Describen el circuito cerebral que gobierna el deseo sexual en ratones hembra

LONDRES. Un estudio publicado este miércoles en la revista Nature describe el circuito cerebral que permite a una única feromona, bautizada como Darcina, gobernar el deseo sexual en ratones hembra.

Rata de laboratorio.Internet
audima

Los investigadores de la Universidad de Columbia (Estados Unidos) que han desarrollado el trabajo subrayan que esa sustancia se encarga de regular los comportamientos sexuales, tanto innatos como adquiridos. La Darcina, que recibe su nombre de Mr. Darcy, el héroe romántico de la novela de Jane Austen “Orgullo y prejuicio”, “se apodera del cerebro de los ratones hembra”, describen los científicos en un comunicado de su universidad.

El circuito que activa esa feromona es el responsable de “evaluar la disposición del ratón a mantener relaciones sexuales y ayudarle a seleccionar una pareja”. “Hemos elaborado el mapa de la ruta que hace la Darcina desde la nariz hasta el cerebro, lo que amplía nuestro conocimiento de los mecanismos por los cuales los animales pueden utilizar los olores para comunicarse”, señala Ebru Demir, autor principal del estudio.

La Darcina fue detectada en orina de ratones macho por primera vez en 2010 por un equipo de la Universidad de Liverpool (Reino Unido). Los machos segregan esa sustancia para marcar su territorio e iniciar un ritual de cortejo. Oler la feromona ayuda a las hembras a identificar al macho y decidir si quieren copular con él.

El cerebro de los ratones procesa la detección de esas feromonas de manera diferente a los olores convencionales, a través de un “sistema olfativo paralelo” que existe en algunos animales, pero no en los humanos, según describen los investigadores en Nature.

“Al contrario que las personas, los ratones tienen, en esencia, dos narices funcionales. La primera nariz funciona como la nuestra, procesa olores, como el hedor de algunas partículas en la orina. Un segundo sistema, denominado la órgano vomeronasal, evolucionó específicamente para percibir feromonas como la Darcina”, explica Demir.

Para llevar a cabo su estudio, los investigadores expusieron a ratones hembra a orina con Darcina y estudiaron su comportamiento. Prácticamente todas ellas mostraron una atracción inmediata hacia la feromona y, tras unos 50 minutos, comenzaron a dejar sus propias marcas urinarias y comenzaron a “cantar” en frecuencias demasiado altas para ser percibidas por el oído humano.

Ambos comportamientos son indicativos de un incremento del deseo sexual, según los científicos. No todas las hembras mostraron el mismo comportamiento: las madres lactantes ignoraron las zonas rociadas con Darcina tras un primer acercamiento. El motivo de esa diferencia puede residir en la activación de ciertas neuronas en la amígdala cerebral que se “encienden” en presencia de la feromona.

“Al activar artificialmente esas neuronas, podíamos estimular la respuesta de los animales a la Darcina y provocar los mismos comportamientos. Cuando las silenciamos, en cambio, el animal pierde por completo el interés”, señala Demir.

A partir de esas observaciones, el trabajo concluye que ese circuito neuronal no se limita a transmitir información sobre la Darcina, sino que también parece integrar información sobre el estado interno del animal, por ejemplo parámetros tales como que se trata de una madre en periodo de lactancia. “Las feromonas se han asociado habitualmente a respuestas inmediatas e innatas, pero hemos demostrado que la Darcina puede desencadenar comportamientos complejos que dependen del estado interno del animal”, subrayó el autor del estudio.

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