El “bosque encantado” de Bruselas

HAL. Con sus majestuosas hayas, sus serpenteantes senderos entre pequeños valles y su mar de jacintos azules, el bosque de Hal, al sur de Bruselas, atrae a tantos visitantes que las autoridades intentan canalizarlos para preservar su frágil equilibrio.

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“El año pasado, nos cruzamos con ciervas, es algo completamente mágico. El paisaje es de ensueño, pero todavía esperamos ver un pequeño elfo o una bruja salir de alguna parte...” , confiesa Marie-Rose, que recorre los senderos junto a su marido.

Este pequeño bosque de 555 hectáreas fue durante mucho tiempo uno de los secretos mejor guardados de Bélgica, pero su disfrute se ha convertido en una aventura los fines de semana de abril entre grupos de escolares, bicicletas y fotógrafos equipados con grandes objetivos.

Llegó la primavera a Europa y junquillos, anémonas de bosque, amarillas y ajos de osos se suceden en el tiempo para alfombrar de color el suelo de este pequeño bosque, que atrae a decenas de miles de visitantes durante las dos o tres semanas en las que viste sus mejores galas.

El punto álgido es la eclosión a partir de finales de abril de los jacintos de los bosques con sus miles de campanillas violetas que otorgan un aspecto encantador y seducen a las masas. En semana, los visitantes, menos numerosos, se rinden a su hechizo.

“No tiene parangón. Es el único para mí en Europa, incluso en el mundo, tan bello, con sus jacintos. Es magnífico” , asegura Adrien, preparado para tomar fotos de 360º con su cámara.

Este biotopo forestal, aunque poco habitual, no es único, precisa Bruno Verhelpen, un guía de naturaleza que organiza regularmente paseos para descubrir el bosque. “Se encuentra en toda la fachada atlántica, del norte de la península ibérica al oeste de Bélgica, pasando por la Bretaña”, apunta.

El ’Bois de Hal’ o ’Hallerbos’, mencionado desde hace unos seis años en las guías turísticas, también atrajo las cámaras de los grandes medios internacionales y, actualmente, las de los visitantes de toda Bélgica, pero también de India, Finlandia e incluso Japón.

“El entusiasmo por este bosque no para de crecer. Fotógrafos, naturalistas... Es como para todos los públicos” , describe Bruno Verhelpen, quien detalla las medidas puestas en marcha ante este éxito: regulación del tráfico rodado en sus alrededores, aparcamientos exteriores e incluso autobuses hacia el corazón del bosque.

Durante los próximos fines de semana, cuando la floración de los jacintos se encuentre en su apogeo, y hasta mediados de mayo, el bosque se convertirá en “una gran arteria comercial del centro de Bruselas” , advierte el guía.

Aunque el bosque de hayas, plantado tras la Primera Guerra Mundial, tiene menos de un siglo, se necesitaron cientos de años para que los jacintos azules consiguieran recubrir ese espacio.

“No podemos destruir en una semana algo que la naturaleza realizó en varios siglos” , subraya Pierre Kestemont, agente forestal y administrador del sitio web: www.hallerbos.be.

Para evitarlo, este hombre recorre el bosque en bicicleta una decena de horas al día colocando cartelitos para incitar a los visitantes a no abandonar los senderos marcados.

El agente forestal recuerda que, “hace algunos años, algunas personas se fotografiaban en medio de las flores, a menudo con vestidos extraños, pero no era tan grave”.

“Ahora todo el mundo tiene un ’smartphone’ y se transforma en fotógrafo. Entre la mañana y la tarde, veo por dónde caminaron” , lamenta Kestemont, que advierte: “Con unos 30 pisoteos, los frágiles bulbos de los jacintos no darán flores nunca más” .

 

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