Suiriri guasu

Especie número 90 del manuscrito y 198 de los Apuntamientos de Félix de Azara, con las denominaciones de Suriry 2ª especie y de Suirirí guazú, respectivamente.

Suiriri guasu (Tyrannus melancholicus), fotografía gentileza de Oscar Bordon, Naturaleza de Paraguay en fotografía.
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Félix de Azara la clasificó en el manuscrito como una variedad de Suiriri, a pesar de que el doctor don Juan Antonio de Zavala y Delgadillo, el mismo que le había facilitado datos sobre varios de sus especímenes y ayudado en la traducción al español de muchos nombres en guaraní, le manifestó que esta ave se llamaba Havía.

En sus Apuntamientos indicó nuestro naturalista que este pájaro cantaba su nombre, pero que los guaraníes le llamaban Suirirí guazú (Suirirí grande) para distinguirle de su Suirirí -el Guyra kavaju (Machetornis rixosa)-. Bertoni lo catalogó como Suirirí guasú.

Azara mató de un escopetazo al individuo que describió, del cual nada apuntó sobre su hábitat; posteriormente, en sus Apuntamientos, asentó que ignoraba si habitaba en el Río de la Plata, pero que solía llegar al Paraguay en septiembre y ausentarse al fin del verano.

Nomenclatura

Para Sonnini el Suirirí guazú de Azara era muy semejante al Moucherolle de Virginie à huppe verte (Myarchus crinitus) descripto por Vieillot, del que Catesby había dado una estampa defectuosa, y Brisson y Buffon mencionaron con bastante imprecisión.

Pero el Suiriri guasu resultó una especie nueva para la ciencia, identificada por Vieillot en 1819 con la denominación de Tyran mélancolique o Tyrannus melancholicus, en el Nouveau dictionnaire d’histoire naturelle (35, p. 84), a partir de las referencias que sobre él dio Azara.

El epíteto que lo identifica corresponde a la palabra latina melancholicus/meláncolico, en atención al siguiente comentario de Azara:

“Su humor parece triste”.

Costumbres y nido

Sobre las costumbres del Suiriri guasu comentó Azara:

“El doctor Zavala me dijo (…) que vive de insectos volátiles, a los cuales pilla con mucha destreza, particularmente a los llamados aquí por los indios Náháti, y por los españoles Alguaciles. Yo le he visto comer langostas, es común en las chacras, va solo o con su compañero, de quien no se diferencia mirado algo de lejos; se para en las puntas de las ramas, lo he visto arrojarse sobre una Piririta volando, pararse sobre ella, y no dejarla hasta que se echó al suelo”.

En sus Apuntamientos agregó que:

“Jamás baja al suelo, ni sabe andar, ni saltar, porque tiene las piernas cortísimas. Se posa y está tranquilo buenos ratos en lo más elevado de los árboles y matorrales, haciendo sus salidas contra los insectos que pasan hasta más de cien varas, volviendo al sitio a comerlos. También suele por las tardes volar largos ratos sobre los ríos y llanuras, pillando insectos como las golondrinas; pero lo practica pocas veces. Es solitario o parejero, no escaso, ni esquivo, ni conoce diferencia sexual. Su humor parece triste, entra en los pueblos muchas veces, y cría en lo alto de los naranjos de los jardines; pero si algún perro, gato o pájaro, sea el que fuere, se acerca al depósito de sus hijos, le ataca con una obstinación que admira; y muchas veces hace lo mismo sin éste ni otro motivo conocido. Fabrica el nido en árboles altos como naranjos hacia la superficie exterior sin ocultarlo, componiéndolo de bejuquillos por fuera, y de pajitas muy delgadas en el colchón, todo en corta cantidad. No es hondo, sino bastante plano, y tan pequeño, que su capacidad apenas da lugar a 3 o 4 pollos, que se parecen a los padres luego que se visten, y yo los he criado con pedacitos de carne cruda. Sus huevos son blancos con una coronita rojiza como espinosa hacia el extremo grueso”.

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