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El uso de los distintos tipos de audífonos y auriculares se ha hecho común en la sociedad. La intensidad del sonido con la que usamos estos aparatos tiene muchas implicancias, pues el oído es un órgano del cuerpo bastante sensible.
Común es que, con el paso de los años de la vida, haya cierta pérdida del sentido auditivo, pero lo que no es normal es que los jóvenes ya tengan este tipo de problemas a su edad.
Antes de comprender por qué puede ser tan perjudicial el uso prolongado de auriculares, debemos saber que la intensidad del sonido se mide en decibeles (dB) y la cantidad normal de estos, para el oído humano, es 90. La voz humana común y conversacional produce unos 60 dB, un concierto de rock 110 y un avión despegando 130 de estos.
Una triste balada seguramente será diferente al rock alternativo con respecto al golpe sonoro, pero los factores más incidentes para nuestros oídos son el volumen y el tiempo que escuchamos. Los auriculares normalmente llegan a un máximo de 115 a 120 dB, siendo un riesgo inminente para la fisiología de nuestro sistema auditivo.
En un estudio realizado por David Figueroa y Dina Gonzáles, llamado “Relación entre la pérdida de la audición y la exposición al ruido recreativo”, de la revista médica “Anales de la otorrinolaringología mexicana”, se explica que, algunas células cliadas dañdas del oído, se pueden regenerar. Sin embargo, el padecimiento se puede agravar si es que se ven afectados los canales nerviosos, que ya son irreparables.
Este estudio sobre los daños en el oído también entrega un dato curioso y preocupante, el cual revela que las personas que usan audífonos o auriculares aumentan su volumen si es que hay mucho ruido en el ambiente, lo cual es doblemente perjudicial.
El trauma acústico es una de las posibles lesiones que puede sufrir quien pasa mucho tiempo con auriculares a alto volumen o quien escuchó algún ruido fuerte en un disparo o en un accidente de tránsito. Este padecimiento puede terminar en una hipocaucia neurosensorial, donde la persona pierde el sentido auditivo, temporal o crónicamente.
Las tardes de rock y los largos viajes entretenidos en el colectivo a través de los audífonos no necesariamente tendrán que acabarse, pero tal vez tengan que bajar un poco el volumen. Tampoco olvidemos que, de vez en cuando, descansar nuestros oídos disfrutando de un silencio relajado nos puede venir muy bien.
Por Eliseo Báez (16 años)