Félix de Azara refirió sobre los nombres que asignó a esta ave cuanto sigue:
“Es abundante aquí [Paraguay], en Montevideo, y Tucumán, donde es conocido por Carpintero (…) Se llama Ipecú-saiyú que significa Carpintero amarillo, porque agujerea los troncos para criar dentro, lo que manifiesta bastante lo gastado de sus plumas, y tiene además el color amarillo en el collar. Le diferencia de los anteriores es que vive de insectos que toma en el suelo o dentro de la tierra, y los otros los toman en los troncos o entre corteza de los árboles”; y, en sus Apuntamientos, agregó:
“Aunque parezca que este nombre [campestre] repugna a todo carpintero, ningún otro puede caracterizar mejor al presente; porque jamás se interna en bosques, ni corre troncos, ni hace caso de sus gusanos, y busca su alimento en los prados y campos limpios, corriéndolos a pasos frecuentes y no torpes; para lo cual tiene las piernas más largas que los otros”.
Bertoni lo catalogó como Ypekú ñú y Tahýi-jara (señor de las hormigas).
Azara no precisó dónde o cómo obtuvo al individuo que describió en el manuscrito, una hembra de la especie; tampoco, al macho que incluyó en sus Apuntamientos.
Nomenclatura
Tanto Sonnini como Azara concluyeron, no del todo convencidos, que este Carpintero campestre es de la misma especie que el que Buffon describió con el nombre de Pic aux ailes dorées (Colaptes auratus), a partir del Gold winged-pecker de Catesby -quien fue el primero que la dio a conocer-, el cual está retratado en la estampa iluminada número 693 de Martinet como Pic rayé du Canada.
Para justificar sus conclusiones argumentaron, el primero, que: “Esta especie, que está muy extendida por el Norte de América, parece haber experimentado alguna alteración en sus colores, al pasar al Sur del mismo continente. De hecho, la descripción de Azara no se corresponde exactamente con la de Catesby, quien fue el primero en hablar de ella”; y, el segundo:
“los verdaderos caracteres singulares son los que refiere Catesby; y que encontrándose en mi campestre, es sumamente difícil se hallen en otro. Fundado en ellos, y en su calidad, no dudaría un momento que el de Catesby y el presente eran el mismo, si no discrepasen en lo dicho del pico; pero como el tal pico redondo, corvo, y sin filo en la punta, repugna a toda la familia, no creo que le tuviese el de Catesby, ni que este diga tal cosa; sino más bien que mi autor [Buffon] habla del pico por el individuo de la estampa 693; al cual en mi juicio le han arredondeado y encorvado el pico, quitándole el filo con una navajita; y quizás también le han pintado algo. De modo que en mi sentir el de Catesby es mi campestre, y el de la estampa también”.
Sin embargo el Carpintero campestre de Azara, pertenece a una especie nueva, la que fue clasificada en 1818 por Vieillot con la denominación de Pic des champs o Picus campestris (actualmente Colaptes campestris) en el Nouveau dictionnaire d’histoire naturelle (26, p. 101), a partir de las referencias que Azara dio sobre él.
El epíteto que identifica a esta especie corresponde a la palabra latina campestris/del campo, que Vieillot tomó del nombre que le asignó Azara.
Costumbres y nido
En cuanto a las costumbres del Ypekũ ñu comentó Azara:
“Su canto no es desagradable, lo repite con frecuencia, y es fuerte. Andan por lo regular a pares. (…) Baja al suelo para comer, y le he visto picar entre la gramilla. Vuela a embestidas u ondas. (…) La diferencia de los anteriores es que vive de insectos que toma en el suelo o dentro de la tierra, y los otros los toman en los troncos o entre corteza de los árboles. Se para en los troncos que más comúnmente en las ramas derechas, con preferencia a las horizontales”.
En sus Apuntamientos, además, anotó:
“Allí [en los prados y campos limpios] pica con fuerza en la grama, donde conoce hay lombrices u otros insectos; pero un solo golpe o dos bastan para lo que desea; y cuando están húmedos los hormigueros, los suele piquetear para comer sus hormigas o los huevos. No por esto deja de posarse en árboles gruesos o delgados, en los troncos, ramas y piedras, ya estén horizontales o verticales, y ya con el cuerpo trepado, o como el común de los pájaros. No huele mal como los otros, y en el suelo y volando canta con fuerza y frecuencia. Va a pares o en familia, y es el más común en todos estos países. Pone de 2 a 4 huevos (que me han traído), blancos muy lustrosos, bastante más agudos en un extremo, y sus ejes catorce y diez un tercio de líneas. Cría en los agujeros, que fabrica en las paredes de tapia o adobes crudos abandonadas, y en las barranqueras de los arroyos, penetrándolas más de dos palmos, poniendo los huevos sin colchón. Los pollos difieren tan poco de los padres, que pueden decirse idénticos, y les siguen algún tiempo, naciendo a primeros de septiembre”.