La Coherencia como Bandera

Es seguro que uno carece de muchos atributos y nadie se enoja cuando se nos enrostra la falta de experiencia política, -al contrario-, muchas veces lo tomamos como una verdadera distinción, por lo menos en la devaluada acepción que se le atribuye al término en nuestro país. Pero lo que no podrán decirnos al final de esta larga y dificultosa campaña es que no hemos sido coherentes.

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  Cuando anunciamos la candidatura allá por el 9 de abril del año pasado imaginábamos un camino complicado pero jamás entraba en nuestros cálculos el escenario que comenzó a presentarse poco tiempo después. A las dificultades de nuestro sector para encarar con sincera unidad la elección de un candidato o candidata único que aunara los esfuerzos de la línea política progresista, se fueron sumando las graves dificultades de nuestros, hasta entonces, aliados gubernamentales, atrapados en unos resultados agriamente discutidos luego de la utilización del fracasado sistema de Urnas Delivery.

  Si a ello sumábamos por entonces el previsible aluvión financiero que acompañaría la irrupción de HC en el firmamento colorado y la facilidad pasmosa con la que la dirigencia de ese centenario partido se rendiría al poder del dinero del novel candidato empresarial, todos sabíamos que enfrentaríamos no pocos obstáculos para concretar el sueño de continuar y profundizar el sueño transformador iniciado el 15 de agosto de 2008.

 Más tarde llegaría lo que nosotros llamamos El Golpe Parlamentario, previo paso por el infierno de Curuguaty, que hasta ahora nos sigue abrasando como un fuego que no se extinguirá en la memoria colectiva tan fácilmente como muchos pretenden. ¡Una situación de quiebre nada menos que de la primera experiencia de alternancia pacifica de toda la historia política de nuestro país! Con el resultado de una sociedad fuertemente fragmentada y el vergonzoso aislamiento internacional de nuestro país.

  Colorados, Liberales, Unace y PQ pusieron en evidencia un sistema presidencialista deformado por el intervencionismo parlamentario y tomaron el peor de los caminos: el de violentar la voluntad popular claramente expresada en las urnas el 21 de abril de 2008. Nada importó en ese momento. Ni siquiera el ahora tan cacareado peligro de arribo del “narco-coloradismo”. Un chake vacío de contenido al provenir justamente de quienes no solo facilitaron aquella destitución injusta, sino que además dieron los pasos necesarios para asegurar que el hecho se concrete, incluyendo reuniones en personales con los candidatos que ahora descalifican.

  Luego de aquel escándalo vino nuestra propia cosecha de errores. La división de los sectores progresistas es una carga y una responsabilidad compartida que más tarde o más temprano tendremos que asumir como una deuda impaga con la sociedad. La falta de convicción de unidad y las viejas disputas de nuestra izquierda hicieron el resto. Ahora solo nos queda esperar que el tiempo o algún atisbo de cordura de todas las partes en cuestión curen esas heridas tan perniciosas.

  De este modo, luego de enfrentar durante meses a otros 5 candidatos dentro de mi sector, que finalmente descabalgaron, no se pudo concretar el anhelo de la candidatura de común acuerdo. Pero mi decisión personal y la del grupo que conformamos bajo el nombre de Avanza País fue la de seguir adelante. Personalmente me he negado sostenidamente a usar mi candidatura como moneda de cambio para una silla en el Parlamento u otro cargo, y he sentido íntimamente el compromiso más importante: el que nos impone la gente común y corriente que ve en mi persona la cristalización de sus esperanzas de retomar el sendero perdido tras el juicio político a Lugo.

  Por eso, luego de los últimos hechos de público conocimiento en los que se negocian chapas y se manosean candidaturas, nos sentimos más fortalecidos que nunca. Avanza País se propone al electorado como una renovación profunda de la política, promoviendo el reconocimiento pleno y efectivo de los Derechos de todos y todas, sin distinción de partido, raza, religión u opciones personales. Por tal motivo no podemos prestarnos a ser simples monedas de cambio para que el negocio de la vieja política representada por la partidocracia paraguaya siga haciendo de las suyas.

  Todavía hay tiempo de patear el tablero de las antiguas componendas entre cúpulas partidarias y optar por quienes simplemente nos mostramos tal cual somos: ciudadanos que vinimos a la política porque así la patria nos lo demanda en este momento crucial, sin más ambición que acabar de una vez por todas con la oprobiosa desigualdad que nos imponen aquellos que una vez más se preparan para repartirse la torta, siempre solamente entre ellos y para ellos.

  ¡Yo sé que somos muchos más los que podemos evitarlo el 21 de abril! De todos nosotros depende.

 

Mario Ferreiro

Asunción, 13 de febrero de 2013

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