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Las cifras que Pieter van Wyk enumera rápidamente con el cañón del Fish River como fondo son increíbles. Hace 2.000 millones de años, erupciones volcánicas crearon las montañas que todavía se alzan aquí en el horizonte, en el suroeste de Namibia. Con el tiempo, la erosión fue formando el cañón, de hasta 550 metros de profundidad.
Ya por la mañana, el sol brilla sin piedad sobre el árido desierto rocoso. Solo algunos arbustos con hojas muy pequeñas y muy duras se resisten a la sequía. El paisaje forma parte de un parque nacional con el voluminoso nombre de ǀAi-ǀAis-Richtersveld Transfrontier Park.
La singularidad de la región apenas se puede descubrir durante una breve visita en coche o autobús. Por esto, hay una variante más lenta llamada Desert Knights, un tour en bicicleta desde el sur de Namibia por el río fronterizo Orange hacia el norte de Sudáfrica. Dos veces al año, en abril y septiembre, cuando las temperaturas son más o menos soportables, hasta 100 aventureros modernos atraviesan en bicicleta el silencio casi tenebroso del desierto, cada uno a su ritmo. "La idea fue conjuntar en un tour las principales atracciones turísticas del Transfrontier Park", explica el inventor del tour, Roland Vorwerk, gerente de marketing de la agencia Boundless Southern Africa.
Sin embargo, ya no se trata solo de visitar lugares emblemáticos como el cañón de Fish River o bañarse en las calientes aguas termales de ǀAi-ǀAis. Más bien, el objetivo del tour de 300 kilómetros, 20 de ellos en canoa por el río Orange, es el propio camino. Después de hacer ejercicios de calentamiento en bicicleta durante la primera jornada, la etapa de la tarde siguiente va de Hobas, cerca del cañón, a ǀAi-ǀAis, nombre que significa "caliente como el fuego" en la lengua de los nama y que alude a las aguas termales, que tienen una temperatura de 65 grados. La sensación térmica no es mucho menor a última hora de la tarde en el camino sin asfaltar que atraviesa la vastedad ondulada del paisaje al sur de Hobas. Un despiadado viento en contra, sequísimo, incluso hace que el sudor corra cuando el camino va ligeramente cuesta abajo.
En el oeste, rayos de sol de color rojo violeta atraviesan las nubes. Por lo demás, reina la calma, durante 68 kilómetros, solo interrumpida por tres estaciones de servicio donde los ciclistas se abastecen de agua y de energía en forma de dátiles, galletas y biltong, una carne seca omnipresente en Namibia y Sudáfrica. Cuando atravesamos la granja abandonada Kanabeam, la presencia de arena profunda en la rodera de un jeep desespera a los ciclistas. Una pareja estadounidense compró en el pasado la granja con la esperanza de explotar un yacimiento de zinc en el lugar. Sin embargo, los primeros hallazgos habían sido fingidos. Como únicos testigos de las frustradas expectativas de un "boom" del zinc todavía sobresalen del suelo arenoso equipos mineros oxidados y la vegetación, en gran parte intacta, del desierto. Aun así, los ecosistemas del parque nacional están amenazados. En el fondo del Orange, el único río en la región que durante todo el año lleva agua, pululan caracoles exóticos cuyos antepasados probablemente fueran tirados río arriba por dueños de acuarios. Además, la delgada franja verde en las orillas se resiente del sobrepastoreo de las cabras de la población local.
En el parque, los árboles de los pastores, tan característicos para toda África, pueden alcanzar fácilmente una edad de 1.500 años. Aquí es posible encontrarse con Pieter van Wyk en uno de sus paseos botánicos matutinos. Sin embargo, de la superficie original de 2.000 kilómetros cuadrados de bosques semihumedecidos solo se ha conservado una décima parte.
Más lejos de la orilla del río, la situación tampoco es mejor. Como consecuencia de una sequía que ya dura cuatro años, el 40 por ciento de las plantas en el parque han muerto. Entre los árboles de aljaba, especialmente, la muerte ha sido masiva. Tampoco Van Wyk conoce la causa, porque en realidad los períodos prolongados de sequía son normales en la región. "Seguramente tiene que ver con el cambio climático", dice el botánico. Después de un largo viaje con luna llena por senderos angostos y pedregosos, finalmente llegamos al final del tour de seis días en bicicleta en el paso fronterizo de Sendelingsdrift, donde nos espera un vino caliente con especias. Ratmond Siebrits, uno de los participantes en el tour, originario de Ciudad del Cabo, resume la extraordinaria experiencia: "Es la oportunidad de meditar en uno de los paisajes más grandiosos del mundo".
Información básica: El tour en bicicleta Desert Knights
Cómo llegar: El tour comienza en Hobas. El aeropuerto más cercano es Upington, en el norte de Sudáfrica, situado a una distancia de 400 kilómetros. Los vuelos hacia la pequeña ciudad de Hobas son bastante caros. Además, las empresas de alquiler de coches generalmente cobran una tasa transfronteriza para viajes a Namibia. Por esto, es más económico comenzar el viaje en Windhuk, la capital de Namibia, situada a una distancia de 650 kilómetros. A Hobas solo se puede llegar en coche de alquiler.
Costes: El tour completo con comidas y alojamiento en tiendas de campaña cuesta 15.000 rand (unos 1.100 euros o 1.300 dólares) por persona. En Namibia se puede pagar con el rand de Sudáfrica y con el dólar namibiano, cuya cotización está vinculada al rand. En Sudáfrica solo se acepta el rand. La moneda nacional de los dos países se puede sacar en los cajeros automáticos de todas las ciudades pero no en los campamentos del parque.
Internet: www.desertknights-mtb.com