Félix de Azara consignó sobre los nombres de esta ave lo que sigue:
“significa flauta del sol, sin duda porque eleva mucho la cabeza y cuello como el Hocó”. Añadió en sus Apuntamientos:
“Los guaraníes le llaman curahí remimbi, que significa flauta del sol; y aluden a su canto, que se reduce a unos silbidos dulces y melancólicos, que repite con alguna frecuencia, y cree la gente del campo que anuncian mutaciones de tiempo”.
Bertoni la catalogó como Kuarahy mimby y Mira sol, en tanto que Gatti como Cuarajĩ mimbĩ.
Azara mató de un escopetazo al individuo que describió, y advirtió que la esta especie era común en el Paraguay, pero no abundante. En sus Apuntamientos anotó:
“Abunda más que otras muchas [en el Paraguay] (…) Me parece que no se encuentra al sur del Río de la Plata; pero sí al norte, y en mayor número en el Paraguay; donde por enero compré dos huevos por suyos”.
Nomenclatura
Sonnini afirmó que si el padre Molina no hubiera dado una descripción tan imperfecta de su Ardea cyanocephala podría asegurar que era de la misma especie que la Garza Flauta del Sol de Azara; pero que, no obstante, no dudaba de tal identidad.
Dicha garza, sin embargo, era hasta entonces desconocida. Ella fue clasificada en 1824 por Temminck con la denominación de Héron flute du soleil o Ardea sibilatrix (actualmente Syrigma sibilatrix), en su Nouveau recueil de planches coloriées d’oiseaux, pour servir de suite et de complément aux planches enluminées de Buffon (livr. 46, pl. 271 y texto), a partir de la descripción de la Garza Flauta del Sol de Azara, así como, de cotejar los individuos que formaban parte de la colección de los museos de París, de los Países Bajos y de Ernest Bonjour.
El epíteto que identifica a esta especie corresponde a la palabra latina sibilatrix/silbadora, que Temminck tomó de la referencia de Azara sobre los silbidos dulces y melancólicos de su canto.
Costumbres y nido
Sobre las costumbres del Kuarahy mimby comentó Azara en el manuscrito:
“Va con su compañera, de quien parece que no se diferencia. Jamás la he visto en árboles, siempre anda por los campos que tienen alguna humedad o agua, vuela despacio, es bastante esquiva, linda y extraña”; y, en cuanto a su nido, y otras costumbres, mencionó en sus Apuntamientos:
“va sola, a pares y en familias: no tiene diferencia sexual, y se posa y duerme en los árboles. Bate las alas con alguna mayor frecuencia que las demás, las lleva más encogidas volando, y el cuello más tendido, o no tan enroscado. No frecuenta tanto los lagos y ríos como los campos húmedos y secos (…) me dijeron que [sus huevos] estaban en nido plano de palitos sobre un árbol”.