En un estudio publicado en la revista Science, los investigadores dicen que el daño causado a ese bosque que se extiende por nueve países es significativamente más grande de lo que se conocía.
Para el estudio, los autores examinaron el impacto de los incendios, la explotación forestal, las sequías y los cambios en el hábitat a lo largo de las fronteras del bosque, lo que se conoce en ecología como efectos de borde.
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La mayoría de los estudios previos sobre el ecosistema de la Amazonia se han enfocado en las consecuencias de la deforestación.
Este estudio encontró que los incendios, la extracción de madera y los efectos de borde han degradado al menos el 5,5% del bosque amazónico que queda, o unos 364.748 kilómetros cuadrados, entre 2001 y 2018.
Un tercio de la Amazonia con “mortalidad de árboles”
Sin embargo cuando los efectos de la sequía aparecen, el área degradada aumenta a 2,5 millones de kilómetros cuadrados, el 38% del bosque amazónico.
“Las sequías extremas se han vuelto cada vez más frecuentes en la Amazonia mientras el cambio en el uso de la tierra y el progreso del cambio climático inducido por los humanos, afectando la mortalidad de árboles, la incidencia de incendios y las emisiones de carbono a la atmósfera”, dicen los investigadores.
“Los incendios forestales se intensifican durante los años de sequía”, aseguran, y advierten sobre los peligros de “megaincendios mucho mayores” en el futuro.
Los investigadores de la Universidad Estadual de Campinas en Brazil y otras instituciones usaron imágenes satelitales y otros datos desde 2001 hasta 2018 para llegar a sus conclusiones.
Un tercio de la Amazonia con cambios para las especies
En un estudio separado publicado también por Science sobre el impacto humano sobre la Amazonia, los investigadores de la Universidad de Luisiana Lafayette hicieron un llamado a actuar.
“La Amazonia se encamina a una transición rápida de ser un enorme paisaje natural a ser uno degradado y transformado por la combinación de presiones de la deforestación local y el cambio climático global”, anticiparon.
“Los cambios están sucediendo mucho más rápido para las especies amazónicas, pobladores y ecosistemas”, alertaron. “Las políticas para prevenir las peores consecuencias son bien conocidas y deben ponerse en práctica inmediatamente”.
“Fallarle a la Amazonia es fallarle a la biósfera, y le hemos fallado al actuar bajo nuestro propio riesgo”, dicen.
El nuevo presidente de Brasil, el izquierdista Luiz Inácio Lula da Silva, se ha comprometido para acabar la deforestación en la Amazonia para el año 2030.