Félix de Azara consignó, sobre el nombre de esta ave, lo que sigue:
“Los españoles los llaman Patillos, y yo les conservo el nombre guaraní”. En sus Apuntamientos agregó:
“La mayor parte de los guaraníes les llama ypé (mancha del agua) (…) [Cutirí] le suelen llamar los guaraníes, aludiendo a su voz, que es muy aguda y dice tiri o cutiri”.
Bertoni la catalogó como Ypé kutirí, Casuviví, e Ypé'í, y Gatti como Îpe’í verá o Îpé cutirí.
Azara mató de un fusilazo, en una lagunita, al individuo que describió; y, advirtió, al respecto:
“había dos separados algo. Yo elegí este para tirarle por parecerme el macho o algo mayor. Los he visto ir de dos en dos y también de familia; es común en el país [Paraguay] (…) Mudará este patillo algunas plumas (diciembre) e ignoro las diferencias que puede tener con la hembra, de quién volando o de lejos no se distingue”.
Posteriormente, en sus Apuntamientos, describió a la hembra, de la que refirió:
“es muy poco menor, con los propios colores más apagados, y con una mancha blanca sobre cada lagrimal, y otra ídem sobre el ángulo de la boca”. Además, con relación al hábitat de esta especie apuntó:
“Me parece que abunda sin comparación más en el Paraguay que en el Río de la Plata”.
Nomenclatura
Sonnini indicó que no conocía una especie de pato con la que pueda identificar al Ypecutirí de Azara, la que resultó ser una subespecie del Anas brasiliensis (actualmente Amazonetta brasiliensis) de Gmelin (Systema Naturae, 1789, p. 517), identificada en 1816 por Vieillot con la denominación de Canard ipecutiri o Anas ipecutiri (Amazonetta brasiliensis ipecutiri) en el Nouveau dictionnaire d’histoire naturelle (5, p. 120), a partir de las referencias de Azara sobre dicho Ypecutirí, el cual es algo mayor que la especie tipo. El epíteto que la identifica corresponde a su nombre guaraní.
Costumbres y nido
Sobre las costumbres del Ype kutiri comentó Azara en el manuscrito:
“Me dicen que crían en las inmediaciones de lagunas [y] en el bosque sobre los árboles. Dudo esta disyuntiva, ateniéndome a lo primero, porque quién me la dice no ha visto jamás nido de este patillo. Verdad es que aquí hay patos reales que crían, y se paran en los árboles, como diré cuando los adquiera; pero éstos no sé que paren jamás sino en el suelo y agua”; y mencionó en sus Apuntamientos, además, que esta ave:
“Va ordinariamente con su amada, a veces en bandadas de hasta veinte, y suele incorporarse en las lagunas con las demás especies. Es mansejón, estacionario, y hace el nido en los juncos por agosto; y aunque ignoro el número de huevos, sé que son blancos, más agudos en un polo, largos veintitrés líneas, y gruesos dieciséis. Muda de plumas a primeros de mayo”.