La aparición de los velocípedos (en 1817) y, sucesivamente, la de los biciclos (hacia 1861), penny-farthings (biciclos de rueda alta, en 1870) y bicicletas (desde 1890), modificó la forma de vida de muchas personas, así como la estructura y organización de varias ciudades importantes del mundo (baste pensar que la bicisenda de la ciudad de Utrecht, la más antigua del mundo, fue inaugurada en 1885).
Lea más: Los riesgos de comprar una bici (sospechosamente) barata
En febrero de 1901 llegaron las primeras bicicletas a Asunción y con ellas se inició el ciclismo en el Paraguay, el que tomó fuerza recién en 1927, pero sin la intensidad de otras partes del mundo y más bien en su faceta deportiva. De hecho, aquí, la moda de usar la bicicleta como medio de transporte es reciente, debido a que la movilidad urbana es enteramente motorizada (ómnibus, automóviles -en su gran mayoría de segunda mano-, y motocicletas, todos con un impacto negativo en la salud pública, la economía, el ambiente y la calidad de vida) y, también, porque sus ciudadanos no cuentan con servicios, estímulos, o infraestructura adecuada para desplazarse en bicicleta.
Lea más: Hacia una convivencia armoniosa
El 13 de diciembre de 2018 Asunción habilitó un Servicio de Sistema Público de Bicicletas, conocido como ASU BICI. Era gratuito y, hasta hace poco contaba con 50 biciclos distribuidos en 6 estaciones: en la Plaza Uruguaya, frente al Panteón de los Héroes, en Palma y 15 de Agosto, en la Plaza de los Desaparecidos y en la Costanera (estacionamientos I y II). Para utilizarlo se requería contar con la aplicación para teléfonos inteligentes ASU VIVA BIKES, disponible en Google Play (Android) o App Store (iOS), registrarse y escanear un Código QR -asignado a cada bicicleta-, tanto para liberarla como para asegurarla al bicicletero. Este servicio se planteó como un prototipo de la política implementada por la Ley N° 5.430, del 26 de junio de 2015, que “ESTABLECE LA CIRCULACIÓN DE BICICLETAS Y CREA LA RED NACIONAL DE CARRILES PREFERENCIALES PARA BICICLETAS, DENOMINADAS BICISENDA”, y la Ordenanza de la Municipalidad de Asunción N° 607, del 6 de abril de 2016, “PARA LA PROMOCIÓN DE LA MOVILIDAD SOSTENIBLE, LA CREACIÓN DE CICLOVÍAS Y EL PLAN INTEGRAL DE TRAZADO DE LA RED DE BICISENDAS EN LA CIUDAD DE ASUNCIÓN”. Lastimosamente, fracasó y ya no funciona.
Lea más: ¡Cháke! ¡Que el miedo no te ponga el palo en la rueda!
También, durante un tiempo, existió en el Parque Ñu Guasú un servicio privado de préstamo de bicicletas encarado por una empresa de seguro médico, pero solo se las podía utilizar dentro del circuito ciclístico de dicho parque (en San Bernardino, en época de vacaciones de verano, un servicio igual era ofrecido por un banco de capital extranjero que opera en el país).
Lea más: Una ducha caliente para el cicloturista
Son escasos los programas públicos o privados de estímulo al uso de la bicicleta. En un tiempo algunas empresas anunciaron ciertos beneficios que no pasaron de un pequeñísimo plus o bonificación y, por lo general, sin facilitar la infraestructura mínima que permita a sus empleados movilizarse en bicicleta (duchas, casilleros, biciestacionamientos, etc.).
Lea también: Siete cosas que debés tener en cuenta antes de comprar una bici
En cuanto a infraestructura urbana, en el año 1994, fue habilitada la bicisenda o ciclovía de Boggiani, aprovechando las abandonadas vías del tranvía. Tiene una extensión de 3,36 kilómetros (desde República Argentina hasta Eusebio Ayala), la que, si bien fue recientemente remozada, no cumple con su finalidad por dos motivos: es empleada para caminar, trotar o pasear, y, como otras, está aislada, es decir, no está vincula o forma una red. A ella siguieron las de Santa Teresa (desde Madame Lynch hasta Aviadores del Chaco, de 1,6 kilómetros), de Ruiz Díaz de Melgarejo (desde la Plaza Boquerón hasta Campos Cervera, de 921 metros), del Parque Carlos Antonio López (de 125 metros), Madame Lynch (desde Mcal. López hasta Obispo Basilio López, de 2,83 kilómetros), del Parque Guasu circuito externo (desde Primer Presidente hasta Semidei, de 950 metros) e interno (4,3 kilómetros), del Parque de la Salud (1,38 kilómetros), de la Avenida Costanera (2,8 kilómetros, actualmente ampliada pero no inaugurada ni señalizada), y la de la calle Iturbe, unida a la de 1 kilómetro de la de Barrio Obrero (que cubre el trayecto de la calle Yegros entre 21 Proyectadas y la Avenida Chiang Kai Shek, y había sido habilitada el 4 de junio de 2013). La Bicisenda Iturbe tiene una extensión de 2,5 kilómetros propios (desde la Plaza Uruguaya, hasta la calle Tuyutí) y fue inaugurada, con gran oposición de los frentistas, el 22 de diciembre de 2018. Vigilada al principio por unos cuantos agentes de la Policía Municipal a bordo de bicicletas eléctricas, fue abandonada al poco tiempo, tanto por éstos como por sus usuarios.
Lea también: Nueve motivos para empezar a usar la bici como medio de transporte en plena pandemia
Ninguna de estas 10 bicisendas fue diseñada como parte de un plan estratégico que, no obstante, está siendo desarrollado actualmente por el Estudio de Arquitectura OCA, con el nombre de AMABICI. Tal plan se encuadra en el Proyecto “Asunción Ciudad Verde de las Américas, Vías a la Sustentabilidad”, que con el apoyo del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) es impulsado por el Ministerio del Ambiente y Desarrollo Sostenible.
Lea también: Siete accesorios para mejorar tu experiencia al pedalear
El plan prevé la construcción de 600 kilómetros de bicisendas para el Área Metropolitana de Asunción (AMA), las que ya fueron proyectadas, y deben ser ejecutadas en forma conjunta por la Municipalidad de Asunción, el Ministerio de Obras Públicas y Comunicaciones, la Secretaría Técnica de Planificación, la Secretaría de Emergencia Nacional, la Red Paraguaya de Ciudades Sustentables y la ONG Guyra Paraguay, con los recursos previstos: 7.493.000 US$ del Fondo para el Medio Ambiente Mundial, no reembolsables, y la cofinanciación del Gobierno Nacional de US$ 240.000.000.
Lea más: Lecciones secretas del ciclismo
Como se vio en la columna anterior, la ciudad tampoco cuenta con biciestacionamientos (a pesar de ser obligatorios) ni otros servicios básicos que permitan poner en ejecución tan mentada MOVILIDAD SOSTENIBLE.
Lea también: Redescubrir Paraguay pedaleando
Las ciudades, como lo ha señalado magistralmente la urbanista argentina Carolina Huffmann, “tienen que ser lugares de desplazamiento, pues el derecho a la movilidad es un derecho a la ciudad”. Entretanto, ya sin naranjos ni flores, y sin servicios, incentivos o infraestructura para ciclistas, nos resta disfrutar de nuestras rodadas sorteando baches, aguas servidas, basura y algún que otro cavernícola al volante, en espera de tiempos mejores.
Lea también: ¿Qué nos pasa cuando pedaleamos?