El responsable veterinario del Oceanogràfic, Daniel García, ha explicado que las ballenas blancas rescatadas inicialmente emitían sonidos distintos, similares a los “silbidos de delfines”, especie con la que convivían en el acuario de Járkov.
No obstante, tras siete meses de convivencia, “Plombir está comenzando a emitir sonidos más propios de las belugas locales, aunque mantiene su característico silbido, lo que sugiere un proceso de adaptación vocal progresiva”.
Ha resaltado también que la integración de las belugas ucranianas con las valencianas, Kylu y Yulka, permite hablar ya de una “familia bien avenida”, destacando la posición del Ocenogràfic como el único centro en Europa donde se pueden observar cuatro belugas conviviendo en un mismo espacio.
García ha señalado que la diferencia en los patrones vocales se ha convertido en un “juego” entre los cuatro ejemplares, de tal forma que Kylu, el macho valenciano de 8 años, ha intentado imitar algunas vocalizaciones de Plombir, mientras que este último se adapta a los sonidos “típicos de su especie”.
El proceso de adaptación comenzó con Plombir y Miranda alojados en áreas restringidas al público, donde recibieron atención especializada y una dieta supervisada para garantizar su bienestar.
La primera interacción se dio entre Kylu y Miranda, un vínculo que facilitó la integración progresiva del resto del grupo.
En semanas recientes, se llevaron a cabo sesiones supervisadas en las que los cuatro ejemplares compartieron espacio, consiguiendo convertir “dos grupos que viven en un mismo hábitat” en “un grupo único”, según ha destacado la cuidadora del centro, Andrea Ortola.
El equipo de veterinarios y cuidadores ha celebrado “el éxito” de una operación “tan complicada”, un éxito que el secretario autonómico de Medio Ambiente, Francisco Javier Sendra, ha atribuido a tres factores clave: “el conocimiento, el corazón y la esperanza”.
En primer lugar, el “conocimiento”, ya que el Oceanogràfic es “uno de los mejores centros de investigación del mundo”, según ha dicho Sendra.
En segundo lugar, el “corazón”, porque “el gran secreto de este centro está en el equipo humano que lo forma”, que no dudó en hacer guardias de 24 horas “siempre con una sonrisa”, según ha comentado.
Por último, la “esperanza”, puesto que, como el secretario de Medio Ambiente ha recordado, estos animales “tienen una historia”, ya que se trata de animales rescatados de un “centro bombardeado”, y ha hecho hincapié en que podemos “aprender de ellos”.