jactan de que somos parte del mayor productor y exportador de energía limpia del planeta, sigue casi irrelevante, es más se redujo 1% en 2021 con relación al 2020.
La explicación, radica sin dudas en las tasas de los otros dos renglones de energéticos: biomasa, principalmente leña y carbón, que ocupan la franja del 82% faltante en nuestro esquema de consumo final.
En efecto, la biomasa, a pesar de los castigados bosques nacionales, siguió por encima del 40% como tasa de utilización, con una reducción del 2%, pero la demanda de los derivados hidrocarburos, pese a que son importados en su totalidad y los pretendidos planes de “descarbonización” del funcionamiento del aparato económico nacional, se incrementó un 3%.
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De acuerdo con el último Balance Energética Nacional del Viceministerio de Minas y Energía, el 64% de la oferta de energéticos en 2021, fue destinado al consumo final. En 2020 le correspondió el 60%, en tanto a la exportación destinaron el 19%, en 2020 alcanzó el 24% del total.
Apuntemos que el concepto exportación, en la literatura oficial, engloba la cesión de energía paraguaya en Itaipú y Yacyretá, cuyo valor o tarifa, no tiene o tiene muy poco relación con las cotizaciones del mercado energético regional.
La exportación real de energía eléctrica en nuestro país la realiza la Administración Nacional de Electricidad (ANDE), hace muchos años exclusivamente al mercado argentino y también exclusivamente la producción de su central Acaray.
Exportación real es irrelevante
Si se compara la exportación real del Paraguay con la demanda del Sistema Interconectado Nacional, veremos que no llega al 1% del consumo del mercado eléctrico paraguayo, que ronda los 18 millones de MWh, incluyendo una pérdida próxima al 26% por razón técnicas, y no técnicas.
Si limitamos nuestra observación a la exportación del fluido eléctrico, de acuerdo con el informe del Viceministerio de Minas y Energía, veremos que el 97,1% de la misma está constituido por energía eléctrica, en tanto que el 2,9% restante atribuyen a la venta a mercados externos de la biomasa.