El año en curso es el más cálido desde el inicio de la industrialización. El servicio de observación para el cambio climático de la Unión Europea (UE), Copernicus, descarta por completo que los días que quedan de diciembre cambien el récord de altas temperaturas que se registrará en 2023.
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Incluyendo noviembre, la temperatura media mundial fue 1,46 grados superior a la media de los años 1850 a 1900. Hasta ahora, 2016 ha sido el año más caluroso, con 1,3 grados más. Es posible que 2023 sea el año más cálido desde hace decenas de miles de años.
Por supuesto, no se han realizado mediciones sobre ese periodo de tiempo, pero los científicos pueden sacar conclusiones sobre el clima en la prehistoria analizando antiguas burbujas de aire en las profundidades del hielo.
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El clima extremo no solo se experimentó en Europa y la región mediterránea en 2023: lluvias devastadoras causaron inundaciones sin precedentes en Brasil en febrero, y el ciclón “Freddy” arrasó el océano Índico durante 37 días en febrero y marzo, más tiempo que cualquier otro ciclón registrado antes. Causó graves estragos en Madagascar y Mozambique.
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Lo extremo en Acapulco
En abril se registraron temperaturas récord desde la India hasta China, en junio y julio hubo graves inundaciones en Pakistán y en octubre la región mexicana de Acapulco quedó parcialmente destruida por un huracán que surgió casi de la nada.
Los fenómenos meteorológicos extremos siempre han existido, pero la ciencia ha demostrado que son cada vez más frecuentes y graves debido al cambio climático.
La mala noticia es que es inevitable que se produzcan más fenómenos extremos en las próximas décadas, por más que se reduzcan rápidamente las emisiones de gases de efecto invernadero.
“La tendencia negativa continuará en la década de 2060″, declara Petteri Taalas, secretario general de la Organización Meteorológica Mundial (OMM).
Lo extremo, ¿y el uso del suelo?
Esto se debe a los gases de efecto invernadero que ya se han emitido permanecerán en la atmósfera durante mucho más tiempo. “Y ya hemos perdido la batalla con los glaciares de montaña. Esperamos que se hayan derretido por completo a finales de siglo”, agrega.
El fin de los combustibles fósiles perjudiciales para el clima -carbón, petróleo y gas- es la mayor palanca contra el cambio climático. Sin embargo, la otra gran palanca, el uso del suelo, está infravalorada, explica Helge Gössling, físico del Instituto Alfred Wegener de Bremerhaven, en Alemania.
“Es evidente que el 75 por ciento de la tierra agrícola del mundo se utiliza como pasto o para cultivos forrajeros para animales”, sostiene.
Más alimentos de origen vegetal requieren menos tierra para la misma cantidad de proteínas y calorías. Los bosques pueden absorber más CO2 que los pastos. “Volver a zonas más naturales no solo tendría una huella climática significativamente mejor, sino también el importantísimo efecto de ayudar de manera decisiva a evitar la pérdida de biodiversidad”, opina.
Si, como se espera, los países se imponen a sí mismos medidas de protección del clima significativamente más fuertes, tal y como acordaron en la reciente Conferencia Mundial del Clima (COP28) celebrada en Dubai, Taalas ve un mundo diferente en la década de 2030 en el mejor de los casos.
“Entonces dejaremos de utilizar el carbón como fuente de energía, la mayoría de los coches del mundo serán eléctricos, utilizaremos más el transporte público, comeremos menos carne y arroz, que causan grandes emisiones de metano, detendremos la deforestación de las selvas tropicales y aceleraremos la transferencia de tecnología que permita a los países emergentes crecer de forma neutra para el clima”, enumera.